Entrevista a Hedy Herrero: “Ignorar la verdad de lo que ocurrió no lo hace desaparecer”

Es crucial mostrarle la verdad a la gente joven, lo que ocurrió y como ocurrió. Los institutos son el lugar perfecto para todo esto, los libros de texto no hablan del tema, o lo tocan muy por encima, eso lo sabemos, pero darles charlas temáticas, documentales, libros… eso ayudaría bastante

Por Sol Gómez Arteaga

Como nieta de represaliados y conocedora de las vicisitudes que vivieron, Hedy Herrero nos cuenta para Nueva Revolución, que se vio en la obligación de investigar más a fondo sus vidas, sus penalidades y cómo pudieron sobrevivir a tanto horror.

Lleva más de una década sumergida en la búsqueda de nombres y datos de los hombres que estuvieron presos en el Fuerte de San Cristóbal, en Pamplona. El hecho de que su abuelo estuviese preso allí cinco años le empujó a saber más sobre el sitio y quienes eran aquellos hombres que compartieron patio, hambre y dolor con él.

Archivos, libros, fichas penitenciarias, búsquedas en internet, webs y aportaciones familiares le están sirviendo de mucha ayuda en este objetivo.

Confiesa que no está siendo fácil la recuperación de datos, pero que a fecha de hoy haya podido sacar a la luz 1.139 nombres más de los que constaban en principio en el listado que se publicó en el libro de Félix Sierra Fuerte San Cristóbal 1938, la gran fuga de las cárceles franquistas. Editorial Pamiela 2008, le empuja a seguir adelante.

Dice que las personas que se dedican a la investigación de la Memoria saben que ésta no es tarea fácil, las trabas de las administraciones están ahí, los silencios están ahí, las piedras que te ponen en el camino están ahí, pero hay que seguir adelante caiga quien caiga.

Sigue y seguirá buscando datos y nombres porque se los debe a mis abuelos, y a sí misma.

Cuéntanos para Nueva Revolución la historia de tus abuelos Vicenta y Agustín.

Se llamaban Teodoro (más conocido como Agustín) y Vicenta, ambos eran nacidos en Madrid, mi abuelo concretamente nació en Alcobendas. Tenían 5 hijos.

Él era ferroviario y el golpe de Estado del 18 de julio del 36 les pilló viviendo en Miranda de Ebro, Burgos.

Era presidente local del Partido Comunista de esa localidad, afiliado a la UGT y al Socorro Rojo Internacional.

La noche del golpe de Estado se reunieron todos para intentar conocer la situación, él y otros tres compañeros más cogieron un coche y se dirigieron a Burgos para intentar hablar con el Gobernador Civil pero durante el trayecto fueron detenidos y enviados a la prisión Central de Burgos, el juicio se celebró en octubre de ese mismo año.

Le enviaron al Fuerte de San Cristóbal en enero de 1937 donde ingresó con el nº 760.

El 22 de mayo de 1938 se fugó, junto a 795 presos más, estuvo 3 días vagando por los montes sin comer ni beber hasta que en un pueblo una mujer le ofreció una sopa de ajo. Años más tarde recordaría aquella comida como el mejor manjar de su vida.

Le capturaron en Isaba, cerca de la frontera, el 25 de mayo y fue devuelto al Fuerte ese mismo día.

Tras un juicio colectivo por el intento de fuga le cayeron 17 años más a su condena.

Fue trasladado en noviembre de 1942 a los talleres penitenciarios de Alcalá de Henares, en Madrid, donde obtuvo la libertad condicional en agosto de 1943. Le concedieron la libertad definitiva en febrero de 1948.

Durante su internamiento en el Fuerte de San Cristóbal contrajo la tuberculosis, enfermedad que le mató en diciembre de 1966.

Vicenta era modista y trabajaba en un taller de costura junto a Natalia Quecedo Barcina, esposa del alcalde de Miranda de Ebro, Emiliano Bajo, fusilado en septiembre de 1936.

La detuvieron la noche del 19 de julio cuando intentaban quemar los documentos donde implicaban a muchas personas afiliadas al partido comunista y a la UGT. La enviaron a los calabozos del ayuntamiento y la guardia civil junto a unas monjas se llevaron a sus 5 hijos. Unos días después unos amigos de la familia pudieron recogerlos y hacerse cargo de ellos.

