Los leones del Panjshir

Veinte años después, parece que la historia vuelve a dar un giro siniestro en su espiral, con la derrota estadounidense y la rápida conquista de Kabul por el Talibán

Por Angelo Nero

El 9 de septiembre de 2001, solo dos días antes de los atentados de las Torres Gemelas, moría Ahmad Shah Masud, víctima de un atentado suicida reivindicado por al-Qaeda, en Khvajeh Ba Odin, cuando un falso periodista hizo explotar la bomba que escondía dentro de su cámara, durante una entrevista. Desaparecía así uno de los personajes más carismáticos del Afganistán contemporáneo, pero no así su legado. Fue declarado Héroe Nacional por el presidente Hamid Karzai, y el 9 de septiembre, desde que así lo declarara el parlamento afgano en 2021, se celebraba en su honor el Día de los mártires. Pero, ¿Quién era el “León del Panjshir”, como lo llamaba la prensa mundial?, ¿Por qué su figura se sigue reivindicando estos días para aunar a la resistencia afgana?.

Ahmad Shah Masud, de etnia tayika, nació un 3 de septiembre de 1953 en Bazarak, en el corazón del valle del Panjshir, aunque su niñez la pasó en Herat y Kabul, a donde la familia se tuvo que desplazar siguiendo el destino de su padre, un funcionario de la monarquía afgana, que poseía una vasta biblioteca, en la que el joven Masud comenzó a su amplia formación. Estudió en el liceo francés de Kabul y, posteriormente cursó ingeniería en el Instituto Politécnico, a la vez que aprendía varios idomas.

Cuando Masud tenía veinte años, tras el golpe de estado nacionalista de Mohammed Daud Khan, y la proclamación de la República, se unió en Peshawar a la oposición islamista liderada por Burhanuddin Rabbani de Jamiat-i Islami (Sociedad Islámica), para regresar al Panjshir dos años después en el intento de levantar la región. Cinco años estuvo combatiendo al régimen de Daud Khan, con una milicia de un centenar de guerrilleros, mal armados.

En abril de 1978 otra levantamiento militar, pero de signo comunista, depuso a Daud Khan, y proclamó la República Democrática de Afganistán, y el León del Panjshir continuó la lucha contra el nuevo régimen de Kabul, más aún, cuando, en diciembre de 1979, las tropas soviéticas entran en el país para ayudar a su aliado. Aunque, como se ha demostrado posteriormente, los EEUU ya habían comenzado a armar a la oposición islamista, denominados freedom fighters por sus aparatos de propaganda, un año antes de la ocupación.

Su leyenda creció durante estos años, convirtiendo al valle del Panjshir en un reducto inexpugnable, y derrotando a las tropas soviéticas en todos los intentos que hicieron de tomarlo, lo que le aupó a encabezar el Consejo de Supervisión, que se convirtió en el centro político del norte afgano, y a la comandancia de Jamiat-e Islami.

Mijaíl Gorbachov ordenó la retirada de sus tropas a principios de 1989, pero, aun así, el gobierno de Mohammad Najibulá consiguió mantenerse en el poder hasta 1992. En ese año la oposición islámica conquista Kabul, y Ahmad Shah Masud es nombrado ministro de defensa, en un gobierno presidido por su antiguo mentor, presidido por Burhanuddin Rabbani, aunque no tardan en desatarse las hostilidades entre las diferentes facciones islamistas.

En el recién creado Estado Islámico de Afganistán, la imposibilidad de llegar a acuerdos entre los distintos grupos que combatieron a los soviéticos, se agudizó con el ataque sobre Kabul de las milicias fundamentalistas de Gulbudin Hekmatiar, Hezbi Islami, que ya se habían medido contra las de Masud, en el Valle del Panjshir. Hekmatiar, uno de los principales receptores de la ayuda estadounidense, arrasó la capital afgana, causando miles de muertos, lo que le valió el apodo de “El carnicero”, aunque no consiguió vencer a las fuerzas de Jamiat-i Islami de Rabbani y Masud, a pesar de unir sus fuerzas con las del general uzbeko Dostum.

Mientras, en el sur, comenzaba a formarse el Talibán, al mando de un antiguo muyahidín, el mulá Mohammed Omar, que forzó a un pacto entre Rabbani y Hekmatiar, por el que esté sería nombrado primer ministro. Esto no impidió que las fuerzas insurgentes del Talibán conquistaran la capital en 1996 y declararan el Emirato Islámico, instaurando un gobierno basado en la Sharia.

Ahmad Shah Masud encabezó la resistencia desde su feudo del Panjshir, y creo, junto a Rabbani, el Frente Islámico Unido por la Salvación de Afganistán, conocido como la Alianza del Norte, creado en un principio con combatientes tayikos, a los que se les unirían, posteriormente, las milicias uzbekas de Dostum, los hazaras de Muhammad Mohaqiq, y los pastunes de Abdul Rasul Sayyaf. Esta Alianza no consiguió derrotar al Talibán, pero fue decisiva para preparar el terreno para la invasión estadounidense de Afganistán, que se materializó en diciembre de 2001.

Veinte años después, parece que la historia vuelve a dar un giro siniestro en su espiral, con la derrota estadounidense y la rápida conquista de Kabul por el Talibán. La Alianza del Norte, se ha reconstruido, con el nombre de Frente de Resistencia Nacional, bajo el liderazgo del exvicepresidente Amrullah Saleh, del exministro de Defensa, Bismillah Khan Mohammadi, y, sobretodo, del hijo del mítico León del Panjshir, Ahmad Massoud.

Ahmad Massoud, el nuevo León del Panjshir, nació en 1989, y realizó sus estudios de secundaria en Irán, para continuar con los estudios militares en la prestigiosa Royal Military Academy Sandhurst, donde se forman los oficiales del ejército británico, y en el King’s College y en la City University de Londres, para regresar a 2016 a Afganistán, donde se puso al frente de la Massoud Foundation.

“Si mi padre estuviera vivo, mostraría a los talibanes que hay un grupo fuerte dispuesto a continuar una guerra justa contra ellos”, dijo Ahmad Massoud a The Times en Kabul, “para que sepan que no deben venir aquí con la cabeza en alto. «

Hace solo un año, Ahmad Massoud recogía la antorcha de la resistencia, en el corazón del valle del Panjshir, y ante miles de devotos de su padre, se presentaba como la única alternativa al Talibán, que les juraron lealtad. “Recuerdo que en el valle de Panjshir, incluso cuando estábamos rodeados por los talibanes y estaban a solo 100 kilómetros de distancia, la gente estaba muy tranquila. Decían: Gracias a Dios, el comandante Massoud está aquí y está vivo”, dijo entonces. Ahora tiene que enfrentar la misma lucha que su padre, y en estos momentos está combatiendo, con sus leones, en el último reducto que les queda por conquistar a las tropas fundamentalistas del mulá Abdul Ghani Baradar.

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