La historia de los 21 estudiantes saharauis que escaparon a Ceuta en el 85

“La lucha armada con los medios adecuados y actualizados es la única vía para desangrar, militar, económica y socialmente a Marruecos”.

Por Héctor Santorum | 17/02/2024

A partir del verano de 1985, un grupo de estudiantes del Instituto Español de Tánger y del de Tetuán comenzó a gestar la idea de abandonar Marruecos. Aquellos en Tánger se encontraron con Eugenio Sánchez Suárez, piloto de Aviaco, quien les ofreció una posibilidad relativamente segura para escapar del país.

Durante su estancia en Marruecos, los estudiantes organizaron grupos con la ayuda de Eugenio, dejando algunas asignaturas pendientes para poder regresar a Tánger sin levantar sospechas. En septiembre, eligieron dos días y partieron por vía terrestre en grupos separados.

La salida de Marruecos hasta Ceuta siempre fue clandestina; desde finales de 1985, cuando las autoridades españolas en Ceuta intentaron entregar a la policía marroquí a los 21 saharauis que habían pedido asilo político, también escaparon de esa ciudad utilizando todas las medidas de protección de la clandestinidad.

El 3 de septiembre de 1985, cinco saharauis que lograron escapar de Marruecos y llegaron a Ceuta contactaron al médico terapeuta Lucas del Valle, residente en la ciudad. «Venían en muy mal estado, demacrados y enfermos, cansados, con la ropa hecha jirones. Yo sabía que eran saharauis, y además estaba en la obligación de ayudarles y echarles una mano», declaró después. Al día siguiente llegaron otros dos saharauis fugados de Marruecos, completando así la lista de los 21. Todos fueron llevados directamente a la comisaría. «El día 12, cuando solo había siete en mi casa, varios números de la policía nacional y policías de paisano se presentaron con una orden judicial en mi domicilio, donde se alojaban los jóvenes huidos, y después de un registro ordenado y con buen trato, los llevaron a todos a la comisaría».

En la comisaría, les informaron delante de Antonio Olondrís, miembro del comité ejecutivo de Amnistía Internacional, de Eugenio Sánchez y de Lucas del Valle, que iban a ser repatriados inmediatamente y entregados a la policía marroquí. Pero cuando revelaron su afiliación a Amnistía Internacional, la actitud de las autoridades cambió radicalmente.

Fueron trasladados a la residencia de ancianos Nazareth, donde permanecieron poco más de un mes, hasta que los enviaron a Túnez por vía aérea y, finalmente, a los campamentos saharauis cercanos a Tinduf, donde llegaron el 18 de octubre, siendo recibidos de manera apoteósica.

Mohamed Boutinguiza es uno de los jóvenes saharauis que formaron parte de los 21 que escaparon de Marruecos para encontrar refugio en los campamentos saharauis cerca de Tinduf.

Héctor Santorum: ¿Qué fue lo que te motivó a considerar la idea de escapar de Marruecos?

Mohamed Boutinguiza: Al igual que resto de amigos y compañeros saharauis, habíamos vivido el proceso traumático, convulso y salvaje de la ocupación del Sáhara por parte de Marruecos; hemos crecido sufriendo la injusticia y la opresión hacia nuestra gente en nuestro territorio; así que la idea de llevar a cabo alguna acción para infligirle a Marruecos una derrota más, poner en evidencia la ocupación marroquí y rechazar sus estrategias asimilación siempre ha estado ahí.

Por otra parte, teníamos la ilusión de participar en la lucha saharaui contra la ocupación.

Llevábamos años estudiando en el Instituto Español de Tánger (Severo Ochoa), cuando la oportunidad surgió, al entrar en contacto un compañero de nuestro grupo con Eugenio Sánchez Suárez.

Tenía que ser una acción controlada y segura para nosotros pero que a la vez tuviera la repercusión idónea para arrojar luz sobre las atrocidades de Marruecos y evidenciar el rechazo a la ocupación marroquí, expresado esta vez a través de un grupo de jóvenes que habíamos vivido la mayor parte de nuestra vida bajo la ocupación de Marruecos.

