La ganadería industrial favorece la sustitución de cultivos para piensos y el uso intensivo de fertilizantes y plaguicidas y favorecen un consumo a distancia con una gran huella de carbono, aspectos estos que igualmente tienen repercusiones negativas para la salud.
Por FADSP.
Decía Marx aquello de “tengo mis principios, pero si no le gustan, tengo otro”. Esta parece ser la lógica de muchos de nuestros políticos que parecen moverse más a golpe de encuestas y previsiones electoralistas que basándose en propuestas y en evidencias científicas. Esto viene a propósito del revuelo levantado por las declaraciones del ministro Garzón, la última sobre las macrogranjas. Existe un consenso generalizado de la FAO, la UE y la OMS sobre los problemas que generan, y se supone que un compromiso de este país y de todas las CCAA sobre la necesidad de promover la ganadería extensiva sobre la intensiva, pero ya se sabe que lo mejor suele olvidarse cuando la ultraderecha negacionista y las elecciones presionan, y entonces el supuesto compromiso con el medio ambiente y los determinantes de salud desaparecen del discurso público. Merece la pena recordar algunas cuestiones de fondo.
Desde hace tiempo se conoce que el consumo de carne en España es elevado, por encima del aconsejado por la Organización Mundial de la Salud y otros organismos internacionales, así mismo que hay evidencias incontrovertibles de que un elevado consumo de carne produce serios riesgos para la salud de la población, enfermedades cardiovasculares, enfermedades renales, diabetes tipo II y cáncer, y que ese consumo excesivo no beneficia en nada la salud de las personas.
Por otro lado, la producción de carne para mantener este sobreconsumo tiene efectos muy negativos sobre el cambio climático porque favorece la ganadería intensiva, la producción de piensos en detrimento de la alimentación humana, el uso inapropiado de antibióticos, los gases de efecto invernadero y un consumo inapropiado de agua.
Las conocidas como macrogranjas producen muchos problemas a la salud y el medio ambiente, derivados de la elevada contaminación por CO2, purines y nitratos que producen y la frecuente contaminación de suelos y acuíferos. En diciembre de 2021 la UE decidió llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por la deficiente aplicación de la Directiva sobre nitratos ante malas prácticas agropecuarias Por otro lado, las macrogranjas favorecen un consumo elevado e irregular de antibióticos que son origen de numerosas resistencias microbianas.
También la ganadería industrial favorece la sustitución de cultivos para piensos y el uso intensivo de fertilizantes y plaguicidas y favorecen un consumo a distancia con una gran huella de carbono, aspectos estos que igualmente tienen repercusiones negativas para la salud. Y finalmente esta ganadería intensiva favorece las zoonosis y las mutaciones de enfermedades animales, así como su paso a los seres humanos.
Por otro lado es obvio que la calidad de la carne de estos sistemas industriales es peor que los de la ganadería extensiva (aunque obviamente reúna las condiciones para ser consumida), no hay más que comparar, por ejemplo, un jamón de un cerdo alimentado con bellota en una dehesa extremeña con el de una macrogranja. Me temo que los señores del PP estos últimos ni los han probado.
Existen pues motivos razonables para disminuir el consumo de carne propiciando una alimentación más saludable, que por otro lado tendrá un impacto muy positivo para controlar la emergencia climática y por lo tanto repercutirá a medio/largo plazo sobre la salud de las personas y del planeta, y por otro lado responde a los compromisos que tiene nuestro país con la UE y con los otros organismos internacionales (cumbre del clima, ONU, etc).
Resulta sorprendente en esta polémica no solo las declaraciones de algunos responsables de CCAA y del gobierno como el silencio de los Ministerios de Sanidad y Transición Ecológica en un tema que obviamente es también de su competencia y que tiene tantas repercusiones sobre la salud de las personas y en la lucha contra la emergencia climática.
La única ventaja de este alboroto esta en que ha puesto en la agenda pública un tema importante para nuestra salud que estaba fuera del foco del debate público. Esperemos que el debate no se quede en las declaraciones de buenas intenciones y que desde el gobierno y las CCAA se adopten medidas serias para propiciar una ganadería más sostenible y un consumo más responsable. Si se lograra habría que agradecérselo al ministro Garzón que de momento se ha llevado bastantes acusaciones injustas e injustificadas.
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