La Segunda Internacional siempre aprobó resoluciones contrarias al colonialismo, pero, en realidad, en el seno de los partidos socialistas europeos dominaba una visión de tolerancia basada en la necesidad de la misión civilizadora sobre los pueblos atrasados.
Por Eduardo Montagut | 7/12/2023
El debate sobre el colonialismo en la Segunda Internacional no sólo se planteó sobre la disyuntiva entre explotación y misión civilizadora, sino que presenta otra dimensión, relacionada con quiénes debían ser los protagonistas de la lucha emancipadora.
La Segunda Internacional siempre aprobó resoluciones contrarias al colonialismo, pero, en realidad, en el seno de los partidos socialistas europeos dominaba una visión mucho más matizada, de defensa o tolerancia del colonialismo en la línea defendida por el holandés Van Kol, basada en la necesidad de la misión civilizadora sobre los pueblos atrasados. Los anticolonialistas fueron siempre minoría, aunque muy activa, como lo demuestran las voces holandesas de Anton Pannenkoek, Henriette Roland-Host, del belga Louis de Brouckére y del británico Hyndam.
Pero este debate sobre el colonialismo se relaciona con otro tema fundamental en el seno del socialismo en el cambio entre el siglo XIX y el XX. Nos referimos a quiénes debían ser los sujetos revolucionarios, los protagonistas de la emancipación obrera, ¿los trabajadores de los países desarrollados europeos o los de los pueblos más atrasados o colonizados?
En primer lugar, los representantes de las posturas más radicales contra el colonialismo comenzaron por defender la lucha de los pueblos oprimidos por el imperialismo europeo. El caso británico es importante. Hyndam y la Federación Social Democrática eran profundamente anticolonialistas. En plena guerra de los boers, Hyndam alzó su voz para decir que Sudáfrica no era ni de los ingleses ni de los boers, sino de los negros. A pesar de la energía de este sector del socialismo británico, los obreros y el Partido Laborista no estaban por la labor y apoyaron al gobierno en la guerra y, en general, en la dominación colonial, especialmente en la India. Pero las aportaciones teóricas más desarrolladas y que superarían el apoyo a las luchas nacionales de los pueblos coloniales, es decir, que planteaban vías distintas para la transformación, que no pasarían por la Europa desarrollada, ni por el estadio del capitalismo desarrollado y, por tanto, no protagonizadas por el proletariado occidental vendrían de la mano de Anton Pannenkoek, Rosa Luxemburgo y Lenin.
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