Fue torturada, rapada y apaleada durante su estancia en los calabozos. Una noche fue sacada de allí y la metieron en un camión junto a varios hombres y los condujeron hasta las tapias del cementerio de Pancorbo, en Burgos. En el momento justo del disparo un guardia civil mandó detenerlo y comentó: esa mujer fuera de las tapias, yo no fusilo a embarazas.

Regresó al camión y tuvo que escuchar las ráfagas de las balas que fusilaron a aquellos hombres.

Aquel guardia civil la salvó del fusilamiento sin saber que realmente mi abuela no estaba embarazada, tenía la tripa muy hinchada después del último parto en enero de ese mismo año que tuvo a su último hijo.

Me salvé por gorda, era lo que comentaría años después.

Vicenta fue liberada a los pocos días. Se marchó a Burgos para saber que había sido de su marido y cuando supo la sentencia y dónde le habían trasladado organizó su vida para dejar a sus hijos en Madrid, en casa de su madre y trasladarse, junto a sus dos hijos mayores a Pamplona donde trabajó en varios sitios, entre ellos en tren de Irati y sirviendo en una casa donde la familia sólo daba trabajo a mujeres de presos.

Cuando al abuelo le trasladaron a Madrid en 1942 regresó también el resto de la familia.

Como la situación laboral de mi abuelo era muy complicada ella se dedicó al estraperlo, delito por el cual fue detenida durante 100 días en la cárcel de Ventas.

Mi abuelo nunca se recuperó de su enfermedad y mi abuela arrastró durante muchos años aquel tiempo de dolor y angustia.

Tu vida está vinculada a Madrid donde creo que resides y sin embargo, has pasado temporadas en el País Vasco. ¿Tiene ello que ver con la investigación relativa al Fuerte de San Cristóbal?

La mayor parte de mi vida he resido en Madrid donde me encuentro actualmente, irme a vivir a Pamplona, donde viví cerca unos 10 años, fue casual y causal.

En 2008 salió el disco de Barricada La tierra está sorda y casualmente cayó en mis manos el libro de Félix Sierra e Iñaki Alforja Fuerte San Cristóbal 1938. La gran fuga de las cárceles franquistas, editado por Pamiela. A través del blog de Barricada conocí a una chica que vivía en Pamplona y me ofreció irme a vivir con ella, yo necesitaba un cambio y sin pensármelo dos veces me fui para allá. Todo lo demás fue causal.

Aunque ya estaba yo dando mis primeros pasos buscando documentación de la vida de penitenciaria de mis abuelos tengo que reconocer que estar en el lugar donde ellos estuvieron me sirvió de acicate para investigar mucho más a fondo.

Pusiste nombre a 5.917 presos del Fuerte de San Cristóbal en tu publicación “Entre Rejas”, año 2020, editorial Pamiela, 1000 más de los que se conocían. Este libro es también un diccionario biográfico sobre los presos que tuvieron la desgracia de habitar el Fuerte de San Cristóbal entre 1934 y 1945. Háblanos de porqué surge esa publicación y que aportes realizas a la historia ya conocida del Fuerte de San Cristóbal.

Todo comenzó por listado que se publicó en el libro que te he mencionado anteriormente de Félix Sierra, ahí se publican exactamente 4903, los nombres que he añadido en mi libro ascienden a 1014.

Comencé con un Excel particular donde iba anotando datos y nombres que no constaban en el listado de Félix Sierra y me fui dando cuenta que eran demasiados, aquello iba sumando cada día. Fue Paco Echeverría el que, años después de comenzar aquel Excel, me animó a darle forma y a sacar aquello adelante. Me puse en contacto con Pamiela y 13 años después mi libro tomó forma. En la actualidad sigo buscando datos y desde la publicación de “Entre Rejas” en 2020 a fecha de hoy he conseguido 125 nombres más y también más datos, espero en próximas ediciones poder añadirlos al libro.

Visibilidad, eso es lo que estoy consiguiendo, que se conozcan el máximo número de datos de los hombres que estuvieron presos en el Fuerte de San Cristóbal.

Ya hemos tenido muchos años de silencio y oscurantismo.

Creo que la fotografía documental es también importante para ti y de hecho has colaborado, entre otras muchas participaciones, en el libro “Bajo tierra” que recoge imágenes de distintas exhumaciones realizadas en Navarra. Háblanos de la importancia que tiene el trabajo fotográfico que has realizado hasta el momento.

