Han pasado toda la vida riéndose de los «perdedores», pero olvidan algo: la lucha lleva años y seguirá viva. Somos la memoria viva que defiende a nuestros ancestros fusilados, violadas, masacrados, exiliados, purgados.
Por Isabel Ginés | 24/07/2024
Vergüenza, asco y bajeza es lo que sentimos inevitablemente al observar las acciones emprendidas por Vox y sus cómplices, siempre afines a lo más deleznable.
El PP y Vox aprobaron en las Corts Valencianes su ley más controvertida en el primer año de su gobierno compartido, bajo la sombra de un posible recurso de inconstitucionalidad. Los populares y sus actuales socios han derogado la ley valenciana de memoria democrática y han aprobado la de “concordia”, que equipara el franquismo con el periodo democrático de la Segunda República Española. El Gobierno central ha confirmado que recurrirá estas leyes de concordia promovidas por PP y Vox en los parlamentos autonómicos donde gobierna la ultraderecha. La oposición, representada por PSPV y Compromís, ha insistido en que utilizará todas las instancias posibles para detener una norma de marcado carácter político. La ministra y secretaria general del PSPV, Diana Morant, ha confirmado que la llevarán al Tribunal Constitucional.
Bajo la premisa de que todas las víctimas son iguales, la ley elimina la memoria democrática y redefine sus conceptos, en contra de la historiografía, ampliando el periodo analizado desde 1931 hasta la actualidad, como exigía Vox. Se pasa de un texto legal con más de sesenta artículos a uno de apenas seis folios que no condena expresamente la dictadura franquista y se enfrenta a la oposición de asociaciones de víctimas y la comunidad académica. El Consell Valencià de Cultura advierte que la ley romperá repentinamente la convivencia, con graves consecuencias por el desprecio y la humillación de una parte de la población, mientras las universidades públicas afirman que tiene graves carencias científicas y propone medidas claramente insuficientes e incluso contraproducentes para los objetivos buscados.
El PP defiende que su polémica norma es una ley superadora de bandos, restaurativa por encima de revanchismos y garantiza que luchará contra el antisemitismo, el antigitanismo y la xenofobia. La diputada Marisa Gayo ha prometido que seguirán las exhumaciones y el catálogo de vestigios, así como la ayuda a víctimas de bebés robados, del Patronato de Protección a la Mujer, del Paredón de Paterna y de los campos de concentración, aspectos que el texto aprobado deja en el aire. El representante de Vox, David Muñoz, ha proclamado con orgullo que Vox ha llegado para quedarse, dirigiéndose a la oposición.
Vox proclamó que había llegado para quedarse con su soberbia y prepotencia, pero se fue. Rompió con los gobiernos. Jamás cumplen su palabra y siempre quedan en ridículo. Pero claro, no todos. Algunos se aferran a sus puestos, rompiendo con su partido o ignorándolo, porque la paga va antes que los principios. Tienen odio y pocos principios; si hay dinero, solo queda el odio y ser trepa.
Vox es una vergüenza, pero al unirse al PP, forman el tándem más peligroso, donde el PP es la marioneta y los otros manejan los hilos.
La vergonzosa ley de “concordia” por parte del PP y Vox en las Corts Valencianes representa un ultraje histórico y moral que debería llenar de vergüenza a toda persona con conciencia. Esta normativa, que deroga la ley valenciana de memoria democrática, equipara el franquismo con el periodo democrático de la Segunda República Española, un acto de revisionismo histórico que insulta a las víctimas de la dictadura y a la inteligencia de cualquier persona con alma y corazón.
Y no olvidemos que les gusta que nuestros muertos estén en las cunetas, que los familiares sean silenciados y seguir humillándonos. Han pasado toda la vida riéndose de los «perdedores», pero olvidan algo: la lucha lleva años y seguirá viva. Somos la memoria viva que defiende a nuestros ancestros fusilados, violadas, masacrados, exiliados, purgados. Defendemos a las mujeres del patronato de mujeres, aquellas a quienes les robaron sus bebés. Somos la semilla creciente que plantaron aquellos que lucharon por la vida y por la libertad. Aquellos que pasaron años en la cárcel solo por luchar por una España mejor. Pueden crear leyes humillantes y terribles, pero seguiremos en la lucha y en la calle. Jamás lograrán acallarnos ni hacer que dejemos de luchar. Sus humillaciones son gasolina para tener más fuerza y ganas de demostrarles que el fascismo es de personas malas, seres poco humanos y sin conciencia. Somos los luchadores de la memoria y nadie puede con nuestra dignidad e integridad.
La desvergüenza con la que el PP y Vox han impulsado esta ley es asombrosa. La justificación de que «todas las víctimas son iguales» es una manipulación cínica que pretende borrar las atrocidades de la dictadura franquista, minimizando el sufrimiento de miles de personas perseguidas, torturadas y asesinadas bajo un régimen fascista. El genocida mató en su día y estos quieren su legado a través de leyes de la vergüenza.
El gobierno autonómico manipulado y carente de dignidad se aleja aún más de la transparencia y la responsabilidad, elementos esenciales para una gestión pública honesta y eficaz.
El argumento del PP de que esta ley es «superadora de bandos» y «restaurativa por encima de revanchismos» es una falacia. En realidad, no es más que un intento descarado de neutralizar la memoria histórica y de evitar la rendición de cuentas por las atrocidades cometidas. La promesa de continuar con las exhumaciones y la ayuda a las víctimas de bebés robados, mientras se deja en el aire en el texto aprobado, es una muestra más de la hipocresía y la falta de compromiso real con la justicia histórica.
En definitiva, la ley de “concordia” es un ataque a la verdad, a la justicia y a la memoria de aquellos que sufrieron bajo la dictadura franquista, de quienes sufrieron a mano del genocida y sus secuaces. Son cómplices. Es una vergüenza que una democracia moderna como la nuestra permita que tal aberración legislativa.
La justicia no consiste es tratar a todos por igual, sino a cada uno según sus circunstancias. No se puede equiparar a las víctimas de ETA o del bando «nacional» con los republicanos fusilados. Unos han sido durante 40 años ensalzados como héroes nacionales, los otros considerados criminales. Las familias de unos han sabido donde estaban, les han enterrado con honores, les han ayudado a medrar en la postguerra, las de los republicanos no han podido ni enterrarlos dignamente porque no han sabido dónde estaban, y en la posguerra han estado estigmatizados por el «delito» de ser familiares de un republicano.
No, eso no es justicia, así no se curan heridas históricas sino que se generan nuevas al permitir nuevamente la discriminación entre los españoles.
Gracias Isabel por no permitir que esto se olvide.