La caza del activista: cuando la memoria histórica genera polémica

Es más necesaria que nunca la memoria histórica para hacer justicia a esas mujeres violadas, a esas personas torturadas, a esos menores señalados, a los maestros depurados o a las mujeres a quienes les robaron sus hijos.

Por Isabel Ginés y Carlos Gonga / Checkout

El Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló nace en el 2004 y lleva luchando por la memoria democrática y la memoria histórica todos estos años, haciendo trabajos de investigación sobre la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo. Lo único que pretende es dignificar y recuperar la memoria histórica de los vencidos, y que se dé reparación a las víctimas.

En este grupo vamos a destacar a dos personas que llevan años trabajando bajo presión, ante calumnias y muchas veces ignorados por las Administraciones, cuando gobierna un partido al que no le gusta la memoria democrática. Esas dos personas son Maribel Peris y Juan Luis Porcar.

Maribel Peris es una activista que lleva años trabajando por la memoria histórica. Trabaja en el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló junto a mucha gente; entre ella, Juan Luis Porcar. Tiene libros y publicaciones como Castelló sota les bombes; Memorias del exilio de Joaquin Varea Queralt; Històries de vida al Castelló de la guerra i la postguerra; Las desapariciones forzadas; Matilde Alcón; La impunitat dels crims del franquisme; El primer bombardeig a Castelló durante la Guerra Civil; Castelló republicà: arquitectura i urbanisme; Recollida, recorregut i tractament de fonts orals al Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló o La gelada de 1946 a través de les fonts orals. Tiene una gran validez por su formación, por su lucha y por el trabajo que lleva haciendo durante años.

Juan Luis Porcar es investigador e historiador especializado en la memoria histórica y la represión franquista. Tiene libros como Un país en gris i negre; Memòria històrica i repressió franquista a Castelló; El temps perdut; La repressió franquista al País Valencià o La memòria de les víctimes, y lleva una extensa carrera como activista y defensor de la memoria histórica.

Juntos investigan y su trabajo es siempre contrastado y riguroso. El problema que tienen los activistas de la memoria, los que defienden y trabajan por la memoria histórica, es los ataques y la puesta en duda de su labor. A Maribel y a Juan Luis les ocurre desde hace bastante tiempo. El Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló y muchas otras asociaciones memorialistas son quienes hacen que se recupere la memoria de las personas represaliadas, que se excaven fosas y se exhumen sus restos, que en los institutos se estudie la memoria histórica y que se trabaje por y para ella; que las Administraciones no se olviden de que existieron unos vencidos a quienes no les dejaron hablar. Quienes llevan a cabo esta labor es gente como Maribel y Juan Luis.

Los ataques constantes e incesantes a las asociaciones memorialistas, y más concretamente al Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló, no se dan frecuentemente. Cuando los reciben es porque han sacado un tema que todavía sigue doliendo, ya que a muchas personas que descienden de quienes vencieron en la Guerra Civil no les gusta que se les señale y se les diga lo que son: fascistas, familiares de asesinos y de genocidas, de violadores y de torturadores.

Las familias no tienen la culpa de lo que hicieron sus padres, sus tíos ni sus abuelos. Esto es la base del respeto en una democracia en la que derivó una dictadura vejatoria y asesina de 40 años. No obstante, sus abuelos, sus padres o sus tíos no deben tener placas ni monumentos conmemorativos en nuestras calles o en lugares públicos, donde la gente pueda verlas y pensar que fueron personalidades ejemplares por sus hazañas o dignas de admiración.

No es agradable para ninguna persona pasar por cualquier cualquier pueblo o ciudad donde hay una calle dedicada al violador, al asesino, al torturador de algún miembro de su familia o de esa persona misma. Por eso mismo, en el momento en que el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló trata cualquier tema que levanta una ampolla colectiva, dada su rigurosidad, los ataques se hacen presentes.

