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La película tiene tres partes y un epílogo, en el que veremos la misma historia, desde tres perspectivas distintas, la de Stergios, la de su mujer, Maria, y la de su hija, Anastasia.
Por Angelo Nero | 1/11/2024
2015 permanecerá en el recuerdo de Europa por la llegada de cientos de miles de refugiados, muchos de ellos huyendo de la guerra de Siria, pero también de Irak, de Pakistán o de Afganistán, que emprendían el camino del exilio, atravesando mares y desiertos, en una peligrosa ruta en la que muchos, no se sabe cuantos, perdieron la vida. Algunas fronteras las atravesaron como si fueran de papel, otras, como la que existe entre Grecia y Macedonia, formaron un tapón que los desesperados migrantes tuvieron que sortear como pudieron, para poder seguir su camino, principalmente, hacia Austria y Alemania, donde la mayoría de los refugiados sirios solicitarían asilo.
En este contexto se desarrolla la historia de “Lo que esconde los juncos”, la primera película de la griega Asimina Proedrou, que estrenó en 2022, con tanto éxito de crítica que fue seleccionada por su país para competir en los premios Óscar en la categoría de mejor película extranjera Asimina Proedrou, y logró seis premios de la Academia del cine griego.
En una población griega, fronteriza con Macedonia, vive Stergios (Stathis Stamoulakatos), un agricultor acosado por las deudas, que además se enfrenta a la quiebra de su cooperativa, por una gestión fraudulenta. Su mujer, Maria (Eleni Ouzounidou), es una ferviente feligresa que se encarga de recaudar fondos para la rehabilitación de la iglesia, mientras que su hija Anastasia (Eugenia Lavda), una joven enfermera, quiere escapar del férreo control familiar, para convertirse en cantante, y disfrutar del amor de su primo Christos (Christos Kontogeorgis).
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Para salir de su situación desesperada, Stergios recurre a su cuñado, Dimitris (Paschalis Tsarouchas) que le ofrece trabajo como contrabandista de inmigrantes a través del lago Doiran, pero esto desatará una sucesión de acontecimientos dramáticos, de los que su familia no saldrá sin una buena colección de cicatrices.
La película tiene tres partes y un epílogo, en el que veremos la misma historia, desde tres perspectivas distintas, la de Stergios, la de su mujer, Maria, y la de su hija, Anastasia. Cada una de las partes nos hace meternos en la piel de cada uno de los protagonistas, nos hace entender sus razones, sus equilibrios para que su mundo no se rompa, especialmente el frágil mundo de los afectos. Stergios es irascible y violento, está superado por la realidad, pero a la vez lucha por su familia, con los medios que tiene a su alcance, afronta solo decisiones difíciles, desesperadas, mientras que María rezuma ingenuidad y piedad a partes iguales, atrapada en su obediencia a la iglesia, a su marido, y en el instinto de proteger a su hija. Mientras que Anastasia quiere vivir sus sueños de juventud, sentirse querida y realizada, y vive al margen de las preocupaciones de sus progenitores.
Uno de los aspectos más destacables del film, además de las magníficas interpretaciones de los protagonistas, el la fotografía de Simos Sakertzis, que cubren de un halo poético, especialmente en las imágenes del lago, a esta historia que trata el tema de la inmigración, aunque no solo, desde una óptica diferente.
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