Por Angelo Nero
En el primer manifiesto de Vigo Antifascista hacéis una apelación a la resistencia antifascista que se inició en 1936 y que intentaron derrotar por todos los medios: “asesinando o encarcelando, dando palizas y cometiendo violaciones, depurando maestros. Mediante quemas ejemplarizantes de libros, rapando para escarnio público las cabezas de centenares de vecinas, incautando bienes públicos y privados, pretendieron extirpar de la memoria de las generaciones que nacieron después de 1936, el legado republicano, apagar del imaginario colectivo las conquistas y avances democráticos, laborares y sociales”.
Recogéis ese “faro de libertad”, que se mantuvo prendido en la “longa noite de pedra”, y que intentaron apagar durante estos cuarenta años de democracia tutelada, y la primera pregunta que se me ocurre es doble, ¿qué tiene en común el antifascismo de hoy, que vosotros queréis llevar a las calles, a los centros de enseñanza y a las fábricas, con aquella resistencia a un fascismo que estaba inundando Europa? Y, más aún ¿ese fascismo que fue derrotado, solo parcialmente, en Europa, pero no aquí, está conectado con la extrema derecha que ahora disputa no solo las calles, sino también los escaños de la representación política?
No hay ni dos ni varios fascismos. Otra interpretación sería un gran error, un espejismo, una imagen invertida e interesada de la derecha española y del autodenominado constitucionalismo español. No nos podemos confundir porque estén ya subrepticiamente insertos en las instituciones hablando de constitución, como si hablasen de los “Principios Fundamentales del Movimiento”.
Delante de la banalización de los que piensan que el fascismo actualizado se puede combatir ridiculizándolo, o haciendo bromas de los comportamientos eufemísticamente llamados “preconstitucionales”, no olvidemos, que en sentido estricto el fascismo es la dictadura abiertamente terrorista de los elementos más reaccionarios, más chauvinistas y más imperialistas del sector financiero.
Existe una línea de continuidad entre el golpe de estado de 1936, la reforma política de 1978 y el proceso de involución en curso. La monarquía borbónica es parte del eje articulador de la ofensiva reaccionaria contra los tímidos derechos, libertades y conquistas laborales y sociales que nos están suprimiendo. Un proceso que no es nuevo, pero que con la justificación de combatir la pandemia están logrando aplicar sin prácticamente oposición popular.
Creemos que es necesario denunciar la impunidad, la amnistía dictada en 1977 como punto de partida de falsa concordia tan cacareada por los herederos del franquismo y por los partidos de origen franquista.
El actual régimen del 78 no es más que la metamorfosis de la dictadura fascista. Es una democracia burguesa, hija directa del fascismo y nieta del régimen del 36 implantado en Galiza a sangre y fuego, a partir de los sucesos del 20 de julio, que aplastaron la primavera de libertades y derechos que se abre con la victoria del Frente Popular.
El estado español es una democracia burguesa en pleno proceso involucionista. Donde una parte de las fuerzas políticas que representan los intereses directos de la fracción más reaccionaria de la oligarquía, actúa sin máscara, reivindicando y defendiendo directamente, sin maquillaje ni filtros su proyecto fascistizante.
Las infames declaraciones de la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Díaz Ayuso, afirmando que cuando la llaman fascista significa que está en el “lado bueno de la historia”, son una obscena apología del terrorismo de estado. Pero la Fiscalía no va a actuar contra ella, al igual que se archivó la querella por los mensajes del chat militar donde un general “retirado” del ejército español afirmaba sin matices y con total “naturalidad” que había que fusilar a 26 millones de personas para poder encaminar la crisis del régimen y garantizar la monarquía.
El borbón sigue sin condenar los diversos manifiestos de militares en la reserva que apelaban a encabezar un golpe de estado contra el gobierno español, y el actual inquilino de la Moncloa mantienen una posición tibia y timorata que solo facilita al avance de las fuerzas más reaccionarias.
