La política detrás del escándalo del Shin Bet de Netanyahu y el factor Trump

Las acciones de Netanyahu han violado un tabú de larga data, exacerbando aún más la crisis interna ya sin precedentes de Israel.

Por Ramzy Baroud | 22/04/2025

En apenas 24 horas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, nominó a Eli Sharvit como nuevo jefe del Shin Bet, la agencia de seguridad interna de Israel, sólo para retractarse rápidamente de la nominación.

Este episodio resalta la falta de coherencia en el liderazgo de Netanyahu, reforzando la percepción de que las decisiones en los niveles más altos del gobierno se toman impulsivamente y sin un plan claro.

También sirve como prueba adicional de que Netanyahu es fácilmente manipulado , no sólo por sus aliados extremistas de derecha en la coalición, sino también por fuerzas externas, gobiernos extranjeros y, como informaron los medios israelíes, incluso su esposa, Sara.

Este caótico proceso de toma de decisiones explica la profunda desconfianza que los israelíes tienen en sus líderes. Encuestas de opinión recientes muestran que un porcentaje significativo de israelíes desconfía de su gobierno y pide nuevas elecciones o la dimisión de Netanyahu.

Esta desconfianza se ha atribuido al fracaso de Netanyahu en prevenir los ataques del 7 de octubre y a su incapacidad para ganar la guerra convertida en genocidio en Gaza.

Pero el problema va más allá de estos fracasos. Los israelíes han perdido la confianza en Netanyahu porque no lo ven como un líder que actúe en beneficio de la nación. Se ha afianzado tanto en el poder que está dispuesto a incitar conflictos civiles en Israel solo para mantener su posición.

Como resultado, no debería sorprender que Netanyahu también esté dispuesto a sacrificar las vidas de más de 15.000 niños en Gaza, junto con decenas de miles de civiles inocentes, sólo para comprar más tiempo en el cargo.

El escándalo del Shin Bet, sin embargo, es el ejemplo más claro hasta la fecha de la corrupción y el mal criterio de Netanyahu.

La política israelí es notoriamente inestable, y las coaliciones rara vez perduran. En ese contexto, el gobierno fragmentado de Netanyahu podría verse como un reflejo de la historia de inestabilidad política de Israel.

El conflicto actual entre el gobierno y los militares, aunque inusual, también puede entenderse como parte de una tendencia creciente en la que la derecha israelí busca controlar todas las instituciones, incluidas las fuerzas armadas, que históricamente se han considerado separadas de la política.

Los acontecimientos del 7 de octubre y la guerra fallida que le siguió —ambos ahora objeto de investigaciones críticas— han destrozado el frágil equilibrio que permitió a Netanyahu y su coalición de derecha mantener el poder sin provocar un disenso masivo.

La presión pública israelí ha demostrado ser un factor clave en este equilibrio. Por ejemplo, la indignación pública obligó a Netanyahu a restituir en su cargo al exministro de Defensa Yoav Gallant en abril de 2023.

Sin embargo, 18 meses de guerra en Gaza, Líbano y ahora Siria han dado a Netanyahu la influencia para usar el estado de emergencia como herramienta para aplastar a la oposición, sofocar el disenso e ignorar los llamados a que termine la guerra y se alcance un acuerdo final.

Ahora ha convertido la guerra en una plataforma para promover una agenda política interna que no había logrado implementar en los años previos al 7 de octubre. Pero el Shin Bet es un asunto completamente distinto.

Fundado por el primer Primer Ministro de Israel, David Ben-Gurion, en 1949, el Shin Bet ha sido durante mucho tiempo la piedra angular de la seguridad interna de Israel.

Si bien la misión principal de la agencia es la lucha contra el terrorismo, la recopilación de inteligencia y la protección de los funcionarios israelíes, su papel tiene una importancia mucho mayor para la estabilidad del Estado.

Uno de los principales objetivos del Shin Bet es prevenir el espionaje y la subversión interna. Dadas las fallas de inteligencia expuestas por los sucesos del 7 de octubre, cualquier reestructuración significativa de una agencia tan crucial podría ser desastrosa para Israel.

Aunque el jefe del Shin Bet reporta directamente al primer ministro, siempre se ha entendido que el cargo debe mantenerse al margen de las luchas políticas internas. Por lo tanto, la decisión de Netanyahu de despedir a Ronen Bar el 2 de marzo conmocionó a la sociedad israelí, incluso más que sus decisiones de destituir al exjefe de Estado Mayor Herzi Halevi o al ministro de Defensa Gallant.

Las acciones de Netanyahu han violado un tabú de larga data, exacerbando aún más la crisis interna ya sin precedentes de Israel.

El ex jefe del Shin Bet, Nadav Argaman, incluso ha amenazado con revelar información secreta, lo que indica que la agencia está preparada para involucrarse en esta lucha de poder interna, que algunos temen podría escalar hasta convertirse en una guerra civil.

Pero la cancelación de la nominación de Sharvit, que habría ocupado el puesto de Bar, es quizás el aspecto más revelador de esta crisis. Pone de relieve la errática toma de decisiones de Netanyahu y fortalece a sus oponentes, quienes ansían derrocarlo. Como lo expresó el líder de la oposición israelí, Yair Lapid , Netanyahu se ha convertido en una amenaza existencial para Israel.

Algunos analistas han sugerido que el cambio de postura de Netanyahu se debió a la presión estadounidense, especialmente porque Sharvit había escrito un artículo criticando al presidente estadounidense Donald Trump.

Si bien algunos ven esto como evidencia de que la agenda de Netanyahu está en gran medida determinada por Estados Unidos, estas conclusiones son una simplificación excesiva. Si bien Estados Unidos ejerce una influencia significativa, las decisiones de Netanyahu están condicionadas por una compleja serie de factores.

Netanyahu se empeña en presentar la retirada de la nominación de Sharvit no como una señal de servilismo político, sino como una concesión estratégica o una apertura a Trump. Su objetivo es obtener el apoyo continuo y total de Estados Unidos para su agenda bélica en Gaza y en todo Oriente Medio.

En definitiva, esta agenda de guerra perpetua no se rige por ninguna ideología política coherente. El único objetivo de Netanyahu sigue siendo mantener su coalición política y asegurar su supervivencia política, nada más y nada menos.


Ramzy Baroud es periodista y editor de The Palestine Chronicle. Es autor de seis libros. Su último libro, coeditado con Ilan Pappé, se titula «Nuestra visión para la liberación: Líderes e intelectuales palestinos comprometidos se pronuncian». El Dr. Baroud es investigador sénior no residente del Centro para el Islam y Asuntos Globales (CIGA). Su sitio web es www.ramzybaroud.net

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