Entrevista a Pablo Alcántara: “La mayoría de miembros de la BPS pasaron a la policía democrática sin ningún tipo de depuración ni juicio por sus actuaciones”

Pablo Alcántara en la presentación de «La Secreta de Franco», organizada por Vigo Antifascista. Foto: José Gorís

Si la Gestapo fue fundamental en el nacimiento de la BPS, la CIA y el FBI fueron fundamentales en la modulación y modernización de la policía política franquista.

Por Angelo Nero

La Brigada Político Social, la policía política franquista, la “secreta”, fue creada con el objeto de reprimir a los movimientos de oposición al régimen totalitario, instaurado tras la guerra civil, pero este cuerpo policial tuvo ya sus antecedentes tanto en la República, como en la Dictadura de Primo de Rivera. Incluso alguno de sus primeros miembros ya se había distinguido en la represión contra el movimiento anarquista, ¿no es cierto?

Sí y no. Como aclaro en el segundo capítulo de mi libro, sobre los diferentes perfiles de los miembros de la Brigada Político Social, algunos de estos miembros ya venían de la División de Investigación Social, creada por la dictadura de Primo de Rivera para reprimir a los anarquistas, comunistas, nacionalistas vascos, catalanes y gallegos. Estos policías dedicados a reprimir movimientos sociales también existieron durante la II República, recibiendo medallas por participar en las detenciones y torturas tras la Revolución del 34 en Catalunya y Asturias. Pero la policía política franquista supuso también una ruptura respecto a la policía primoriverista y republicana. El golpe de Estado del 18 de julio de 1936, la Guerra Civil, la represión franquista, la depuración y fusilamiento de funcionarios republicanos supuso un antes y un después para la creación de la Brigada Político Social, aunque obviamente se basaron en la represión al movimiento obrero en la década de los años 20 y 30.

En la creación de la policía secreta de Franco tuvo un papel importante la Gestapo, la policía secreta de la Alemania nazi, incluso está documentada la participación de algún alto cargo alemán en sus primeros años. Cuéntanos, Pablo, como en que se tradujo esta colaboración policial entre ambos regímenes.

La Gestapo tiene mucho que ver en la creación de la policía secreta franquista. Sin su colaboración, no hubiera sido la misma. en 1938, hay un pacto policial entre los nazis y los franquistas para colaborar policialmente, en la detención den antifascistas alemanes que participaron en las Brigadas Internacionales, por ejemplo. Himmler, el máximo dirigente de la misma y mano derecha de Hitler, viajó en 1940 a España para entrevistarse con autoridades policiales y con Serrano Suñer, Ministro de Asuntos Exteriores en aquel momento y cuñado de Franco, con el que también mantuvo reuniones. Y no es casualidad que en 1941 se creará la Ley de Policía que promulga la creación de la Brigada Político Social, como una policía al servicio del régimen franquista. en 1942 se promulga una Ley por la que los miembros de la BPS debían acatar los principios del Movimiento Nacional, muy en sintonía con la policía política nazi.

La historia negra de la BPS está presente en los testimonios de muchos de los militantes de izquierdas que fueron torturados en las comisarias de la Puerta del Sol, en Madrid, o en la Vía Layetana, en Barcelona, pero sin embargo es menos conocido una de sus labores principales, que era la investigación. ¿Que métodos, además de las confesiones logradas bajo tortura, empleaban los policías de la “secreta” para sus pesquisas sobre los movimientos y militantes opositores?

Uno de los aspectos más interesantes y novedosos de mi libro es toda la creación del «aparato intelectual» de la BPS. En una policía tan ideologizada, la propaganda era fundamental para justificar las torturas y la represión. Los Boletines de Información Anti-Marxista primero y los Boletines de Investigación Social después se dedicaban a analizar a la sociedad del momento, las organizaciones antifranquista, la Historia de España, desde un punto de vista del franquismo. También hubo una revista, Policía, que leían los agentes para informarse sobre las actividades del Cuerpo, ver actividades policiales a nivel mundial. También hubo una editorial, la editorial San Martín, dedicada a publicar textos sobre orden público, organizaciones clandestinas, etc. Hubo policías que se dedicaron a escribir folletos, libros, novelas e incluso ganaron premios literarios. Y no sólo fueron uno o dos, sino que fueron varios.

Presentación de «La Secreta de Franco» en Vigo: Xavier Moreda, portavoz de Vigo Antifascista, Pablo Alcántara, y Javier Rodríguez, periodísta de Faro de Vigo. Foto: José Gorís

Sobretodo a partir de la visita de Eisenhower de 1959, parece que también la CIA y el FBI instruyeron a agentes de la Brigada Político Social, ¿en que se materializó esta colaboración policial, y que resultados tuvo en represión de las nuevas organizaciones que surgieron en los años sesenta?

