Guédiguian, la huella del genocidio y la lucha del Ejército Secreto Armenio

En el film de Guédiguian destaca, sobretodo, la historia de la madre coraje, interpretada por Ariane Ascaride, que intenta poner un poco de cordura en esta “historia de locos”.

Por Angelo Nero | 30/05/2024

El director francés Robert Guédiguian, de padre armenio y madre alemana, es uno de los que mejor han retratado la vida de las clases trabajadoras y sus conflictos cotidianos, lo que denota, por una parte, sus estudios de sociología, y por otra su militancia comunista. Fue en la facultad de sociología donde conoció a su mujer, Ariane Ascaride, con la que también comparte compromiso político, y que se convirtió en la actriz principal de la mayoría de sus películas, como “Marius et Jeannette” (1997), por la que fue premiada con el César a la mejor actriz; “À la place du coeur” (1998); “La ville est tranquille” (2000); “Les neiges du Kilimandjaro” (2011), tal vez su película más aclamada; o “La ville” (2017).

Guédiguian pone especial atención en las pequeñas luchas de la clase obrera francesa, pero también en la inmigración, en los sueños perdidos, en las minorías. “La lucha de clases atraviesa el pueblo en sí mismo, a cada trabajador, porque el capital ha conseguido crear la ilusión de que todo el mundo era un poco capitalista, de que todos éramos burgueses; una ilusión que podía interiorizarse a través de pequeñas cosas concretas como el pequeño accionariado, el acceso a la propiedad”, declaró en una entrevista, en 2012.

Su ascendencia armenia está también presente en su cinematografía, y en 2009 estrenó “L’Armée du crime”, sobre la vida del poeta armenio Missak Manouchian, militante comunista y líder de un grupo de partisanos que lucharon contra la ocupación nazi, a quien recientemente recordó el PCF, con motivo de la limpieza étnica de los armenios de Nagorno Karabakh: “Missak Manouchian, cuya familia fue víctima del genocidio de 1915, dio su vida por nuestra libertad. No abandonemos a las poblaciones armenias de Artsakh amenazadas por un nuevo genocidio.” Y tres años antes Guédiguian también había rodado “Le voyage en Arménie”, la crónica de un viaje iniciático a Armenia, de una hija que descubre sus raíces, y de un padre que regresa a su tierra para morir.

Pero, sin duda, la película más completa sobre el pueblo de sus ancestros, la hizo Guédiguian en 2015, una fecha especialmente significativa, ya que se cumplían cien años del genocidio armenio, en el que los turcos asesinaron a cerca de dos millones de armenios, erradicando su presencia y eliminando todo vestigio cultural en la histórica Armenia Occidental, hoy parte de la Turquía de Erdogan, que sigue negando un hecho histórico irrefutable, que también se llevó la vida de cientos de miles de griegos pónticos, de asirios y de otras minorías étnicas del entonces Imperio Otomano.

Robert Guédiguian llevaba tiempo rumiando una película a la altura del centenario del genocidio, pero no encontraba una historia que le convenciera, hasta que conoció al periodista gallego José Gurriaran, subdirector entonces del diario Pueblo, que resultó gravemente herido por una de las dos bombas colocada en Madrid por el Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia (ASALA), el 29 de diciembre de 1980. Gurriaran, que entonces tenía 42 años, ya llevaba una dilatada carrera como periodista, pero apenas sabía nada sobre Armenia, y en su larga convalecencia en el hospital, recuperándose de las secuelas del atentado, comenzó a leer todo lo que encontró sobre el pueblo que había sufrido el primer genocidio del siglo XX, de tal modo que acabó convirtiéndose en uno de los principales defensores de la causa armenia en el estado español. Cuando salió del hospital, con una importante minusvalía, decidió buscar a los responsables del atentado, y consiguió reunirse con ellos en los campos de entrenamiento que el ASALA tenía en El Libano. Fruto de esta experiencia fue su libro “La bomba, un no rotundo a la destrucción y a la muerte y un viva a la vida”, publicado en 1982, y en el que se inspira libremente la película de Guédiguian.

“Une histoire de fou”, no comienza con la historia inspirada en la vida del periodista gallego, sino que, a modo de prólogo, nos introduce en el drama armenio a través de Soghomon Tehlirian (interpretado por Robinson Stévenin), al que los turcos habían asesinado a 85 miembros de su familia, y que cómo parte de la Operación Némesis, el 15 de marzo de 1921, ejecutó a uno de los principales responsables del genocidio de su pueblo, Taalat Pasha, gran visir y uno de los principales dirigentes del Imperio Otomano, entre 1913 y 1918, pese a lo cual fue declarado inocente por un jurado popular. Rodado en un evocador blanco y negro, Guédiguian nos pone en contexto, nos da unas pinceladas sobre el genocidio, aunque sin mostrarlo, y sobre como los supervivientes comenzaron una guerra desigual contra sus verdugos. El ASALA, de inspiración marxista-leninista, fundado en 1975, tomó el testigo de la Operación Némesis, y atacó diplomáticos e intereses turcos por todo el mundo.

Uno de esos ataques, contra el embajador turco en París, es herido un joven estudiante de medicina, Gilles (Grégoire Leprince-Ringuet) -ya dijimos que la película se inspira en el libro de Gurriaran, pero no se ajusta a su historia- que está a punto de perder las piernas por la explosión de la bomba. Uno de los responsables del atentado es un joven de su misma edad, Aram (Syrus Shahidi), hijo de los tenderos Hovannès (Simon Abkarian) y Anouch (Ariane Ascaride), cuya familia ha sufrido el genocidio. A partir de aquí se teje una historia que recoge los dilemas morales de la lucha armada, el sentimiento de venganza y la necesidad del perdón, la negación ante un hecho traumático, y la liberación a través del conocimiento, de buscar respuestas, aunque no siempre podamos comprenderlas.

En el film de Guédiguian destaca, sobretodo, la historia de la madre coraje, interpretada por Ariane Ascaride, que intenta poner un poco de cordura en esta “historia de locos”, y a la que solo le guía el amor por su hijo, a pesar de no compartir su camino de violencia, y la compasión hacia su víctima, que poco a poco va llenando el vacío que Aram deja cuando se va al Líbano, a un viaje sin retorno por la liberación de su patria.

La película también incide en la división del Ejército Secreto para la Liberación de Armenia en dos organizaciones enfrentadas, el ASALA-Militante, liderado por Hagop Hagopian, que era partidaria de grandes atentados, aunque causaran víctimas colaterales, y que a menudo ejecutó a los miembros disidentes, y el ASALA-Mouvement Révolutionnaire, dirigido por el carismático Monte Melkonian, que dirigió sus ataques solo contra funcionarios turcos y sus intereses, evitando las bajas civiles. Hagop Hagopian fue asesinado en Grecia, en 1988, mientras que Melkonian murió en combate en la primera guerra de Nagorno Karabakh, en 1993, luchando contra el ejército de Azerbaiyán. En el cementerio militar de Yerablur, en la capital armenia, Ereván, hay un monumento al ASALA, y muchas calles en toda Armenia llevan el nombre de Monte Melkonian.​

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