Héctor Santorum: ¿Cómo fue tu encuentro con Eugenio Sánchez Suárez y cómo valoras su papel?

Mohamed Boutinguiza: El encuentro con el gran Eugenio fue ver la luz al final del túnel, fue ver materializado aquello que habíamos soñado y acariciado muchas veces. Su papel en todo el proceso ha sido nuclear y determinante; pero su papel no solo se limita a nuestra huida de Marruecos para incorporarnos al Frente Polisario.

Su entrega, generosidad, implicación y lucha en pro de la causa saharaui va mucho más allá de lo que yo pueda describir en esta entrevista.

Todo el proceso lo habíamos organizado con Eugenio, él en realidad era el arquitecto jefe de toda la operación, hacía de enlace con el Frente Polisario, con los colaboradores en Ceuta, como Lucas del Valle, etc.; y con él organizábamos todos los pasos, que en alguna que otra ocasión hubo que improvisar sobre la marcha.

Héctor Santorum: ¿Cuál fue el proceso de organización del grupo al que pertenecías para planificar la huida? ¿Cómo fue ese mes en Ceuta y qué intentos hizo Marruecos para que volvierais?

Mohamed Boutinguiza: Para garantizar la operación, decidimos organizarnos a modo de células independientes, los primeros que estaban al tanto de la operación sólo podían avisar a aquellas personas que supieran que aceptarían la idea de escapar de Marruecos (para ir

al Frente Polisario) pero sin revelarle quien más participaba.

Para volver a Tánger en septiembre después de las vacaciones de verano sin levantar sospechas, decidimos dejar alguna que otra asignatura pendiente en junio para hacer el examen de recuperación en septiembre, como se hacía antes.

Llegado el día acordado nos separamos por pequeños grupos y logramos entrar a Ceuta, no sin haber afrontado algún que otro obstáculo inesperado.

Una vez en Ceuta, nos fuimos reuniendo en el piso de Lucas, lo que evidentemente no tardó en llamar la atención de los vecinos y por tanto, de los servicios de seguridad…

Descubierto el plan, decidimos adelantarnos a los servicios de seguridad y nos presentamos en la comisaría de policía para plantearles lo que pretendemos: somos saharauis y venimos escapando de la represión y ocupación marroquí, no deseamos quedarnos en España, sino que solicitamos asilo político de tránsito para ir al Frente Polisario.

Evidentemente nuestra presencia y planteamiento ha puesto a España en una situación embarazosa e incómoda. Inmediatamente, el Frente Polisario empezó a reclamarle a España que nos liberara para ir a los campamentos saharauis y le dio eco a nuestra situación en todos los foros internacionales; mientras tanto Marruecos había recurrido a emisarios saharauis para intentar negociar nuestra vuelta bajo promesas de “colmar todos nuestros deseos y demandas” (becas para ir a estudiar al extranjero, puestos de trabajo, etc.)…

Después de hablar con algunos de ellos les dejamos claro que lo único que podíamos discutir era la posibilidad de incorporar a alguno de ellos a nuestro grupo, a lo que uno de ellos accedió de buena gana. Pero el asunto no acabó bien, porque las autoridades españolas se negaron y la noticia llegó a oídos del Majzén y desgraciadamente le supuso al chico unos cuantos años de cárcel.

Pasamos alrededor de un mes en la residencia Nazaret esperando el desenlace, pues España por un lado no quería enfadar a Marruecos dejándonos ir al Frente Polisario y por otro no podía devolvernos a Marruecos debido a las presiones de organizaciones internacionales…

Las autoridades españoles para intentar sortear el asunto y librarse de la patata caliente, nos plantearon la posibilidad de ir a un tercer país que no fuese Argelia; y allí estuvimos rellenando papeleo…

Hasta que un buen día y en un halo de secretismo y misterio, se presentan agentes de seguridad con furgones y nos llevan directamente a la bodega de un barco, donde subimos a un autobús, que una vez en la península nos llevaría directamente a Barajas.