Si la Gestapo fue fundamental en el nacimiento de la BPS, la CIA y el FBI fueron fundamentales en la modulación y modernización de la policía política franquista. A mediados de los años cincuenta surge un nuevo movimiento obrero y estudiantil que desafía a la dictadura y que le pilla en un traspiés a los propios agentes. En un auge de la Guerra Fría y el anticomunismo en EEUU, los servicios secretos americanos ayudan a la BPS a comprender estos nuevos fenómenos y a aplicar nuevas técnicas de tortura. A finales de la década, altos mandos de la BPS viajan a Washington para recibir cursos de instrucción policial. También participan en operaciones de búsqueda de comunistas y soviéticos en suelo español, como el caso Beria, donde el famosos senador Mcarthy, el de la caza de brujas de Hollywood, pide un informe a la policía español sobre si el ex jefe de los servicios secretos con Stalin estaba en nuestro país (no estaba). Fue una relación mucho más profunda de lo que se pensaba hasta ahora.

Muchos historiadores se siguen quejando del acceso a los archivos policiales y militares, especialmente en los que afectan a los últimos años de la dictadura y a los años de la transición. El gobierno de Pedro Sánchez ha prometido una nueva ley de secretos oficiales, pero, hasta entonces, seguimos bajo la aprobada en las cortes franquistas en 1968. ¿Cuáles son los impedimentos que te has encontrado para realizar tu trabajo sobre la BPS y que le pedirías a la nueva ley?

Los impedimentos son muchos y muy extensos. Llevamos ya varios años escuchando lo del cambio de la Ley de Secretos Oficiales (una ley franquista, por cierto) pero seguimos esperando. También la Ley de Patrimonio Histórico, que impide consultar documentación policial y personal de personas que siguen vivas o murieron hace menos de 25 años, es otro muro para la investigación. La falta de personal y medios en los archivos también dificulta nuestro trabajo y el de los archiveros. Hay muchas cuestiones sobre los últimos años del franquismo y la Transición que no podemos conocer a través de documentación de organismos oficiales por estas normativas. La Ley de Secretos Oficiales debe tener unos límites temporales, que ahora mismo no tiene.

Algunos agentes de la BPS han sido tristemente famosos como Roberto Conesa o Billy el Niño, por las denuncias de muchas de sus víctimas, sin embargo, la práctica de la tortura no era algo aislado, fruto de policías que se extralimitaban en sus funciones, sino que estaba institucionalizado, ¿en tu investigación encontraste documentos o incluso manuales, que acrediten esto?

En mi libro demuestro como los organismos policiales, empezando por la Dirección General de Seguridad y la Jefatura de Policía, elogiaban a ciertos agentes, como el mencionado Roberto Conesa, por su capacidad para infiltrarse en organizaciones clandestinas. También que en sus reuniones con los jefes de policía de todo el país, para analizar lo que pasaba en el país, a la hora de hablar de las técnicas policiales para frenar a los movimientos de oposición, la cuestión de la infiltración en las asambleas de estudiantes y trabajadores y la detención de los militantes antifranquistas era fundamental para cortar de raíz el «problema subversivo». Sobre la tortura en concreto no he encontrado información concreta, porque eso no lo dejaban por escrito. Pero esta claro que alentaban y la apoyaban, por las recompensas que daban a los agentes por detener a personas que luchaban contra la dictadura. de hecho daban más dinero por detener a gente de CCOO, PCE o LCR que a gente que se dedicaba al narcotráfico. Y las denuncias que había por malos tratos en comisaría, quedaban siempre en un cajón. Hay muchos testimonios en el libro de torturas policiales contados por luchadores antifranquistas.

Presentación de «La Secreta de Franco», en la Librería Cartabón de Vigo. Foto: José Gorís

La policía secreta de Franco fue creada para perseguir a los grupos opositores al régimen, pero con el tiempo también fue abriendo el foco, hacia intelectuales, abogados y cualquier voz que se pudiera alzar contra el franquismo, ¿hubo un cambio de estrategia definido entre los años cincuenta, cuando todavía había resistencia armada en los montes, y los setenta, cuando al movimiento sindical se le sumaba mucha gente de la cultura?

La BPS fue contra todos aquellos que se movilizaban contra la dictadura. Es verdad que trataba con mayor benevolencia a estudiantes que venían de las altas esferas del régimen, artistas, intelectuales o dirigentes de organizaciones antifranquistas. Pero no por una cuestión de defensa de los derechos de los detenidos, sino por las repercusiones internas e internacionales que podía tener que dichas personas fueran maltratadas. De hecho, cuando el movimiento estudiantil se masificó a finales de los sesenta, con hijos de las clases medias y trabajadoras, la tortura fue el pan de cada día y hubo hasta asesinados a manos de los agentes, como Rafael Guijarro y Enrique Ruano. Contra los obreros mayoritariamente, no había contemplación. La tortura se utilizo desde el principio hasta el final del franquismo. No hubo una época más «light» que otra, sino que fueron las circunstancias sociales y políticas las que modularon el uso de la misma.

Con la llegada de la Transición, a finales de 1978, se disuelve la BPS, pero esta tiene continuidad en un nuevo cuerpo policial, de hecho, muchos de sus miembros, como Roberto Conesa, siguieron en activo hasta los años ochenta, ¿en que cuerpos tuvo continuidad la labor de policía secreta franquista, con la llegada de la democracia?