El fascismo no puede estar legalizado, tienen que existir, igual que en algunos países de Europa, contradictorias leyes que los señales y los ilegalicen, pero no es suficiente. El mismo día 3 de marzo pasado, el gobierno francés disolvía el grupúsculo Génération Identitaire, mientras la corte estatal del tribunal alemán de Colonia, ordenó la suspensión temporal de vigilancia sobre el partido “populista” de derecha, Alternativa para Alemania (AfD) por parte de los servicios de inteligencia del país. Pero otra vez el estado de derecho! Fabricado por los charlatanes, los nazis, el fascismo, paradoxalmente están protegidos por la justicia “democrática” ¿Cómo los van a eliminar?
No concordamos con esa actitud cínica que algunos politólogos y sociólogos definen como “estables democracias de odio”. Algunos hablan de falta de estrategia europea para “lidiar con este fenómeno”. El fascismo no es un fenómeno pasajero, ni local, ni transitorio! Es un escenario que siempre contempla la burguesía en los momentos de crisis capitalista.
Transitorios son los discursos y las políticas asumidas por los partidos llamados constitucionalistas y monárquicos que aparentan querer suprimir el fascismo, pero asumiendo parte de su ideario, disfrazado de liberalismo. Vox, PP y hasta hace bien poco Ciudadanos, representan y son la expresión más peligrosa del sistema de dominio de la fracción más criminal del capital financiero.
El fascismo en Galiza y en el estado español nunca desapareció, y está creciendo de forma organizada, normalizando su discurso.
La legalidad se fabrica, se fabricó contra la legitimidad para proscribirnos. Frente a la legalidad creada a medida de los herederos del franquismo, la legitimidad de la memoria antifascista. Si pretendemos combatir al fascismo no puede ser en abstracto, debemos responder con urgencia y con mucha agilidad política. También actualizando nuestro discurso frente a otras maneras, otras caras idiosincráticas del fascismo españolas o de donde sean.
Reivindicáis con orgullo la memoria antifascista, encarnada en gentes buenas y generosas como Urania Mella, Manolito Soler, Mercedes Núñez o Amante Caride, muchas de ellas desconocidas para la mayor parte de la ciudadanía viguesa, que desconoce hechos como los del Bou Eva, el fusilamiento de casi toda la corporación municipal, la estancia de vecinos de esta ciudad en los campos de exterminio nazi o la existencia de una guerrilla en los montes de la comarca. ¿Pensáis que es el momento de darle una vuelta a la memoria antifascista, que en Vigo parece algo dormida, donde, además, el alcalde defiende, a capa y espada, monumentos como la cruz del Castro?
Quedó y queda patente que el continuismo de los comportamientos de hedor fascista, de falsa equidistancia, son consecuencia de los que fueron educados en el franquismo, que son también víctimas, y victimarios como promotores de los monumentos y difusores de la historia de los “dos bandos” y de la simbología franquista, de los comportamientos de lo que denominamos franquismo sociológico. Este sería parte de un diagnóstico leve, pero es mucho más grave.
Abel Caballero es capaz de mantener la cruz de los caídos en el Castro, erigir un nuevo monumento fascista en Vigo, una gigantesca figura del Sagrado Corazón en A Guía, y con el cinismo y la hipocresía que lo caracteriza, dar una conferencia de prensa con la ministra Carmen Calvo, recordando como presidente de la FEMP que es necesario aplicar la “Ley de la Memoria Histórica”, que “obliga” a la retirada de la simbología franquista de los espacios públicos.
Estos tipos de comportamientos deben ser denunciados y combatidos de manera clara. Combatir la falsa equidistancia. Es hora de abrir los archivos, denunciar los nombres de los verdugos.