Al subir al avión, acompañados de unos cuantos agentes y algún que otro “miembro de organización humanitaria”, aparece Eugenio vestido de comandante de vuelo (como tal, tenía acceso a las dependencias) en la puerta del avión y desliza una notita en un trozo de papel a uno de los compañeros: vamos a Túnez para luego ir al Frente Polisario.

Héctor Santorum: ¿Cuáles fueron los mayores desafíos que enfrentaron durante el viaje hacia el Frente Polisario?

Mohamed Boutinguiza: Lo que en todo momento fue como una espada de Damocles era la incertidumbre y falta de comunicación.

Teniendo en cuenta las presiones y el archiconocido chantaje de Marruecos a España y los incidentes de los barcos pesqueros que por entonces faenaban en la costa saharaui y fueron capturados por Frente Polisario (posteriormente liberados), nos temíamos lo peor, todo aquello no parecía presagiar nada bueno.

Héctor Santorum: ¿Cómo fue recibido el grupo por el Frente Polisario una vez que llegaron?

Mohamed Boutinguiza: No éramos conscientes del todo de la repercusión que había tenido nuestra huida y lo que conllevaba.

Fuimos recibidos con una gran alegría por parte de la población y las autoridades saharauis en los campamentos de refugiados; aquello había supuesto otra derrota sonora más para Marruecos y había desnudado sus vergüenzas.

Estuvimos varias semanas de gira por todos los campamentos y acompañados por periodistas llegados de diferentes países.

Héctor Santorum: ¿Qué impacto crees que tuvo esta experiencia en tu vida y en tu percepción de la lucha saharaui?

Mohamed Boutinguiza: Ha sido un punto de inflexión en mi vida a nivel personal y un cambio crucial en la manera de ver la lucha del pueblo saharaui por su independencia y su libertad.

Supuso una inmersión en el ejercicio de la lucha contra la invasión en todos los niveles, así como una carga en la toma de conciencia e identidad nacional.

Héctor Santorum: ¿Qué mensaje tienes para aquellos que están luchando por la libertad?

Mohamed Boutinguiza: Los que luchan por la libertad son el mensaje y la luz hacia la solución, son la inspiración y la garantía de la continuidad y la preservación de la identidad.

La libertad y los derechos no se regalan, se conquistan a base de lucha y resistencia en todos los ámbitos.

Héctor Santorum: ¿Qué queda del grupo de los 21 jóvenes saharauis tanto tiempo después de esa experiencia de huida y de integración en el Frente Polisario?

Mohamed Boutinguiza: De aquellos 21 jóvenes quedan 21 hombres que peinan canas, algunos desempeñando responsabilidades políticas, diplomáticas y militares en el Frente Polisario, otros en la sociedad civil de los campamentos de refugiados y algunos dispersos en la diáspora en Europa.

Héctor Santorum: ¿Cuál es tu visión actual de la lucha por la liberación nacional?

Mohamed Boutinguiza: Evidentemente contra la ocupación y la injusticia hay que luchar en todos los frentes y a todos los niveles posibles, pero no todos los medios ni todas las herramientas surten efectos similares.

Parece que desde la ruptura del alto el fuego, la lucha vuelve al rumbo eficaz, que es la lucha armada; pues no es secreto para nadie que la legalidad y el derecho internacional están del lado de la causa saharaui, pero eso no significa que la comunidad internacional vaya a hacerle justicia ni mucho menos.

La lucha armada con los medios adecuados y actualizados es la única vía para desangrar, militar, económica y socialmente a Marruecos; y por tanto, es la manera de sentar las bases y crear las condiciones para la solución, sobre todo si tenemos en cuenta los esfuerzos que ha venido haciendo el régimen marroquí para inundar la región ocupada del Sahara Occidental de legiones de colonos para alterar drásticamente la realidad demográfica y a apostar por el paso del tiempo y los hechos consumados…

Con toda seguridad, para llevar a cabo una lucha armada con resultados similares a los de la primera guerra (1975-1991) contra Marruecos habrá que convencer a muchos actores y aliados para disponer de las condiciones y medios requeridos.

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