Macron contra la voluntad popular

Manifestantes salen a la calle contra las reformas de las pensiones nacionales de Emmanuel Macron en Laval, Francia, 23 de marzo. (Jean-Francois Monier / AFP vía Getty Images)

Emmanuel Macron dice que es hora de «apaciguar» las tensiones generadas por su reforma de las pensiones, pero la movilización no para de crecer. Manon Aubry, de France Insoumise, asegura que el movimiento está desafiando las formas antidemocráticas del gobierno francés.

Por David BroderJacobín
Traducción: Florencia Oroz

Doce días después de que el Gobierno francés forzara la aprobación de su impopular reforma de las pensiones en la Asamblea Nacional, la movilización en su contra parece más fuerte que nunca. El uso del artículo 49.3 —que habilita a aprobar una ley sin votación parlamentaria— ha convertido la lucha por el proyecto de ley de pensiones en una lucha más amplia en torno a los poderes del gobierno de Emmanuel Macron, que perdió la mayoría parlamentaria en las elecciones del pasado junio.

La gran mayoría de los franceses se opone a elevar la edad de jubilación de sesenta y dos a sesenta y cuatro años, y el número de los que apoyan la continuación de las protestas está aumentando. El lunes, antes de una nueva jornada de acción convocada por los sindicatos para el 28 de marzo, el Ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció un «despliegue de medidas de seguridad sin precedentes» para imponer el orden. Sus declaraciones se produjeron tras dramáticas escenas en las que la policía disolvió concentraciones pacíficas.

Manon Aubry es una parlamentaria que presenció de primera mano esta ofensiva policial. Es representante de France Insoumise en el Parlamento Europeo y  copreside el Grupo de Izquierda. En conversación con David Broder, de Jacobin, habló sobre la continuidad del movimiento, la respuesta del gobierno y las posibles salidas a la crisis en Francia.

¿Es correcto decir que estamos en presencia del movimiento social más importante de Francia en décadas?

Probablemente sea el más importante desde mayo de 1968. En primer lugar, por el gran número de manifestantes. Ha habido diez días diferentes de movilización masiva, y más de tres millones de personas en las calles.

Pero también por el nivel de indignación que se está expresando. Podríamos hacer un paralelismo con el movimiento de los «chalecos amarillos». En aquel caso, las cosas empezaron con una cuestión económica —una subida del impuesto sobre el combustible—, pero se convirtió en un movimiento democrático mucho más amplio, que reclamaba, por ejemplo, el derecho a celebrar referendos por iniciativa ciudadana.

Los chalecos amarillos fueron espontáneos, mientras que el movimiento por la reforma de las pensiones está liderado por los sindicatos, pero ambos ilustran una crisis democrática más profunda. El uso del artículo 49.3 para forzar la aprobación del proyecto de ley, sin votación en el Parlamento y en contra de la voluntad mayoritaria, nos ha llevado a un nuevo nivel de indignación.

Lo que impresiona es la profundidad de la movilización en curso, entre los trabajadores que son los primeros en sufrirla, como los ferroviarios, los basureros y los trabajadores de las refinerías de petróleo. Grandes ciudades y otras muy pequeñas. Empleados tanto del sector público como del privado. Pero también entre los jóvenes, que se han sumado masivamente a las movilizaciones en los últimos días. Meses después de iniciada la lucha, goza de un 80% de apoyo popular, y Macron está más aislado que nunca.

Emmanuel Macron parece apostar por la idea de que manteniéndose firme el movimiento menguará…

La estrategia de Macron se basa en la resignación popular: cree que, después de todo, la gente dejará a un lado su enfado y volverá a casa, una vez que se haya forzado la aprobación del proyecto de ley. Se trata de una maniobra muy peligrosa. Sus acciones han echado leña al fuego, especialmente con el uso del 49.3. Es la única democracia del mundo en la que un proyecto de ley tan importante, que afectará nuestras vidas durante décadas, puede aprobarse sin votación parlamentaria. Algunos de mis colegas del Parlamento Europeo me preguntan si acaso vivo en Hungría… Macron sabe que no tiene apoyo en el país para la reforma, y que la mayoría está con el pueblo en la calle. Así que, dada la debilidad de su posición, la represión se ha convertido en la única herramienta de la que dispone este Gobierno.

Has publicado imágenes tuyas en un piquete de recolectores de basura que fue atacado por la policía. ¿Qué tipo de violencia policial has visto?

