Por Puertos33
Pese a las nuevas canciones de C Tangana cada vez es más extraña la realidad que nos gobierna. No sólo el Estado se ha demostrado como un gobernador inoperante, también la izquierda ha sacado el espíritu policial que antes solo estaba en aquellos terrenos morales del activismo.
Es curioso como la izquierda (progre y liberal) se ha enfundado su mascarilla y se ha lanzado a defender un Estado cuya decisión ante la pandemia ha sido la “suspensión” de la democracia. Instituciones y activistas (alejados del mundo, como están) abrazan el orden previo a las cosas.
Llevo semanas en una contienda telemática con el SEPE (ya no es el virus el único enemigo invisible al que nos enfrentamos). En esta batalla de desgaste, la prestación por desempleo está en juego. Su estrategia es clara, la financiación de las arcas públicas con un largo plazo de entrega al ciudadano. Hay que eliminar del imaginario la “saturación” de las instituciones.
No hay un Estado saturado, hay un Estado precario. Asumiendo la (no tan nueva) verdad, la lectura a toda esta crisis política es fácil: “La Europa del bienestar era una idea”. Lo que yo vivo como sujeto me invita a la imaginación y al pasado: ¿Qué no ocurre ahora que ocurrió en 2011? Bromeaba con mis allegados con ir a quemarme a las oficinas del SEPE.
Lo que ocurre es más sencillo aún si cabe que lo anterior: El gobierno es de “izquierdas”. En mi conquista del viejo ocio me limito a deambular por Madrid. Andar y pensar son inseparables (la velocidad también es un sistema de control). En mis paseos aparezco en barrios, humildes y no tan humildes. Si algo ha hecho este gobierno es la imposibilidad de concentración.
Sin defender las fiestas clandestinas ni el vandalismo de extrema derecha ¿detectar cada fin de semana centenares de concentraciones clandestinas no tiene ninguna lectura política? Comentaba con un amigo un video difundido hace poco tiempo de unos jóvenes murcianos comentando que beber es lo único que pueden hacer. ¿Qué sí no? ¿Qué queda cuando estamos obligados a protegernos de todo? Llevarlo.
Alcohol, drogas y redes de citas después, con una juventud más que alienada. La realidad vista en esos paseos es la siguiente: Vecinos salvando vecinos. Colas del hambre. Colaboración en los barrios. Bares cerrados. Tiendas cerradas. Despidos, muchos despidos. Silencio.
Alguna vez me levanto echando de menos otro 15m, después recuerdo. Muchos pensadores coinciden en destacar la ironía española. Andalucía es el mayor ejemplo de que la climatología y el entorno salvan países. ¡Qué difícil sería ser España uno o dos paralelos arriba! Tenemos la suerte de soportarnos. Me imagino gobernando al PP y me da igual que fuese peor. Nuestro imaginario ha desplazado el paraíso perdido por el apocalipsis que viene.
Echo de menos críticas no negacionistas al silencio institucional. A su sangre fría. Al temple de Sánchez (quien poco tiene que envidiar a Ayuso). A los seguidores de Biden. Al sentido común.
Al menos esta pandemia me descubre un nuevo C. Tangana.
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