Los socialistas ante el Metro de Madrid (1920)

Para los socialistas el relumbrón que supuso la inauguración del Metro madrileño por el rey Alfonso XIII escondía otros aspectos menos brillantes. En primer lugar, había limitaciones y deficiencias en el servicio, con interrupciones en el tráfico.

Por Eduardo Montagut 

El Socialista publicó un reportaje en mayo 1920 sobre el Metro de Madrid, es decir, unos meses después de su inauguración, hecho que se produjo, como sabemos, en octubre del año anterior. Nos interesa detenernos porque constituye una visión desde el socialismo sobre la realidad de este nuevo medio de transporte en la capital, además de conocer cómo se fraguaron los inicios de la primera organización obrera del Metro.

Para los socialistas el relumbrón que supuso la inauguración del Metro madrileño por el rey Alfonso XIII escondía otros aspectos menos brillantes. En primer lugar, había limitaciones y deficiencias en el servicio, con interrupciones en el tráfico.

Los socialistas habían consultado con empleados del Metropolitano para conocer la realidad del funcionamiento del mismo con el fin de contrarrestar el clima eufórico que se vivía sobre el servicio.

El precio del billete se fijó en 15 céntimos, cuando el pan, en el mes de octubre de 1919, costaba 70 céntimos. Al parecer, y siempre según El Socialista, el precio era de 5 céntimos más de lo esperado. En relación con los salarios de los empleados, la Compañía había establecido jornales de 2’50, 3 y 3’25 pesetas para los trabajadores de servicios secundarios. Los conductores eran pagados con 5 pts; los interventores recibirían 5’25, pero con jornada de diez horas porque estaban asimilados a jefes de estación.

Parece ser que en las últimas semanas se estaban produciendo despidos. En abril se había echado a 54 obreros y 14 mozos de estación. Los socialistas creían que estos despidos eran represalias por ser trabajadores “rebeldes”. Para suplir a estos trabajadores la empresa decidió obligar a hacer horas extraordinarias a los que quedaban. Al final, el jefe del servicio estaba colocando a amigos y parientes.

Los trabajadores habían informado al periódico que ellos trabajaban celosamente, y que los causantes del mal servicio eran los responsables, que procedían de otras compañías donde habían fracasado o porque eran muy jóvenes. Por otro lado, eran necesarios más operarios y más coches. También consideraban que las taquilleras merecían un mejor trato por parte de la Compañía. Al parecer, eran muy reivindicativas. En este sentido, en el Metro hubo un conato de conflicto a raíz de la huelga de tranviarios. Se creó una sociedad de empleados bajo la dirección de la empresa. Se trataba de la Asociación de empleados y obreros de la Compañía del Metropolitano Alfonso XIII, entre cuyos fines estaba colaborar con la empresa para crear una caja de previsión con fines sociales (enfermedad, invalidez, vejez…). Los empleados debían cotizar el 2’5% de sus haberes semanales, y la empresa aportar lo mismo que el monto total de las cuotas. La Compañía ejercía una tutela completa de la Sociedad según establecía el reglamento, además de contar con dos miembros en la Junta Directiva.

Pero los trabajadores habían comenzado a reaccionar por la situación en la que vivían a través de la distribución de una hoja en la que denunciaban a la empresa, los despidos y la actitud, considerada como vergonzosa, de haber aceptado formar una sociedad bajo la autoridad de la Compañía. Por todo ello había que organizarse, sacudirse la tutela y tener libertad de acción.

Esta iniciativa había espoleado a los trabajadores del Metro que, al parecer, decidieron crear una sociedad de resistencia, es decir, un sindicato, que se incorporaría a la Casa del Pueblo de Madrid, en relación con los trabajadores ferroviarios y de transporte. Los socialistas anunciaban que estos trabajadores del Metropolitano serían bienvenidos en la organización obrera madrileña.

Tenemos que recordar que en ese mes de mayo se vivió un claro aumento de la conflictividad social en Madrid y en Barcelona.


Hemos consultado los números 3503 y 3507 del mes de mayo de 1920 de El Socialista.

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