El piquete de recolectores —y no sólo ese— fue disuelto por la fuerza, y la CRS (policía antidisturbios) pasó varias veces a la ofensiva con gases y porras. Cuando se pide a las fuerzas policiales que golpeen a su propio pueblo y a sus funcionarios electos, entonces no están siendo servidores de las instituciones democráticas. En las protestas hemos visto detenciones ilegales y arbitrarias, especialmente de jóvenes, sin seguimiento judicial: el único objetivo es intimidar a la gente.

Hemos visto a manifestantes acorralados, atrapados por la policía y sin poder salir, a pesar de que el Consejo de Estado lo declaró ilegal en 2021. Se han utilizado pistolas LBD («no letales») y granadas aturdidoras, que han causado lesiones muy graves: un sindicalista ferroviario ha perdido un ojo y un trabajador de la educación ha perdido un dedo. Hemos recibido testimonios de violencia sexual contra manifestantes, incluidas acusaciones de violación.

Este fin de semana hemos visto cómo una manifestación ecologista en Sainte-Soline contra las cuencas hidrográficas artificiales, era disuelta por tres mil policías que gaseaban y golpeaban a la gente. Doscientos manifestantes resultaron heridos y dos están en coma, entre la vida y la muerte. Es la forma que tienen los matones de imponer el orden.

Creo que la gente de todo el mundo habrá visto las impactantes imágenes. Muchas instituciones están preocupadas por esto, incluidas las Naciones Unidas, el Consejo de Europa y la Liga de Derechos Humanos. He presentado una moción, con los diputados de izquierdas del Parlamento Europeo, condenando la violencia policial. Pido que se debata en la sesión plenaria del miércoles. Esto está ocurriendo en un Estado miembro de la UE… ocurre, de hecho, en la tierra de la Revolución y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que defiende el derecho de resistencia a la opresión. Esto es inaceptable, y la UE debe reaccionar.

El gobierno habla de «pacificar» la situación…

Y, sin embargo, el miércoles pasado, Emmanuel Macron dijo que «en este país se legisla demasiado» en lugar de gobernar por decreto. Que había que evitar el método de las votaciones parlamentarias. ¿No es increíble que el presidente electo de un país democrático diga semejante cosa? Son pirómanos que echan leña al fuego. Deben de estar en un universo paralelo para no ver lo que la gente piensa de esto. Macron encontró tiempo para entregar la prestigiosa Legión de Honor al multimillonario y evasor fiscal Jeff Bezos, pero dijo que no estaba disponible para reunirse con los sindicatos. Eso simboliza su nivel de arrogancia y desprecio.

Macron ha afirmado ayer que France Insoumise aprovecha este momento para deslegitimar las instituciones francesas.

La estrategia es deslegitimar a la oposición, y especialmente a la Nouvelle Union populaire écologique et sociale (NUPES; coalición de izquierda), que es la fuerza política más activa y presente en las manifestaciones. A pesar de todas las mentiras y falsedades de Macron, el nivel de oposición no ha cambiado en meses. Así que la estrategia que le queda es disparar al mensajero y demonizar a la oposición que encarna una alternativa.

El gobierno seguramente quiere azuzar el miedo de la gente al caos y a la extrema derecha. Pero no debemos caer en la trampa que intentan tender. El partido de Macron se negó a respaldar a NUPES contra Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones, y ahora vuelve a hacerle el juego a la extrema derecha. Es el único responsable del ascenso del Frente Nacional.

En una democracia normal, la salida obvia a esta situación es retirar su plan o volver a las urnas, con un referéndum o unas elecciones anticipadas. Entonces será NUPES quien esté en la posición más fuerte para poder formar un nuevo gobierno.

Recuerdo haber estado en Francia en 2006 con motivo del movimiento contra el llamado Contrato de Primer Empleo (CPE), una ley que debilitaba los derechos laborales de los jóvenes trabajadores en nombre de ayudarles a ser contratados. Por aquel entonces, el gobierno de Jacques Chirac, presidido por Dominique de Villepin, aprobó la medida, pero tuvo que dar marcha atrás ante las continuas huelgas y protestas. ¿Cree que esto ocurrirá hoy, incluso sin elecciones anticipadas?

Creo que el paralelismo es bueno. Fue el primer movimiento en el que participé, cuando todavía iba al instituto. En aquel entonces, la situación estaba bloqueada y la cólera social seguía expresándose. Chirac dijo que no tenía más remedio que actuar con responsabilidad y retirar la medida. Así que si Macron puede tener dos minutos de chiraquismo, este es el momento de hacerlo. La gente no se irá a casa si se confirma la reforma de las pensiones. Tenemos que obligar a Macron a recapacitar.


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