Hace poco ocurrió esto con el nomenclator de Castellón, el conjunto de nombres de las vías y espacios públicos, de los edificios municipales y públicos de la ciudad, a raíz de un listado de vestigios franquistas que había en Castellón, como la Cruz del Ribalta o nueve calles dedicadas a hombres vinculados al régimen de Franco. Empezaron los ataques continuados a su persona, a Maribel y a Juan Luis, diciendo que les iban a demandar, que el estudio no era riguroso, que sus familiares eran personas que habían hecho mucho por Castellón… El Grup de la Recerca señalaba en su informe quiénes eran estas nueve personas, a qué organismos pertenecieron y lo que hicieron.

Es de lógica moral que, aunque su figura esté ligada a la cultura o al ámbito científico de una ciudad, si la persona en cuestión colaboró con un régimen dictatorial genocida o firmó expedientes de depuración no puede ostentar en democracia una placa honorífica en la vía pública. Las calles de cualquier país pertenecen al pueblo. La dictadura franquista asesinó y reprimió a gran parte del pueblo español por no comulgar con su ideología, con sus creencias o simplemente por defender la idea del pueblo libre que había antes de llegar el golpe de Estado del 36 y la dictadura de Francisco Franco, por lo que sus colaboradores no son dignos de recibir honores en las calles españolas.

Puede ser que a los familiares de estas nueve personas no les guste que manchen el nombre de nuestra memoria, si con “manchar” nos referimos a ocultar una parte de la verdad, pero hay muchas personas en fosas y en cunetas que murieron por el régimen que defendían desde cargos de responsabilidad estas personas. El trabajo del Grup de la Recerca es riguroso, no hay aspecto alguno sobre el que nadie pueda decir que no se ha investigado debidamente ni que no esté contrastado. Eso es lo que ocurre siempre cuando ciertas personas no son capaces de reflexionar acerca de su pasado y juzgarlo desde una postura ética, discerniendo entre el bien y el mal y su relación con la moral.

A esta incapacidad y en este linchamiento se incluye también el Partido Popular de Castellón, que asegura que cuando vuelvan al poder van a poner de nuevo las calles retiradas, como ha hecho el alcalde de Madrid, volviendo a colocar en el callejero madrileño al general franquista y golpista Millán Astray o a la División Azul, la unidad de 45.000 voluntarios que envió Franco a la Unión Soviética para ayudar a los nazis. Así pues, el PP de Castellón señala que va a seguir manteniendo la Cruz del Ribalta, un recuerdo de las personas que murieron por la dictadura franquista y que, por tanto, debería ser demolida en base a la Ley de Memoria Democrática.

En Castellón hay, delante del cementerio municipal, un paredón en el que murieron muchísimas personas inocentes por defender la libertad, por defender sus derechos; por defender la Segunda República, por defender que el país siguiera siendo libre y que no cayera en manos del genocida Francisco Franco ni de sus secuaces. Muchos políticos que gobernaron en mayor o menor medida durante esa época contribuyeron a llevar a cabo las depuraciones, a cargarse a maestras y maestros, a personas que no tenían su misma ideología, a violar a mujeres, a señalar socialmente a las personas rojas, a rapar a mujeres y pasearlas mientras se cagaban encima por el aceite de ricino que les daban a ingerir previamente.

Colaboraban de buen grado con cientos de atrocidades hacia sus conciudadanas y conciudadanos: la depuración de maestros, por la que se purgó a maestras y maestros en función de sus ideologías y sus relaciones sindicales, y se les impidió ejercer su profesión; el asesinato por fusilamiento de muchas personas que simplemente eran de ideología contraria al régimen o defendían la libertad o la república; miles de niñas y niños que iban a la cola del hambre y a los que les decían: “Tú, como eres roja/o, no tienes ni aceite ni agua y te vas a tu puta casa”. Muchas personas tuvieron que irse de sus pueblos, exiliadas, porque en ellos no podían vivir. Muchas mujeres fueron abocadas a la pobreza, ya que nadie les daba trabajo tras haber sido sus maridos fusilados, muchos de sus hijos e hijas no pudieron ir a la escuela y tuvieron que empezar a trabajar desde temprana edad por necesidad, y aún hay gente que defiende las calles de las personas que han provocado y colaborado en estos hechos.

