¿qué queremos decir cuando hablamos de una “Nakba permanente”? Lo que eso significa es que la Nakba se repite cada año (cada día, de hecho) y cada nuevo episodio de expansión colonial israelí no es más que una repetición de la misma
Hace más de 75 años escritores, intelectuales, historiadores y políticos críticos comenzaron a incorporar un nuevo término conceptual al léxico internacional: “al-Nakba”.
Literalmente “la catástrofe”, la Nakba ha definido (y probablemente mutilado) la identidad palestina. Es el término con el que se hace referencia a un momento específico de la historia palestina, pero también es una realidad presente hoy en día.
Es habitual que en las conmemoraciones anuales se considere a la Nakba como un acontecimiento singular, que se inició y terminó a finales de la década de 1940, cuando las fuerzas sionistas llevaron a cabo la expulsión masiva de sus hogares ancestrales y la limpieza étnica del pueblo palestino. Pero aunque la Nakba se conmemore cada mes de mayo, la única razón por la que se elige ese mes es porque evidencia el momento histórico en que la comunidad internacional legitimó las masacres y baños de sangre sionistas al reconocer al Estado de Israel.
Pero esos baños de sangre nunca terminaron. El reciente ataque israelí a Gaza que mató a 33 personas, la mayoría civiles y niños, es una prueba de que la Nakba continúa.
Pero, ¿qué queremos decir cuando hablamos de una “Nakba permanente”? Lo que eso significa es que la Nakba se repite cada año (cada día, de hecho) y cada nuevo episodio de expansión colonial israelí no es más que una repetición de la misma. Ha continuado en las innumerables masacres y expulsiones cometidas contra los palestinos desde 1948, y continúa hoy día en lugares como Gaza, Masafer Yatta, Hebrón, Nablus, Yenín, Belén, al Naqab y la totalidad de Palestina, desde el río Jordán hasta el mar.
En conjunto, estos innumerables desplazamientos configuran la Nakba como una estructura histórica. La «Nakba permanente» no es una metáfora, sino la afirmación de una realidad existente. Repudia la noción de que la Nakba es un momento congelado de la historia, y rechaza reducir la experiencia palestina a una desgracia trágica pero puntual.
En otras palabras, la Nakba no fue un acontecimiento, sino que es una trayectoria histórica.
Nakba significa eliminación
Sin la Nakba, Israel no puede existir. El «Plan Dalet», el plan maestro sionista para la limpieza étnica de Palestina, utilizó de forma instrumental las masacres para obligar a la población palestina a huir por temor a perder la vida. La magnitud y el alcance de estas masacres siguen saliendo a la luz gracias a la documentación histórica, la recopilación de archivos históricos y el descubrimiento de fosas comunes en donde las milicias sionistas enterraron a los mártires de la Nakba. Los testimonios orales también revelan el heroísmo y la valentía del pueblo palestino al resistir estas masacres y luchar hasta el último aliento.
Este es el contexto en el que se fundó Israel: sobre las ruinas de la Palestina histórica y los escombros de las 500 aldeas palestinas destruidas por las organizaciones paramilitares y terroristas Haganá, Irgún, Palmaj, la banda Lehi-Stern y, después de mayo de 1848, el ejército israelí.
Fue en medio de este proceso, en 1948, cuando el escritor y pensador nacionalista sirio y árabe Constantin Zureiq acuñó el término «Nakba» por primera vez por en su obra Ma’na al-Nakba (El significado de la Nakba). Fue empleado por primera vez en octubre y noviembre de 1948 por Zureiq y colegas como el Dr. George Hanna para referirse a lo que el establecimiento del Estado israelí significaba para los palestinos: la eliminación de Palestina y de la existencia palestina.
En la actualidad el Museo Givati, situado a 78 kilómetros del Jerusalén ocupado, celebra los crímenes cometidos por el sionismo durante la Operación Yoav, cuando el recién creado ejército israelí se apoderó del sur de Palestina, entre el 15 y el 22 de octubre. Las masacres también se explican profusamente en el Museo Herlz, el Museo Rishon LeZion, el Museo Palmach y el recientemente renovado Independence Hall en lo que ahora es Tel Aviv, una ciudad construida sobre las ruinas de al menos siete aldeas y pueblos palestinos.
