La guerra paralizaría en Alemania la actividad económica, deteniéndose la exportación, y sin poder exportar era imposible que el Imperio germano sobreviviese.
Por Eduardo Montagut
En marzo de 1915, cuando ya se llevaban unos meses de guerra, los socialistas españoles se acordaron de una profecía de Auguste Bebel, fallecido en agosto de 1913, y que rescatamos nosotros en otro presente bélico.
En 1900 había publicado el imprescindible socialdemócrata alemán un folleto titulado “El ejército permanente y las milicias populares”, donde decía: “Cualquier guerra que surja entre dos potencias de Europa se transformará inevitablemente, con matemática precisión, en una guerra europea”.
A la pregunta de cuál sería la suerte del Imperio alemán en el caso de que, declarada la guerra, Inglaterra se aliase con los adversarios de Alemania, Bebel contestó que la escuadra alemana era inferior a la inglesa, que se cuidaba de ir creciendo para seguir conservando su superioridad. Alemania perdería casi inmediatamente sus colonias nada más declararse la guerra. Japón, al unirse inevitablemente a Inglaterra, terminaría con las conquistas germanas realizadas en el Extremo Oriente, provocando un alto coste económico. Por fin, la flota mercante alemana perecería porque Inglaterra se apoderaría de todos sus barcos.
Pero, además, la guerra contra Francia, opinaba Bebel, ayudada por Inglaterra y Rusia, provocaría la completa destrucción de la potencia germánica. Francia recobraría Alsacia y Lorena, y podría llegar a apoderarse de la orilla izquierda del Rin.
Rusia, por su parte, podría realizar su sueño de dominio de la antigua Polonia, queriendo, además, apoderarse del Niemen y del Vístula, y tal vez de algún puerto marítimo.
La guerra paralizaría en Alemania la actividad económica, deteniéndose la exportación, y sin poder exportar era imposible que el Imperio germano sobreviviese. Eso generaría falta de trabajo. Pero también se paralizaría la importación y Alemania tampoco podía vivir sin importar. La consecuencia sería el hambre.
El periódico español recordaba que cuando en 1900 se publicó este trabajo, los gobernantes alemanes se burlaron. En el artículo se afirmaba que si en las presentes circunstancias (y todavía era pronto para ver las consecuencias del conflicto, añadimos nosotros) de marzo de 1915 esas autoridades recordasen lo dicho por el socialista, seguramente no sería “la risa la sensación” que sintieran.
Hemos consultado el número 2108 de El Socialista, de 2 de marzo de 1915.
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