Por Alba Martínez
Nos encontramos en la Women 20 Summit 2017 en Berlín, con la Canciller Angela Merkel, la reina Máxima de Holanda, la directora del FMI Christine Lagarde, Ivanka Trump en calidad de “Primera hija”, entre otras mujeres conocidas del mundo.
La periodista, Miriam Mekel, le realiza la siguiente pregunta a Angela Merkel: “¿Es usted feminista?”. La canciller medita su respuesta y se niega a identificarse con el movimiento feminista.
Tras esto, Mekel se dirige al resto de mujeres con la misma pregunta: “¿Alguna de las mujeres que están en este panel se considera feminista? Levanten la mano”. Muchas manos se levantan, la primera Lagarde seguida de Ivanka Trump. Pero Merkel y Máxima Zorreguieta no las siguen.
La reina de Holanda aclara su postura y da un pequeño discurso sobre la libertad de elección y la igualdad que la canciller alemana apoya. Pero esto no es lo que a mi me llama la atención de la situación. Son el ejemplo de esas personas a las que les da miedo utilizar el término feminismo para definirse a sí mismas.
Mujeres poderosas, en un foro que habla sobre las mujeres y la economía, ocurre esto. Se identifica a un movimiento que busca la igualdad con algo radical y este término si se evita, mejor. ¿Pero por qué?
Muchas de las mujeres que asistieron a este acto son responsables de políticas económicas que afectan a las clases trabajadoras de la sociedad y dentro de este conjunto, las mujeres son una mayoría. Son mujeres poderosas que representan a una clase minoritaria, viven del trabajo de millones de personas y se comprometen y hablan de opresión cuando es rentable.
Hablamos de feminismo neoliberal: se trata de un feminismo representado, según Nancy Fraser, por “mujeres privilegiadas cuya posibilidad de ascender depende en buena medida del enorme grupo que se encarga del servicio doméstico y el cuidado familiar, también muy feminizado, además de muy mal pagado, muy precario y racializado”. Un feminismo alejado de ser un movimiento para todas las mujeres (pobres, blancas, negras, trabajadoras, amas de casa).
Estas mujeres han roto ese techo de cristal, pero representan a unas pocas. Las políticas capitalistas que fomentan las desigualdades le hacen un flaco favor a las mujeres. La situación económica actual y los recortes que van con ella, ataca de lleno a las políticas de igualdad y fomenta la discriminación de las mujeres.
Las partidas presupuestarias deben de tener en cuenta la conciliación familiar, la brecha salarial y por supuesto la ayuda a las víctimas de violencia de género, la prevención y los medios dedicados a ello.
La eliminación de las desigualdades de género benefician a toda la sociedad y no sólo a las mujeres. Las mujeres hemos ido conquistando la palabra para reivindicar nuestros derechos. Parece que ya son reconocidos, pero la lucha por mantenerlos es la que más importa en la actualidad.
Que existan mujeres en puestos de poder no significa que éstas sean un ejemplo para todas las mujeres del mundo. En la mayoría de los casos, no están ahí para representar al sector femenino, sino para defender los privilegios de su clase social.
Con esto no quiero decir que no sufran por la estructura patriarcal y que muchas de ellas no hayan tenido que trabajar más duro por estar donde están. Pero el empoderamiento de las mujeres no se encarna con políticas y valores opresivos.
Pues con todo esto a mi me parece que lo más sorprendente es la absoluta incoherencia que muestras las doa que dicen ser feministas… no me parece adecuado el concepto «feminismo neoliberal» el neoliberalismo está obviamente reñido con el feminismo por sus propias bases. Estas señoras tienen una confusión y seguramente utilizarán las partes que les convengan del discurso feminista…