La deslegitimación del balotaje para justificar la derrota de Bolsonaro

A pocas horas del balotaje y con la preocupación creciente de Bolsonaro por su probable derrota, los ataques al proceso electoral siguen a toda marcha.

Por Ana Dagorret / La tinta

Las encuestas de las últimas horas sobre la elección a presidente el próximo domingo en Brasil muestran un escenario preocupante para el actual mandatario, Jair Bolsonaro. Con menos de 24 horas de campaña por delante y una diferencia de cerca de ocho millones de votos, los sondeos revelan una posibilidad concreta de que Lula da Silva sea elegido como próximo jefe de Estado.

Ante tal situación, y con la vía electoral cerca de agotarse, comenzaron los preparativos para el desgaste del proceso que dé sustento a un intento de golpe de Estado. Tras una semana donde la campaña de Bolsonaro perdió el dominio del debate político, producto de las repercusiones generadas por el intento de asesinato de policías federales de un aliado del presidente, la actual estrategia busca recuperar la ofensiva con denuncias sobre reparto irregular de propaganda electoral, que habría perjudicado al dirigente de la ultraderecha para su reelección.

Según aliados de Bolsonaro, llegaron denuncias acerca de la retirada de piezas de campaña en el horario electoral gratuito en radios de los estados que conforman la región nordeste. La denuncia habla de 150.000 inserciones, que conforman cerca de 100 horas de publicidad que las radios dejaron de emitir, según la campaña oficial, para beneficiar al candidato del Partido de los Trabajadores (PT). Tras una intimación de la justicia electoral para presentar pruebas, la campaña del actual presidente argumentó que solo disponía de una muestra y, finalmente, el Poder Judicial negó el pedido de investigación.

Brasil Lula Bolsonaro debate presidencial la-tinta

Las denuncias de Bolsonaro tienen un claro objetivo: deslegitimar el trabajo de la justicia electoral para, posteriormente, hacer lo propio con el proceso que lo deje en una posición de derrota. En las últimas encuestas, existe una diferencia de ocho puntos entre el mandatario y Lula, que encabeza la intención de voto a 48 horas de la segunda vuelta. Sin el horario de propaganda electoral y con claros indicios de que el escenario se mantiene estable, la apuesta del bolsonarismo se asemeja a la adoptada por Donald Trump en 2020.


Las acusaciones de fraude como justificación de la derrota ya se empiezan a vislumbrar, no solo con las acusaciones antes mencionadas, sino con una serie de factores a tener en cuenta el día de la elección. Como sucede en cada disputa, los primeros votos a cargarse son los del sur y sudeste del país, regiones donde Bolsonaro encabeza la intención de voto. Posteriormente, empiezan a llegar los votos del norte y nordeste, donde el favorito es Lula, por lo cual la balanza comienza a inclinarse en favor del expresidente.


Con el conteo iniciado y una probable delantera del candidato a la reelección, no sería descabellado pensar en que Bolsonaro se adjudique la victoria antes de tiempo. De esa manera, de generarse un viraje a favor de Lula con la carga de los votos del norte y nordeste, el bolsonarismo impugnaría los resultados argumentando fraude, algo que ya se vio en la estrategia del presidente y que fue utilizado por el trumpismo en 2020.

Para ello, Bolsonaro contaría con una carta en la manga: se trata de la auditoría de las urnas electrónicas realizada por miembros de las Fuerzas Armadas durante la primera vuelta. Si bien el resultado debió presentarse en la semana posterior a la elección, y hasta llegó a ser exigido por la justicia electoral, el Ministerio de Defensa anticipó que el mismo será presentado después del balotaje.

En un escenario de derrota de Bolsonaro y ante la negativa de las fuerzas militares de hacer público el informe, no sería de extrañar que aparezca tras la finalización de la elección, con argumentaciones sobre fallas técnicas, lo cual le daría sustento a las denuncias de fraude del oficialismo.

El desistir de la vía democrática ya se ve en los discursos de algunos referentes del oficialismo. El senador Lasier Martins, de Podemos y aliado del presidente, llegó a sugerir en un tweet la postergación de la elección “para restablecer la equidad en el proceso electoral”. Según la periodista Andrea Sadí, del portal Globo, el propio Bolsonaro pretendía llevar adelante ese mismo argumento en la conferencia de prensa convocada el pasado miércoles en Brasilia. Sin embargo, la falta de apoyo de sus aliados para dicha estrategia, lo cual pudo verse en la foto divulgada posteriormente, atrasó por algunas horas la estrategia de radicalizar la disputa.

Si algo queda claro ante el actual panorama es que, aun con una victoria de Lula, el gobierno continuará en su embestida desestabilizadora hasta la posesión del próximo presidente. Con el apoyo de sectores de las Fuerzas Armadas y, principalmente, de las policías militares, sumado a la ofensiva de la militancia bolsonarista, los meses que siguen prometen mantener la temperatura social y política en alza. Dicha situación solo será evitada en caso de una victoria del actual mandatario, algo que las encuestas descartan y en cuyo caso ya no será necesario sembrar dudas acerca de la legitimidad del proceso.

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