Personas honradas como Maribel Peris y Juan Luis Porcar, investigadores que comprueban cada dato, cada testimonio, que son de las personas más válidas que existen actualmente en el activismo por la memoria histórica, son señaladas socialmente por ejercer su labor; una labor que defendemos todas las personas que conocemos su trabajo, no solo porque sepamos los años de esfuerzo con los que cargan sino porque nos valemos de su rigurosidad; porque vemos cómo ayudan a las personas que están empezando a interesarse por la memoria, porque vemos cómo están siempre al lado de las víctimas y que el rencor no forma parte de su personalidad.

Son personas que investigan, que luchan y defienden los valores democráticos, la memoria histórica y la lucha antifascista, acentuada en los últimos años por la generalizada falta de empatía con las víctimas desde cargos públicos. Tanto Maribel como Juan Luis se atienen a los ataques, a las calumnias y a las amenazas sin ningún tipo de resentimiento porque saben que su labor está contrastada, porque saben el apoyo con el que cuentan y porque saben que su labor es necesaria. Aun así, ninguna persona debería ser atacada por pretender que se cumpla la normalidad democrática. Se supone que vivimos en un país democrático y no es justo que personas luchadoras se vean abocadas a la descalificación por el mero hecho de que la ultraderecha, fascistas y gente a la que no le gusta que le recuerden que su familiar perteneció al régimen de Franco el genocida se sienta aludida.

Si queremos normalidad democrática se tienen que retirar todos los vestigios franquistas, y por tanto antidemocráticos, que hay en la vía pública y en espacios municipales. Si el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló elabora un listado con estos vestigios se debe asumir la investigación, ratificarla y entonces llevar a cabo la retirada de los vestigios. Lo que no se debe hacer es señalar a Maribel y a Juan Luis, y a todas las personas que les han ayudado, cuando lo único que han hecho ha sido señalar las anomalías democráticas que existen en las calles de Castellón, unas anomalías que deben ser resueltas. Si el Ayuntamiento de Castellón no quiere retirar los vestigios se tendrá que hacer de oficio, a través de la Ley de la Memoria Democrática valenciana, y quitar estos vestigios. Al contrario que en países que aprendieron de la crueldad de su pasado, como Argentina o Alemania, en España se permite mantener en las calles los nombres de personas que colaboraron con un régimen genocida. De esto se deduce a favor de quién se inclina la vara de medir: siempre salen vencedores los vencedores; los vencidos, a callar.

Llevan demasiados años acallados los vencidos, ya es hora de darles voz. Es lo que están haciendo Juan Luis y Maribel. Gracias a ellos se ha logrado investigar, se han publicado libros, se han recopilado testimonios, se han documentado historias, se ha logrado exhumar, se ha luchado por conseguir dinero con el que poder hacer pedagogía, lo cual es esencial para un desarrollo moral y democrático en condiciones de no repetición. Ahora, por sacar a la luz un listado de los vestigios de Castellón, se han visto abocados a insultos, a amenazas, a calumnias y a un trato vejatorio que no tienen por qué soportar dos personas que simplemente hacen una labor pedagógica, humana y necesaria.

Si queremos vivir en un país democrático las personas como Maribel y Juan Luis son necesarias. Estamos hablando de personas luchadoras y trabajadoras, gente que todas las personas que nos dedicamos a la memoria histórica y que nos hemos cruzado con ellas admiramos, apreciamos y sabemos que son grandes investigadores. Ya basta la caza de brujas cuando un activista de memoria histórica trata algo que no nos gusta. Más apelar a la democracia con raciocinio, con hechos y no solo de boquilla. Hoy, más que nunca, son necesarias las personas que luchan por recuperar la memoria histórica, que luchan para que los testimonios no se olviden y por dar voz a las personas acalladas, a las vencidas, ya que las vencedoras no les dejaron hablar durante décadas. Y no solo no es dejaban hablar sino que, hasta en tiempo de paz, les fusilaban, les asesinaban, violaban y torturaban sistemáticamente a miles de personas.