La mayoría de miembros de la BPS pasaron a la policía democrática sin ningún tipo de depuración ni juicio por sus actuaciones. Con la Ley de Amnistía se perdonaron sus crímenes. Y fueron tratados como «superagentes demócratas» por parte de gran parte de la prensa. Y las voces díscolas con todo ello, fueron represaliadas, como el caso de Gregorio Morán, llevado a juicio por el propio Conesa por publicar unos artículos en 1977 en diario16 hablando de las torturas que había aplicado durante la dictadura. Muchos de estos agentes fueron ascendidos a altos cargos en las brigadas anti-terrorista o anti-golpe. De hecho, algunos de ellos, estuvieron implicados en la guerra sucia contra ETA, como Manuel Ballesteros, agente de la BPS en Valencia y que participó en los GAL.

Para tu libro entrevistaste a varias de las víctimas de la Brigada, como Chato Galante, o a Manuel Blanco Chivite, participantes en la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo, ¿crees que estas víctimas siguen siendo olvidadas por el estado español, que sigue siendo un modelo de impunidad?

Totalmente. No se ha reconocido la importancia de su lucha para conseguir nuestras libertades y derechos. La nueva Ley de Memoria Democrática que se quiere promulgar parece un cierto avance en algunos aspectos. Pero mientras no se derogue la Ley de Amnistía, los crímenes del franquismo seguirán impunes en nuestro país. También falta que haya un Día donde se reconozca la lucha antifranquista, que haya una unidad didáctica sobre el tema en las escuelas, que se cree un Museo de la Memoria, que se abran los archivos sobre la represión franquista. Gracias a la lucha de asociaciones como la Comuna, se ha conseguido cierto reconocimiento social de estos luchadores. Pero el Estado las sigue ninguneando, a pesar de las grandes palabras y promesas.

La Secreta pareció ser bastante efectiva contra la militancia antifranquista, sin embargo no tanto contra las organizaciones armadas, como ETA, capaces de incluso de atentar contra el presidente del gobierno de España, almirante Carrero Blanco, aún así, ¿se creó alguna unidad especial dentro del BPS para combatir los expresiones de lucha armada nacidas en los últimos años del franquismo?

En los últimos años del franquismo, la BPS fue ineficaz para entender los cambios sociales que se estaban dando dentro del país en general y dentro de la oposición antifranquista en particular. Con el tema de ETA creía que era un fenómeno que se iba a quedar en Euskadi y que era una cosa de «cuatro bisoños» como señalan en sus propios informes. Los nuevos movimientos sociales desbordaron a la policía política. Se crearon grupos para investigar al independentismo vasco, al PCE, las actividades laborales. Pero fue completamente insuficiente para parar aquellas luchas. De hecho, la propia oposición se preparó para hacer frente a la represión y tortura policial, mediante manuales que daban a los militantes, como explico en el libro.

Por último, después de leer La secreta de Franco nos preguntamos, ¿queda todavía mucho que investigar sobre los cuerpos policiales en el franquismo y en la Transición?

Queda mucho. De hecho, mi tesis, que es de donde sale este libro, es la primera sobre la BPS. Y este es el primer libro que trata a esta policía en todas sus dimensiones, intentando hacer una historia institucional. En los últimos años se han realizado grandes trabajos sobre la represión franquista, la violencia política y policial en la Transición, la lucha de la oposición. Pero queda mucho por hacer, entre otras cosas, por la dificultad de acceso a la documentación. Hay muchos episodios de represión policial oscurecidos, que hasta que no se abran los archivos no sabremos cien por cien que pasó. También sobre las relaciones entre la BPS y la PIDE, la policía política de la dictadura de Salazar en Portugal, la actividad de la BPS en diversas zonas del Estado. Hemos avanzado en los estudios, pero hay que seguir trabajando y peleando.

1 Comment

  1. Me encantó la presentación en la libraría Cartabón. Creo que es un libro que toda persona con dos dedos de frente debería de leer. Yo lo voy a leer.
    Pablo Alcántara me ha parecido un gran comunicador así como una persona muy preparada en esta cuestión. No lo conocía y desde ahora, si veo un libro en cuya portada su nombre esté impreso como autor no dudaré ni un segundo en hacerme con él porque por lo que escuché este joven tiene madera y mucho recorrido por delante.
    Pero como en la vida real no todo es maravilloso ni perfecto se podría decir que hay quien ahora quiere llevarse méritos, porque los ególatras son así… Igual en una de las foto se ha colado un «infiltrado o estafador que quiere «ganar galones» cuando en al menos parte de su vida yo no lo hubiera denominado antifascista sino más bien un capitalista que estafó a unos padres de unos jóvenes que estudiaron, si se le pudo llamar a eso estudiar, en su academia. Ah!!! Y de aquella no era Xabier era Javier. Qué paradojas tiene la vida.

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