El odio visceral hacia Pedro Sánchez o Irene Montero se construye desde quienes no quieren perder privilegios, y el machismo es imprescindible para el capitalismo actual que, entre otras cosas, se ahorra muchos recursos monetarios con un papel sumiso y cuidador de las mujeres.
Por M. Ángeles Castellanos
Nunca se llega a la meta final cuando hablamos de avances sociales, siempre habrá retos, siempre habrá personas que necesiten mejorar sus condiciones de vida, siempre habrá novedades que plantean nuevos desafíos sociales, siempre habrá disputas por el reparto de la riqueza y por el uso de los recursos.
Eso no significa que los avances logrados en cada momento sean un fracaso, el fracaso es dejar de luchar, renunciar a las luchas transformadoras, dejar que moldeen las identidades quienes quieren oprimir a las mayorías sociales. Dejar para otro momento los cambios fundamentales es admitir la derrota antes de empezar.
Enfrentarse a desafíos frente a quienes ostentan el poder real no es fácil sobre todo para quienes dan la cara y ponen su cuerpo para la lucha, elegir estar en esa posición tampoco es fácil, es mucho más atractivo tener un poder relativo ocupando los espacios de decisión pero desde una posición tibia desde la que no se moleste demasiado, soltando de vez un cuando un clase obrera o similar pero sin hacer mucho ruido bajo la excusa de que ahora no toca, que las luchas de los márgenes hay que dejarlas para otros momentos que nunca van a llegar con perfiles así al frente de los movimientos que se supone defienden a las mayorías sociales.
En los últimos años ha habido avances importantes, sin políticas progresistas el paso por la pandemia habría sido otra oportunidad más para empobrecer a las mayorías sociales, sin las decisiones políticas que han sido posibles gracias a un Gobierno de coalición, a los acuerdos parlamentarios y al diálogo social hoy la realidad sería muy distinta. Ha sido precisamente el diálogo, la diferencia y el acuerdo lo que ha permitido avanzar.
Que los avances supongan mejores salarios, estabilidad en el empleo, estabilidad en el Sistema Público de Pensiones, mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones, mejoras de las pensiones mínimas, mejoras en los ingresos de la Seguridad Social, todo esto implica que se produce un claro reparto de riqueza del capital al trabajo, sin que ello implique, por cierto, que la riqueza sigua estando en pocas manos, pero se ha avanzado en un mejor reparto.
Todos estos cambios tienen un componente ideológico potente, suponen avances para quienes tienen menos poder de negociación de forma individual pero que de forma colectiva son mayoría.
Todos estos cambios no implican que la meta se ha alcanzado, siempre hay elementos a mejorar y cosas que cambiar, pero lo vivido en los últimos años nos ha mostrado que hay otra forma de tomar decisiones, que esta otra forma de decidir ha permitido mejoras sociales sin que ello haya implicado un retroceso económico.
Ahora bien, estos avances suponen pérdida de privilegios de quienes tienen el poder real, de quienes de verdad controlan los recursos y la economía, de quienes acaparan las rentas y la riqueza. A pesar de que esta leve pérdida de privilegios no ha sido determinante para que cambie su situación, no están dispuestos a permitir una senda de avances sociales y menos aún a permitir que la gente tome conciencia de su poder colectivo ni de la opresión real a la que están sometidos.
El poder real siempre lo pone todo para revertir avances y sobre todo para impedir que la gente desarrolle conciencia colectiva, la opresión también se ejerce construyendo identidades y en ese espacio están ganando. El odio visceral hacia Pedro Sánchez o Irene Montero se construye desde quienes no quieren perder privilegios, y el machismo es imprescindible para el capitalismo actual que, entre otras cosas, se ahorra muchos recursos monetarios con un papel sumiso y cuidador de las mujeres.
Me imagino a esos tipos poderosos que siempre han tocado, acosado y violado a las mujeres que les ha dado la gana porque podían hacerlo y porque eran aplaudidos por sus entornos, preocupados porque una ministra ponga en marcha una Ley que ponga en peligro sus privilegios de violadores y desde luego no lo iban a permitir porque para algo ellos son los que mandan.
Es bastante hipócrita esa supuesta preocupación por las violaciones de esos que solo quieren castigos para los violadores cazados pero que no se preocupan lo más mínimo por lo importante que es que dejen de violar y matar mujeres, algo que sí es más importante que el castigo a quien ya ha destrozado la vida de las mujeres. Quienes buscan su impunidad no quieren concienciación sobre la cultura de la violación, no quieren que nadie les cuestione sus comportamientos machistas y como tienen poder lo ejercen para que nada cambie y para eso tratan de destruir a quien se ha atrevido a poner en riesgo sus privilegios.
La hipocresía y la mentira están desatadas, lo que haga el Gobierno está siempre mal para algunos, ahora resulta que una convocatoria de elecciones en julio es un atentado contra el sector turístico en España. En una conversación por la calle escuché a un señor pensionista deseando la muerte al presidente por este atentado hacia el sector turístico nacional. La basura propagandística que construye estas identidades que odian a quienes les están mejorando la vida tienen éxito y parece que, además de que este perjuicio al turismo es una estupidez, se olvidan de que en España hay 16.146.000 personas que no pueden permitirse vacaciones y seguro que esta cifra aumenta si las vacaciones tienen que ser en los días más caros del año, pero esto no preocupa tanto, preocupan más las mentiras que engullen muchas personas sin ser conscientes de que lo que admiten como verdades incuestionables son veneno para su calidad de vida.
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