Los abandonos de Espinosa y Olona tienen algo en común y no es una discrepancia ideológica con Vox: ambos identificaron la llegada del tope para seguir empleando al partido como plataforma de promoción personal.
Por Lucio Martínez Pereda
La crisis en Vox ha comenzado. Se presenta mediáticamente como una disensión ideológica entre liberales y “fachas” del partido. El relato periodístico se hace con los elementos propios de la ficción dramática de una lucha entre acertados y equivocados o entre buenos y malos. En esta dramaturgia- muy ajena a la realidad- Espinosa de los Monteros es presentado como un liberal que- víctima de oscuras maniobras- se ha visto poco a poco desplazado del poder del partido por los “ iliberales ”. Pero el señor Espinosa tal y como están diciendo con ingenuidad los periodistas despistados de la izquierda- que han mordido el anzuelo conceptual que le han puesto sus colegas de derechas- no es un “ liberal”, es ultraderecha reaccionaria filo Yunque- Hazte Oír, podríamos decir que de manual.
Tras el fracaso del 23 J, el PP quiere presentarse ante la opinión pública como un partido alejado de la ultraderecha. El nuevo objetivo del Partido Popular es partir a Vox en 2 y quedarse con la parte saneada y “ liberal”
El ahora fracasado plan del PP era doble: en una primera fase Vox actuaría como muleta necesaria para alcanzar poder en ayuntamientos y comunidades. En una segunda fase- con unas elecciones que no habrían de celebrarse antes de diciembre- la ultraderecha cumpliría esa misma función de fuerza vicaria para llegar al gobierno nacional. Vox vería cumplidos 2 de sus objetivos: aumentar su poder en instituciones que gestionan dinero público, y crear, de paso, una plataforma clielentelar para premiar a los suyos por el esfuerzo realizado. Pero en el medio se cruzó un imprevisto que cortó la circulación entre estos dos vasos comunicantes: el sorprendente adelanto electoral decido por un Sánchez que- tras la derrota estrepitosa de las municipales y autonómicas- ya no tenia mucho que perder y si mucho por ganar.
El señor Espinosa de los Monteros no se va de Vox por razones ideológicas. En el relato mediático que se hace de la política siempre hay dos elementos contradictorios : el compromiso con lo ideológico- partidista, y el interés de promoción personal. El segundo, siempre y sin excepción alguna, se presenta camuflado bajo el primero
Vox llegó a la política cabalgando la ola ultraderechista mundial, contaban con alcanzar el poder aprovechando una crisis institucional y el pánico y muerte de una pandemia. Querían hacerlo rápido, pero no lo consiguieron. La inesperada derrota electoral del bloque de derechas en el 23J ha cercenado las posibilidades de Espinosa de verse nombrado ministro en un hipotético gobierno de Feijóo. Vox ya no le resulta útil como espacio de promoción personal. Los abandonos de Espinosa y Olona tienen algo en común muy alejado de la discrepancia ideológica: ambos identificaron la llegada del tope para seguir empleando al partido como plataforma de promoción personal. La única diferencia entre ambos es el calendario temporal de esta conclusión: Olona lo percibió con anterioridad.
Para finalizar: si descontamos el liberalismo económico, en la derecha española, ahora, no hay liberales políticos. Algunos – contagiados por la confusión de algunos periodistas – siguen buscando a los liberales en el lugar equivocado. Ayer un lector me preguntaba en Twitter: -¿ y quién es a su entender un liberal en España?. La respuesta fue: ahora esa corriente en la derecha no existe. Los únicos liberales que hay en España son de centro- izquierda y están en el PSOE. En España todos los perfiles políticos están girados un grado hacia la derecha por razones de largo recorrido histórico.
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