Estamos en un país democrático: que se demuestre que la democracia está garantizando que este país sea de todas y todos; que en este país cabemos todas y todos; porque para los y las fascistas aquí solo cabe una parte, que son ellas y ellos. Ya basta de que en España solo quepan quienes ellas y ellos quieren: estamos en España y cabemos todas y todos, y España debe comprometerse a garantizar la normalidad democrática. Dejamos atrás los tiempos oscuros en que no se permitía manifestarse, en que se apaleaba y se torturaba, en que se violaba, en que se arrebataban casas y propiedades; en que determinada gente se hacía rica gracias a robar a las personas antifascistas, a las personas que defendían la república, a las personas rojas.

Actualmente no hay vergüenza ni miedo algunos de decir que se es rojo, que se es antifascista. Es más, se dice y se grita en las calles porque basta ya de callarnos.

En este momento es más necesaria que nunca la memoria histórica para que se sepa lo que ocurrió en España; para hacer justicia a esas mujeres violadas, a esas personas torturadas, a esas niñas y esos niños señalados socialmente que no pudieron ir a la escuela, a las maestras y los maestros depurados, a las mujeres a quienes les robaron sus hijas y sus hijos nada más dar a luz, a las personas a quienes dejaron morir de hambre, a quienes les quitaron su casa, a quienes les obligaron a irse del pueblo donde habían vivido toda su vida, a quienes les daban palizas, a quienes les vigilaban. Es hora de que todas estas personas cuenten su historia, es hora de que España sepa que los vencidos tienen una historia y que esta historia se va a contar.

La democracia no es simplemente un sistema político por el que el pueblo elige a sus gobernantes, la democracia implica una serie de valores y en España se lucha por ellos cada día. Si estamos en una democracia hay que demostrarlo. La gente fascista quiere que los familiares de las personas represaliadas por el fascismo olvide, nosotros no vamos a olvidar. Vamos a contar sus historias, vamos a hablar. Y a quien le moleste la memoria histórica ya sabemos de qué lado está; porque la memoria histórica no es de un bando, es de las personas que han sufrido y quieren contar su acallada verdad.

No olvidemos que muchas tapias de cementerio tienen aún los huecos provocados por las balas que asesinaron personas. Muchas, no todas las que los tuvieron: ya se encargaron en muchos casos de tapar estos testigos mudos del horror fascista. No olvidemos que hay cierta gente retirando los nombres de calles democráticos para poner en su lugar a personas afines al régimen franquista, prueba irrefutable de que no hemos superado nuestro pasado como sociedad y de que la democracia no cumple correctamente su función en España, como sí lo hace en otros países. Hay que afianzar las leyes de memoria histórica, hacer valer la Ley de la Memoria Democrática. Y a las generaciones futuras hay que enseñarles lo que ocurrió en esa oscura dictadura del genocida Francisco Franco.

No van a reescribir la historia, no van a lograr otra vez en silencio de las víctimas porque ahora hablamos. Ahora recuperamos la historia. Ahora mostramos testimonios. Ahora es cuando se habla y ya no les van a acallar más.

En este ámbito, gente como Juan Luis y Maribel, que llevan años trabajando, son personas más luchadoras y necesarias que nunca porque han sufrido, están al lado de las víctimas y nos enseñan por qué es necesaria la memoria histórica.

No vamos a permitir una involución por culpa de la gente fascista, no vamos a dejar que la ultraderecha reescriba la historia a su antojo. Vamos a seguir hablando, vamos a seguir defendiendo la memoria. Vamos a seguir defendiendo que se retire la simbología fascista de las calles e inmuebles, vamos a seguir dejando constancia de que los vencidos por fin tienen voz y vamos a encontrar lo que siempre se ha buscado: verdad, justicia y reparación.

Más que nunca antes, vamos a consolidar una unidad del movimiento memorialístico para hacer frente a la ultraderecha, a fascistas y a lograr que de una vez se conozca la historia, que quedamos todas y todos en España y que se dignifique a quienes por sus acciones o sus vivencias lo merecen.

Nadie debió morir con una bala en la cabeza simplemente por estar defendiendo la libertad, por estar en contra del régimen fascista y genocida de Francisco Franco. Nadie debe vivir con miedo ni morir sin contar y dejar constancia de su historia de represión para que las futuras generaciones conozcan bien nuestra historia.

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