Las víctimas no murieron casualmente, ni de manera fortuita. Fueron fusiladas, rapadas, violadas, incautadas sus propiedades, forzadas al exilio e a la depauperación. Omitir o permanecer en la neutralidad, ayuda al verdugo, al opresor. El silencio pactado hipócritamente, la concordia decretada, ayuda a mantener la indefensión de las víctimas delante del victimario, jamás al pueblo oprimido. Es una conducta reprobable digna de cualquier colaboracionista.
La memoria tiene una utilidad práctica, funciona con energía desfascistizante y no puede ser barniz combativo de los que no quieren combatir. Ni parte del culturalismo desde hace muchos años en manos de las instituciones: de los perversos secuestros que en la actualidad sufrimos en nuestra ciudad.
Eso mismo continúa contaminando la política como una especie de veneno. Todo esto propugna algunos o muchos que contemplan la memoria como un hecho funerario, una especie de religión civil con conmemoraciones litúrgicas que confortan parcialmente consciencias. Es necesario que sean las homenajes y despedidas que nunca se pudieran hacer porque estaban prohibidas, o solo haciendo hincapié en el ámbito afectivo, culturalista, nostálgico, desprovistos del valor antifascista, recordar que las víctimas del genocidio eran mayoritariamente antifascistas o en cualquier caso víctimas del fascismo.
En diciembre fue vuestra asamblea constituyente, pero en menos de dos meses Vigo Antifascista ya hizo una intensa campaña de agitación y propaganda en nuestras calles, no hay barrio sin carteles con vuestro lema de “Frente o avance fascista, resposta popular”, lo que, más aún en tiempos de restricciones debido a la pandemia, supone un importante compromiso militante, ¿Qué es para vosotros, a día de hoy, la militancia antifascista, en un momento en que, además, se intenta criminalizarla en los medios?
Nacimos como parte del proceso de convergencia de espacios, militantes y activistas antifascistas que está teniendo lugar en Galiza desde la primavera pasada. Muchos de nosotros militáramos en partidos políticos antes y después de la muerte de la bestia, el mismo genocida que murió en la cama, el mismo que dictaminara el apoliticismo activo. En los últimos meses, se dieron un conjunto de factores que facilitaron el encuentro con compañeras y compañeros de diversas generaciones y trayectorias militantes. Después tenemos promovido el 20 de noviembre en Vigo la concentración antifascista encuadrada en una iniciativa unitaria de carácter gallego, iniciamos un proceso constituyente culminado en la asamblea fundacional del 15 de diciembre. En el salón de actos de la CIG nos dotamos de un programa reivindicativo de trece puntos, que incluyó desde la prohibición y exaltación de todo tipo de simbología franquista, la nacionalización del patrimonio robado, hasta la ilegalización de todos los partidos y entidades que no condenan el franquismo y reivindican la dictadura, y la depuración del ejército, fuerzas policiales y el aparato judicial.
Vigo Antifascista fue conformado como respuesta a esta ofensiva. Pensamos que es necesario articular el movimiento antifascista y no renunciar a ningún tipo de lucha. Defendemos la convergencia de todas las fuerzas políticas y sociales antifascistas para crear un muro que frene el desenvolvimiento y acumule fuerzas para erradicarlo de nuestro país.
Un movimiento antifascista de carácter anticapitalista y encuadrado en nuestro cuadro específico de lucha, en Galiza. Nuestra alternativa no pasa por la defensa de la democracia parlamentaria y de la monarquía española. Ni fascismo ni dictadura del Capital.
Ahora mismo estáis llevando adelante una importante iniciativa contra la instalación de una gigantesca estatua del Sagrado Corazón en el alto del Monte da Guía, realizada con fondos públicos, de la Diputación de Pontevedra y del Concello de Vigo, por lo que hacéis un llamamiento a los vecinos de Vigo para que se sumen al rechazo de esta iniciativa en la que el alcalde está empeñado. “Ante la preocupante situación política llega la hora de manifestar, de escenificar públicamente, la necesidad de unidad de acción antifascista de las organizaciones, partidos y sindicatos, frente a la amenaza fascista en todas sus expresiones”, decís en vuestro manifiesto, ¿Qué respuesta estáis encontrando entre la vecindad, las fuerzas políticas y sindicales, y las asociaciones memorialistas de la ciudad?
