¿Se atreverá Sánchez a desclasificar los documentos del 23F, aunque sea con el argumento de que una investidura más bien vale un secreto menos?
Por Domingo Sanz
Resulta muy preocupante el mal perder que sigue demostrando la derecha española cuando la voluntad popular no responde a sus ofertas o cae derrotada por la izquierda, aunque sea en buena lid.
1936. Yo no estaba, pero las derechas gobernantes perdieron en las urnas de febrero y no había pasado ni medio año cuando los militares, que no soportaban a los de izquierdas, comenzaron a asesinar a todo el que se oponía al golpe de Estado que prepararon el 18 de julio.
1981. Cuatro décadas después, la muerte del dictador sí que me pilló mayor de edad, pero todavía hoy aparecen personajes como Tejero con la excusa de contarnos el mal perder de Juan Carlos I, el de la derecha atada y bien atada, que hasta organizó el 23F cuando comprobó que Suárez se le desataba, pero que en realidad ha concedido la entrevista a «El Español» para anunciar que se ha querellado contra Sánchez por «acciones antiespañolas».
¿Se atreverá Sánchez a desclasificar los documentos del 23F, aunque sea con el argumento de que una investidura más bien vale un secreto menos?
¿Se atreverán los de Sumar, ERC y otros a exigir la desclasificación, o no habrá investidura de Sánchez?
Cierro paréntesis de interrogantes sospechando que seguirá el teatro.
1996. Desde 1982 gobernaba un PSOE que se derechizó tanto como para conseguir que los sindicatos convocaran la mayor huelga general que se recuerda. Lo seguía liderando González cuando perdió el gobierno aquel año, pero asumió la derrota como un relevo natural porque quienes ocuparon La Moncloa fueron otros de derechas, los del PP de Aznar.
2023. Me adelanto en el calendario porque coincide el mismo González de 1996, pero, en cambio, igual de rabioso hoy que cualquier perdedor de la derecha tras ser derrotado sin paliativos por el Pedro Sánchez, que ganó, muy contra él y por mayoría absoluta, las primarias del PSOE de 2017.
2004. La derecha española, es decir, el PP, perdió por sorpresa las elecciones del 14 de marzo. Su cruel mentira en un momento de shock general fue el hecho culpable y su reacción tras la derrota electoral tan desquiciada que, por ejemplo, en 2007 Rajoy «decretó» el boicot del PP al grupo PRISA. El caso es que tuvo que estallar la crisis económica mundial más grave que recordamos la mayoría de sus supervivientes para que el PP recuperara el Gobierno en 2011, y gracias a que un Zapatero agotado no pudo ni finalizar la legislatura.
2018. A trancas y barrancas siguió el PP gobernando hasta que Sánchez planteó la primera moción de censura triunfadora de la democracia post franquista, y todavía hay dirigentes peperos que repiten lo de que su gobierno es ilegítimo. Tan mal digirieron los del PP esa derrota parlamentaria que en el congreso del partido celebrado para sustituir a Rajoy eligieron a un tal Pablo Casado, que consiguió los «récords» de 66 y 89 escaños en las dos únicas elecciones generales a las que concurrió como líder del PP.
2023. Antes del día 23 de julio los del PP se veían ganadores tras los buenos resultados de mayo. No es necesario recordar sus excesos desde la derrota, incluidas las concentraciones convocadas en Madrid y Barcelona, pero menos gracia hace encontrar hoy, 23 de octubre, a Feijóo en las portadas diciendo que si Sánchez consigue formar gobierno «no podrá ejercer como tal desde el primer día».
¿Cómo tiene previsto Feijóo impedir que Sánchez gobierne?
¿Quizás imitando a Trump, o a Bolsonaro, tras perder sus respectivas elecciones en USA y Brasil?
De momento, conviene que aclare si, para amenazar, Feijóo se ha sentido animado tras escuchar dos días antes a Felipe VI incluir en el discurso pronunciado en Oviedo, y sin que viniera a cuento, eso de que «la solución a los muchos problemas que tiene España solo llegará desde la unidad».
¿Acaso tiene previsto el rey imponer la «unidad»?
Se trata de otra pregunta procedente porque Felipe VI es también un muy mal perdedor y ha de estar rabioso por la incapacidad de Feijóo para conseguir la investidura, algo en lo que se implicó más allá de lo que le obligaba la ley.
Según las encuestas, un 43% de españoles opinan que Felipe VI es de derechas o de extrema derecha, frente a un 19% que lo considera de centro y menos del 9% que piensan que es de izquierdas.
¿Recuerda usted alguna derrota importante que la derecha española gobernante haya asumido con elegancia y respeto al adversario?
No vale el extraño final del franquismo como derrota de la derecha española hasta que no se derogue la Ley de Secretos Oficiales, franquista, por supuesto.
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