Dibujo original del artista @kaffaart
Como afirma la carta de Global Citizen dirigida a los líderes gubernamentales y empresariales, cuando las niñas y las mujeres tienen poder, cuando son tratadas en igualdad, se les abre la puerta de la educación, la sanidad, los derechos políticos, la toma de decisiones, en algo tan básico como casarse y formar una familia, viajar y en otros muchos aspectos en los que el patriarcado, «la forma de poder en la cual los varones dominan a las mujeres, tienen mayor relevancia que ellas en todas sus actividades, y resultan ser el polo humano por el que se mide el prestigio» (Amedia Varcárcel, Ahora feminismo) nos lleva ventaja desde hace siglos.
Estamos a punto de entrar en 2020 y sin embargo, las niñas y las mujeres continúan siendo tratadas de manera diferente en todos los aspectos y órdenes de la vida en muchos lugares del mundo. De hecho, Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, afirma que ningún país ha logrado la igualdad de género y que es imprescindible utilizar sinergias entre diferentes sectores y partes interesadas para acelerar el progreso.
Actualmente, 131 millones de niñas no asisten a la escuela y no aprenden lo básico porque han de ocuparse de otros menesteres, porque son casadas para satisfacer las necesidades de las familias. Muchas de ellas no pueden heredar y tienen prohibido poseer propiedades. Las niñas y mujeres pasan 200 millones de horas al día recolectando agua para sus familias en lugar de asistir a la escuela. 214 millones de mujeres no tienen acceso a anticonceptivos modernos, y son sistemáticamente violadas siendo niñas, por familiares o desconocidos, o a través del matrimonio precoz, lo que aumenta la tasa de embarazos infantiles y muerte.
Unos 15 millones de niñas nunca aprenderán a leer y a escribir y 300.000 mujeres morirán cada año por causas evitables relacionadas al embarazo. Y además son agredidas, violadas, mutiladas, asesinadas por su condición de mujer. El 71% de las víctimas de la trata en todo el mundo son mujeres y niñas, y 3 de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual. A ello sumamos las nuevas formas de explotación que inventa el sistema capitalista, como es la explotación reproductiva. Según la OMS, la violencia contra la mujer es una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad reproductiva tan grave como el cáncer y es una causa de mala salud mayor que los accidentes de tráfico y la malaria combinados.
La desigualdad y la violencia ejercida contra las mujeres y las niñas tiene sus raíces en siglos de dominación masculina. Además, la discriminación legal es una de las mayores barreras que enfrentan.
Muy hombres, muy machos.
«Las mujeres necesitan estar muy preparadas para defenderse» Susana Malcorra.
A todo esto hemos de sumar el cambio político global y el crecimiento de los populismos de extrema derecha de lideres machistas en extremo que claman retrocesos de derechos de las mujeres, al ver sus privilegios amenazados. De hecho, en febrero de 2019, más de 30 mujeres lideres mundiales firmaron una carta escrita por Susana Malcorra, Ministra de Asuntos Exteriores de Argentina, porque «las mujeres necesitan estar muy preparadas para defenderse« del cambio político global y para condenar y advertir del peligro que conllevan sus políticas.
La carta firmada por decenas de mujeres líderes mundiales apela a la responsabilidad para que no retrocedan los derechos humanos de las mujeres. A pesar de los avances, la igualdad está lejos de alcanzarse en muchos países, y está en claro retroceso en otros. Y es el origen de una campaña informativa y política que continua de cara a la Agenda 2030.
Lo que califican de «macho-type strongman« es la radiografía de los nuevos líderes «muy hombres, muy machos» que están proliferando en el mundo, y que desde sus posiciones de poder aceleran crecientes movimientos que apuntan a revertir los derechos de las mujeres, ganados en las últimas décadas.
«También para toda la humanidad porque a la mitad de la población se le impide contribuir con todo su potencial.”
Lo que está en juego es la igualdad.
Un riesgo no solo para las mujeres, también para los más desfavorecidos, «también para toda la humanidad porque a la mitad de la población se le impide contribuir con todo su potencial ”. Afirman que a medida que las mujeres ocupamos cada vez más espacios significativos en las estructuras políticas locales, nacionales e internacionales y en los debates de desarrollo socioeconómico, científico y sostenible, y a medida que nos involucramos a través de la sociedad civil en muchas campañas, mayores son las reticencias por parte de cierto sector de la política y la sociedad.
El surgimiento de ese tipo de líderes como Duterte, Trump, Bolsonaro, Salvini, Orbán, Gauland y Weidel en Alemania, Jussi Halla-aho en Finlandia, Kaczyński, Duda en Polonia, Abascal en España, (y otros muchos) ha sido el resultado, en parte, de la posición de focos de poder dominados por hombres que se sienten amenazados por los avances de las mujeres.
Las fuerzas populistas de extrema derecha, que utilizan la misma retórica que hace 80 años, están subiendo como la espuma en Europa y también en nuestro país. Partidos populistas que tienen representación parlamentaria e incluso gobiernan en un continente que aún llora la tragedia y devastación de una de las guerras más brutales contra el nazismo y el fascismo.