Más que nunca es necesario hacer el esfuerzo militante de compromiso con la memoria antifascista. Todos los compromisos con la memoria son necesarios, en la ciudad, digo más, en la comarca. Nos conocemos todos. Tal vez llego la hora de los bisnietos y tataranietos. La memoria debe ser compartida para explicar consecuentemente la actualidad. Tiene utilidades, es un tesoro colectivo de eso que llamamos pueblo trabajador.
Cualquier calificativo que pretenda equiparar o atenuar, el relato convenientemente adaptado a una nueva legislación a los gobernantes utilizando la memoria antifascista, como aséptica memoria democrática, usando palabras vacías o que exprima el memorialismo como parte de la comparsa de celebraciones de los gobernantes, debe ser corregido y denunciado públicamente.
La legalidad vigente pretende restar, modificar o vaciar de significado el auténtico valor de la memoria. El antifascismo es una urgente necesidad, es una vacuna contra las utilizaciones y comportamientos espurios que promueven y justifican recortes de derechos y libertades. Contra un presentismo que intenta explicar inexplicablemente la legitimidad de instituciones heredadas, una maquinaria que continúa utilizando el olvido programado por los cínicos, postergando, dilatando o proclamando que el equilibrio democrático está en la mediocridad que pretende situarnos en los extremos, en la marginalidad! Nuestra geografía de la memoria y para la construcción política es bien otra. Los que promueven el olvido programado no pueden ser los que dictaminen como albaceas en nombre de la memoria antifascista.
Estamos satisfechos con la campaña iniciada. Sorprendidos de que muchas personas y colectivos se interesaran por el trabajo realizado. Vigo Antifascista se va conformando con simpatizantes, activistas y militantes con un compromiso mayor, que entienden la necesidad de combatir el fascismo con estrategias actualizadas. El fascismo nunca dejó de existir, ahora utiliza la democracia de manera más perniciosa, haciendo desde los propios parlamentos, escenas que hacen eco del populismo, respuestas simples para problemas a veces artificiales o mensajes que soliviantan a los que cabreados por políticas y partidos que renuncian a sus propios postulados sin resolver sus carencias.
El manifiesto “Vigo ciudad antifascista”, que lanzamos el mes pasado, no solo pretendía evitar la deliberada perdida de nuestra memoria colectiva como ciudad obrera y combativa. El manifiesto pretende avanzar en el proceso de unidad antifascista que promovimos y con el que estamos firmemente involucrados.
Vigo Antifascista también estuvo presente en las manifestaciones por la Libertad de Pablo Hasél, el cantante que recientemente ingresó en prisión, algo que pone en manifiesto la poca calidad democrática de este estado, ¿cómo valoráis estas movilizaciones, que se sucedieron a lo largo de nuestra nación, en las que participaron también otros colectivos, y el tratamiento que dio la prensa de ellas, en las que hizo hincapié de los enfrentamientos que hubo, puntualmente y a posteriori, con la policía?
Militar en el antifascismo o en la memoria antifascista no es cómodo. Un sistema que se define garantista blandiendo la “seguridad jurídica” para machacar, para aplastar las protestas en la calle con estrategias policiales sofisticadas o con leyes que socavan los principios como el de la libertad de expresión, siempre intenta criminalizar las protestas, criminalizar al diferente.
Sin embargo el fascismo y los fascistas permanecieron en las instituciones, por tanto influyen y deciden en parte la legislación y comienzan a ser numerosos en la Cámara del poder legislativo español.
Vigo Antifascista participó activamente y apoyo las iniciativas en solidaridad con el rapero porque defendemos la libertad de expresión, y porque Pablo Hasél es un antifascista, perseguido y reprimido por el mismo régimen que nosotros, desde Galiza, combatimos.
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