De este modo, la creación del Estado de Israel y el intento de eliminación del pueblo palestino fueron una misma cosa, dos procesos mutuamente constitutivos. En otras palabras: la Nakba es la realidad que subyace bajo cada celebración de la “independencia” de Israel.
La pacificación de los supervivientes
Los palestinos que viven en el exilio impuesto y en la diáspora constituyen más de la mitad de toda la población palestina, estimada en 14 millones de personas (1).
Esto significa que los palestinos que quedan dentro de Palestina son menos de la mitad y están diseminados dentro de pequeñas zonas en Gaza, Cisjordania, Jerusalén y las pocas ciudades y pueblos que permanecen bajo control israelí.
Una estrategia básica empleada por las milicias sionistas para mantener activa la Nakba fue emplear el método de divide y vencerás usado por el Imperio Británico para la dominación colonial. Esto incluye dividir a la población palestina en términos geográficos, culturales, políticos, lingüísticos y de violencia.
Dentro de las fronteras de lo que se reconoce como Estado de Israel (las tierras ocupadas por Israel en 1948), solo permanecen 1.700.000 palestinos. Miles de estos son “presentes- ausentes”, desplazados internos con nacionalidad israelí que fueron expulsados a la fuerza de sus aldeas y reubicados a unos pocos kilómetros de distancia. Los tribunales israelíes les impiden regresar a esas aldeas. Así que dichos palestinos están diseminados por toda Galilea, el Triángulo (2) y el sur de Palestina y se enfrentan a una dura vigilancia policial, a la delincuencia organizada fomentada por las autoridades israelíes, a políticas discriminatorias y a la supresión de su expresión de identidad, su lengua y su cultura palestina.
Casi un tercio de la población de Cisjordania, cerca de un millón de personas, son refugiados palestinos que continúan sometidos a incursiones militares y masacres intermitentes a pequeña escala.
En Gaza, más de un 70% de sus habitantes (más de un millón y medio) son asimismo refugiados. El más reciente ataque israelí a la Franja mató a 33 personas, la mayoría civiles y niños.
Todo esto demuestra que la Nakba continúa presente. Dondequiera que estén, los palestinos se ven sometidos a procesos de eliminación, lo que evidencia que el objetivo final del sionismo es la negación de la misma existencia de Palestina.
La resistencia ante la Nakba
Cuando mi propio abuelo recuerda los sucesos de la década de los 40, siempre regresa al momento en que reunió las partes del cuerpo de su padre (3). Mi abuelo cumplía los 18 años aquel día y en vez de empezar la carrera de medicina se convirtió en un luchador de la resistencia.
Esto resume la dinámica de resistencia que ha generado la Nakba. Los dolores de la Nakba empujaron a los palestinos hacia la confrontación en un momento en que otros Estados árabes estaban en proceso de descolonización.
Al igual que mi abuelo, las generaciones actuales no han perdido el ímpetu de transformar el dolor en rabia. Durante mi cobertura del resurgimiento de la resistencia armada en Cisjordania en los últimos dos años, los jóvenes con los que me encontré se hicieron eco de este dolor.
«Hace casi quince años lo mataron delante de mí», declaró Abu Bashir, de 30 años, combatiente del grupo de resistencia armada La Guarida de los Leones, a Mondoweiss el pasado octubre. A su amigo le dispararon desde un tanque militar israelí estacionado cerca de su casa durante los días de la Segunda Intifada en Nablús. Al darse cuenta de su propio sentimentalismo, Abu Bashir se rió ante el morboso recuerdo como si el eco de su risa pudiera borrarlo.
Cuando los actuales combatientes de la resistencia armada palestina recuerdan lo que provocó sus ganas de enfrentarse a los colonos y al poder militar israelíes, casi siempre es el asesinato de alguien querido. En Yenín, el principal dirigente y combatiente de la resistencia armada, Nidal Khazem, asesinado el pasado marzo antes de cumplir 29 años, compartía un sentimiento similar: «Vienen aquí y matan a nuestros amigos», dijo a Mondoweiss meses antes de su brutal ejecución. «Cuando mataron a mi primo», confesó Khazem aquella noche, «yo y otros cinco combatientes nos unimos [a la resistencia armada]».
