Irene y Yolanda

La señora Díaz, rechazando a la señora Montero, evidencia fragilidad ante la opinión pública, y lógicamente ello tendrá repercusiones electorales negativas para su proyecto político y personal

Por Lucio Martínez Pereda

¿Qué es lo que le sucede a la señora Díaz con Irene Montero? No es un problema de posicionamiento en listas, tampoco de programas o estrategias de pactos. Es el problema más antiguo y básico para la supervivencia de todos los liderazgos: cuando dos valías políticas se ponen juntas la opinión pública las compara.

Cuando las retóricas propias del marketing político y de la ideología se presentan y actúan por separado pueden sobrevivir sin perjudicarse, pero cuando ambas se someten al implacable escrutinio de la comparación directa, a la primera se le evidencia su superficialidad, su debilitad oportunista, y su carencia para construir discursos sólidos e integrales.

La señora Díaz, rechazando a la señora Montero, evidencia fragilidad ante la opinión pública, y lógicamente ello tendrá repercusiones electorales negativas para su proyecto político y personal.

El electorado de derechas tolera bien el personalismo, le gusta y concuerda bien con su concepción autoritaria de la política , pero el votante de izquierdas es muy exigente con el narcisismo político. No es ingenuo y sabe de su existencia, lo acepta como mal menor y un inconveniente necesario si se circunscribe dentro de un límite. Pero no le gusta comprobar que su intervención afecta a decisiones transcendentales para el futuro, especialmente cuando se está ante un proyecto que tiene un nombre tan esperanzador y anti personalista como Sumar.

1 Comment

  1. Fragilidad ante la opinión pública? Y quién no la tiene? Desafío a cualquiera a desarrollar un proyecto político contra la opinión pública: fracaso seguro.

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