Comencé con el tema de las exhumaciones en Navarra precisamente en el cementerio de las botellas, en el Fuerte, ese fue el primer contacto que tuve con el tema. Me impresionó tanto la primera vez que vi un cuerpo que al hacerle la foto me puse a llorar. Después de aquello asistí a todas las exhumaciones que podía, era importante para mí dejar constancia del trabajo que estaban haciendo tanto Aranzadi y el Gobierno de Navarra como las personas que día a día siguen buscando a sus desaparecidos.

En relación al Fuerte la aportación fotográfica ha sido fundamental para mi trabajo de investigación.

Encontré fotos realizadas por José Galle en el Archivo General de Navarra donde se podían ver perfectamente a los presos en el día de la Merced, en misas de campaña, fotos grupales…

También las aportaciones familiares han sido cruciales. En el Fuerte hubo un capellán, José M. Pascual, que con su propia cámara fotográfica hacía fotos individuales a los presos para que pudieran enviárselas a sus familiares.

Todas aquellas imágenes me inspiraron para hacer un fotomontaje que pienso es muy importante para visibilizar a los presos y al Fuerte, este trabajo me llevó más de dos años hacerlo y por fin pude presentárselo al Gobierno de Navarra que me propuso hacer una exposición con todo.

Decirte solamente que el día que se inauguró dicha exposición en el Planetario de Pamplona me vino un señor y me dijo entre lágrimas que había encontrado a su abuelo entre aquellas fotografías.

Hay que poner cara a los nombres y nombres a las caras.

¿Cómo ves el panorama actual en materia de Memoria Antifascista, teniendo en cuenta la subida de Vox a escenarios de poder?

Peligrosa. Cuando se juntan la ignorancia, el desconocimiento y la soberbia es un peligro social. Ignorar la verdad de lo que ocurrió no lo hace desaparecer.

¿Qué opinión te merece la noticia que ha salido estos días de que el Gobierno se compromete en el plazo máximo de un año a convertir el fuerte de San Cristóbal en un espacio de memoria?

¡Ya estaban tardando!

Hace muchos años que el Fuerte tendría que estar más protegido y cuidado, los que conocemos el lugar sabemos perfectamente la dejadez por parte del Ministerio de Defensa que lo están dejando morir poco a poco.

Cuando vivía en Pamplona y alguna tarde me subía hasta allí me lo encontraba, la mayoría de los días, lleno de cristales, basuras y las paredes llenas de pintadas. Me dolía ver en que se estaba quedando todo aquello.

Siempre he dicho que el Fuerte es un lugar de Memoria y que allí debería de haber un museo de la Memoria, es más, comenté en su día de exponer mi fotomontaje allí si algún día aquel lugar se hacía museo.

¿Qué logros se tendrían que dar en materia de Memoria Antifascista para que en tu opinión se hubiera logrado un avance en el camino de la verdad, la justicia y la reparación?

Como investigadora y yendo a mi terreno, hay que conseguir el acceso a documentación y facilitar los trámites para poder verlos y digitalizarlos.

El ejemplo lo tenemos en los expedientes del Fuerte de San Cristóbal que por fin se van a trasladar donde siempre debieron que estar, en el Archivo General de Navarra y que todo aquel que quiera consultarlos no tenga que estar años esperando para poder hacerlo.

Hay que digitalizar toda la documentación que hay en los Archivos, hoy en día se trabaja por internet y el acceso es fundamental.

Hay que sacar a la luz todos los documentos y no poner tantas trabas a quienes los soliciten.

Sin memoria no hay futuro, por eso es importante que ésta llegue a las siguientes generaciones. ¿Qué les dirías a los más jóvenes en materia de Memoria?

Conocer la verdad nos hará libres.

Eso resume bastante nuestro futuro, para saber hacia dónde vamos hay que saber de dónde venimos. Es crucial mostrarle la verdad a la gente joven, lo que ocurrió y como ocurrió. Los institutos son el lugar perfecto para todo esto, los libros de texto no hablan del tema, o lo tocan muy por encima, eso lo sabemos, pero darles charlas temáticas, documentales, libros… eso ayudaría bastante.

Te cuento una anécdota relacionada con la publicación de mi libro. Recibí un email de un bisnieto que en su familia nunca se hablaba del tema de la guerra civil. Por casualidad un día escribió el nombre de su bisabuelo en Google y encontró que había estado preso en el Fuerte y que fue uno de los que se fugaron el 22 de mayo, que después le enviaron a Madrid…

Este chaval me pidió ayuda para poder conseguir más datos. Me comentó que ya que en su familia se había establecido el silencio como norma él quería conocer la verdad. Creo que este ejemplo contesta a tu pregunta.

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