Estas continuidades históricas vinculan la resistencia a la Nakba con la resistencia palestina contemporánea. Es un rechazo a ser eliminado, pero también un deseo de vengar a sus seres queridos. Lo que hoy se conoce como la práctica israelí de «asesinatos preventivos selectivos» no es más que una continuación del pasado. Lo que se hace evidente es que el olor a muerte y las ejecuciones no son un recuerdo sino una lenta y continuada matanza.
Nunca más
En 2021, durante el Levantamiento de la Unidad, las turbas de linchamiento de colonos en Haifa, Lydd, Jaffa y Tel Aviv marcaron las puertas de apartamentos y casas palestinas con el fin de identificarlas fácilmente para asaltarlas posteriormente. Fue una de las primeras veces que presencié a palestinos de Cisjordania ofrecer sus casas a palestinos con ciudadanía israelí. «Podéis venir a dormir a Ramala hasta que sea más seguro volver a casa», recuerdo que les dije a unos amigos.
Esa frase evocó una escena similar a la de los palestinos que escapaban de las masacres de 1948 y de la violencia de las milicias sionistas. Esos palestinos, ahora refugiados, intentaron encontrar asilo con sus familias en las ciudades vecinas pensando que era temporal. Más de siete décadas después Israel persigue activamente a los hijos de esos refugiados dentro de los campos.
El pasado 15 de mayo fuerzas militares y de operaciones especiales encubiertas israelíes invadieron los campos de refugiados en toda Cisjordania, desde Balata y Askar, cerca de Nablús, hasta Aqbat Jabr, en Jericó, en el sur, y el campo de refugiados de Yenín, en el norte. Según noticias locales y testigos presenciales que hablaron con Mondoweiss, la invasión incluyó al menos ocho de los 19 campos de refugiados de Cisjordania. En la semana previa a la 75ª conmemoración de la Nakba, entre el 9 y el 15 de mayo, Israel mató a 40 palestinos, con lo que el número de palestinos muertos este año hasta el momento de redactar este informe ascendía a 153, 26 de los cuales eran niños. Esa semana y las semanas, meses y años anteriores fueron una morbosa demostración del significado de la Nakba.
Es la implicación de ese significado -que la campaña para expulsarnos de nuestras tierras continúa- a lo que los palestinos siguen resistiendo. Como dijo Fuad Khuffash, de 43 años, a Mondoweiss el 8 de marzo, casi dos semanas después de que su establecimiento fuera incendiado durante el pogromo de colonos en Huwwara: «La expulsión y el desplazamiento de los palestinos [y su conversión] en refugiados fue un error en 1948, y no permitiremos que se repita.»
“Aquí estamos plantados, aquí tenemos nuestras raíces. Esta es nuestra tierra y nuestro hogar”, afirmó Khuffash, reflexionando sobre el pogromo de Huwwara. “La Nakba es algo que no se repetirá en la historia del pueblo palestino”, prometió.
N. del T.:
(1) De estas, 5,3 millones viven en el Estado de Palestina (3,2 millones en Cisjordania y 2,1 millones en Gaza), 1,7 millones en los territorios de 1948 y casi 7 millones en la diáspora (6,3 millones en países árabes y unos 750.000 en otros países) (Datos de finales de 2021).
(2) Llámase así al conjunto de ciudades y pueblos árabe-israelíes ubicados en la Llanura de Sharon, en la frontera oriental del Distrito Central y el Distrito de Haifa, una zona destinada a convertirse en parte del Estado árabe de Palestina y ocupada por el ejército israelí en la guerra de 1948.
(3) “Ese día cumplía 18. Había ido a cortarme el pelo porque esperábamos visitas. Se produjo un atentado con bomba en la plaza del Reloj de Jaffa. Yo cogí la bicicleta de mi hermano y pedaleé como nunca antes. Mi padre trabajaba en esa zona. Cuando llegué, la bomba había destrozado los miembros de mi padre. Fue un atentado sionista. Y allí estaba papá… uno de sus brazos en un rincón y el resto del cuerpo en otro. Era el 4 de enero, así que hacía frío. Recuerdo ver una chaqueta. Recogí el cuerpo desmembrado de mi padre”. Extracto de otro artículo recordatorio de la autora.
Mariam Barghouti es la corresponsal de Mondoweiss en Palestina.
Fuente: https://mondoweiss.net/2023/05/the-nakba-was-not-an-event/
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