Volviendo al gravísimo problema de los derechos humanos de las mujeres, la carta apela a que debemos estar muy preparadas para defendernos contra quienes desde las instituciones públicas con el poder que les otorgan los votos, ponen en riesgo no solo la lucha feminista, sino los derechos básicos que nos ha costado siglos conseguir. Un ejemplo claro es el retroceso en Estados Unidos, donde los derechos al aborto corre el riesgo de ser revocado 40 años después. La administración Trump ha buscado en los comités de derechos de las Naciones Unidas eliminar las referencias a la salud sexual y reproductiva, argumentando que se ha utilizado para promover el aborto. Ni siquiera ratificó la resolución contra la violación como arma de guerra.
“Nos preocupa dar por sentado lo que tenemos». «Eso, en nuestra opinión, es nuestra mayor debilidad». Susana Malcorra
«Nos preocupa dar por sentado lo que tenemos», dijo Malcorra. «Eso, en nuestra opinión, es nuestra mayor debilidad». Para empezar hemos de ser conscientes de que la igualdad no es un hecho real en el mundo. Las mujeres no estamos donde deberíamos estar, es decir, en todos los campos posibles, y con poder de decisión, siendo más de la mitad de la población.
Por otro lado, los logros adquiridos, tras siglos de lucha, y esfuerzo, se ven siempre amenazados y pueden retroceder, como está sucediendo en algunos países, mientras en otros, las mujeres siguen batallado por derechos elementales, como son el de la decisión sobre sus vidas, la educación, el voto, a no ser explotadas o los derechos sexuales. A pesar de décadas de avances notables, las libertades y los derechos no se han alcanzado universalmente.
Lo peor del asunto es que demasiados nos ven como una amenaza en lugar de considerar que puede ser, y de hecho lo es, una oportunidad para cambiar las expectativas de género que beneficia a todas y todos. Sin embargo, existe una sensación de que el poder establecido está siendo amenazado por los avances en derechos humanos que supone el feminismo.
El mismo secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió del retroceso mundial contra los derechos de las mujeres, e instó a las delegadas en su reunión anual sobre la situación de las mujeres, a no ceder terreno. Unos 9.000 defensores participan en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés) en medio de un gran nerviosismo por el retroceso de los logros obtenidos durante varias décadas para promover la igualdad de género.
El 12 de septiembre de 2019 en el evento «mujeres en el poder» convocado por el Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas se estableció una serie de prioridades para avanzar en el liderazgo femenino, entre ellas crear marcos legales, la educación de las niñas; medidas para abordar la violencia contra la mujer y políticas que garanticen la participación económica igualitaria; y la creación de un entorno propicio en todas las esferas de la sociedad. Espinosa enfatizó que «empoderar a las mujeres y las niñas es lo más cercano que tenemos a una ‘fórmula mágica’ para construir un futuro más seguro, más justo y más sostenible», también involucrando a los hombres en la promoción de la igualdad de género.
El 25 de noviembre de 2019, 50 líderes sindicales escribieron otra carta a Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea sobre propuestas para aumentar la acción de la UE contra la violencia específica hacia las mujeres. En particular, la UE debe tomar la iniciativa para «convencer» a los Estados miembros de que ratifiquen el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo sobre violencia y acoso en el trabajo. Señalando que la violencia contra las mujeres no se detiene al ámbito del hogar. La violencia física o psicológica contra las mujeres también ocurre en el lugar de trabajo, independientemente del sector en el que trabajan, su profesión o nivel educativo. Además, en el lugar de trabajo, las mujeres tienen un 26 por ciento menos de probabilidades de ser empleadas que los hombres y menos de un tercio de los gerentes son mujeres, a pesar de que es probable que tengan una mejor educación, según un estudio reciente de la OIT.
Guterres reconoció que los gobiernos que son partidarios vocales de esta agenda no respaldan sus palabras con acciones. El «problema de las mujeres» pasa a segundo plano, las agendas nacionalistas, populistas y de austeridad agravan la desigualdad, reducen sus derechos, en especial en salud sexual y los derechos reproductivos.
La igualdad de género está en el centro de lo que el mundo necesita. Pero el aumento del populismo en todo el mundo, junto con sus actitudes conservadoras y xenófobas, está afectando a los derechos de las mujeres. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París, la Convención sobre la Erradicación de la Discriminación contra la Mujer y muchos otros acuerdos, tratados y convenciones mundiales se han logrado a través del multilateralismo y la lucha feminista y representan las esperanzas y aspiraciones de las actuales y futuras generaciones.
Uno de los símiles que usó Susana Malcorra para explicar esta grave situación fue el de la fábula de la rana y el agua hirviendo, si nos vamos acomodando y acostumbrando a los cambios que llegan, sin reflexionar sobre ellos, puede que perdamos la visión de la realidad y terminemos «quemadas», afectadas. Las mujeres necesitamos reaccionar, y estar muy preparadas para defendernos.
“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”
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