La guerra del siglo XXI se realiza a través del aparato mediático, para crear realidades virtuales y ficticias que estimulan la emoción y que tienden a favorecer los poderosos intereses del capitalismo.
Por Jorge Álvarez / EL COLECTIVO
Llegó una carta de un entrañable amigo de La Habana, quien me cuenta: “…por aquí de pronto se saltaron los ánimos, particularmente por grupos de jóvenes que hoy están más distanciados de la utopía que nos ha llevado hasta donde estamos. Nuevas generaciones con nuevos intereses (…) Fueron manifestaciones, algunas numerosas, pero en muchos lugares del país, algo que tomó a muchos por sorpresa, entre ellos a mí. Y como suele ocurrir en casos así, junto a manifestantes pacíficos se introducen los violentos y aquellos que buscan pescar en río revuelto, vale decir, vandalizar tiendas y otros lugares, incluidas poner ruedas arriba algunas patrullas de la policía, romper cristales, etc. Poco a poco se ha ido a la normalidad…”
Actores y elementos del “estallido social”
En pocas palabras, mi amigo nos muestra lo que reconocen analistas y el mismo gobierno cubano: la participación de tres tipos de actores en las protestas de julio 11. En primer lugar, quienes están padeciendo graves problemas en la actualidad, cubanos que hacen parte del bloque revolucionario pero que tienen necesidades no resueltas. En segundo lugar, quienes aprovechan la ocasión para acciones de vandalismo y saqueo, como si se estuvieran desatrasando de algo. Y, por último, el imperialismo norteamericano quien desde hace 60 años intenta destruir la revolución.
Estas líneas ofrecerán una mirada sobre el tercer actor, un protagonista de peso mayor que maneja desde el exterior, inmensos recursos económicos y promueve ataques permanentes en todas las direcciones, apuntando, sobre todo, a la agitación callejera. El 11 de julio, tras campañas previas de largo aliento en las redes, aprovechó las circunstancias para enardecer aún más los ánimos, conjugando todo en una tormenta perfecta provocada, a su vez, por la confluencia de tres elementos que se combinaron en una fórmula precisa: los problemas no resueltos o acumulados durante años; la crisis económica, agravada por la pandemia del Covid 19 que frenó el turismo en la isla y de contera conllevó a la caída estrepitosa de divisas; y el más grave, el sexagenario bloqueo genocida, que se ha agudizado en los últimos dos gobiernos norteamericanos.
Actitud del gobierno cubano
Hay un aspecto que es indispensable aclarar: el gobierno cubano está preocupado, quiere resolver los problemas causantes del inconformismo y así lo ha declarado públicamente; está empeñado en ello y sabe que cuenta con el apoyo del 86% de los cubanos, los que en el referendo constitucional de 2019 comprometieron su voluntad de defender la revolución y continuar la construcción del socialismo en Cuba. Lo que sí es cierto es que, contrario a Colombia y Chile, el número de manifestantes del pretendido “estallido social” –así lo llamaron los medios burgueses– que participaron en las protestas en varias ciudades de Cuba fue una ínfima minoría: no sobrepasaron las diez mil personas.
Las protestas en casi todo el mundo están protagonizadas especialmente por jóvenes y las redes sociales han sido un eje y común denominador de las mismas; el caso de Cuba no es la excepción. Las de julio provocaron infinidad de mensajes y titulares de prensa de los grandes medios y un gran bombardeo en las redes sociales, casi todos falseando o tergiversando la noticia, mostrando una situación peor a la que realmente estaba sucediendo en Cuba, acompañados de fotos que nada tenían que ver con la realidad de lo que estaba aconteciendo en las calles isleñas.
Se vieron en todo el planeta, en términos de minutos, titulares como: “Miles de cubanos salen a las calles al grito de “abajo la dictadura” y “libertad“, con imágenes que, en realidad, son marchas de simpatizantes del gobierno o fotos de marchas o protestas en Egipto, Barcelona, Sudáfrica, etc.
Una investigación posterior hecha por un español experto en redes, concluyó que desde cuentas recién abiertas en Twitter y principalmente con aplicaciones Apple, sumándole a ello la acción de bots y trols que son algoritmos que replican mensajes en segundos, con supuestas cuentas de distintas personas, las redes se llenaron con el famoso #SOS_Cuba; todo fue una pantomima, muy distinta al #SOS_Colombia, pues en este país sí asesinaron y asesinan a los jóvenes que protestan, a lo que la prensa mundial hizo caso omiso.
A Cuba no entran mercancías, pero sí mucha desinformación
La guerra del siglo XXI –llamada de cuarta generación, pues ataca directamente las neuronas– se realiza a través del aparato mediático, para crear realidades virtuales y ficticias que estimulan la emoción y que tienden a favorecer los poderosos intereses del capitalismo. Hagamos un poco de historia para entender mejor el actual acontecer cubano.
En 1942 Estados Unidos crea la Voz de América con el propósito de incidir, a través de las ondas hertzianas, en el desenlace de la Segunda Guerra Mundial; en 1947 inicia transmisiones hacia la antigua Unión Soviética con el objetivo de destruirla. Durante la Guerra Fría es administrada por la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA) y participó de manera directa en campañas para el derrocamiento de Jacobo Árbenz (Guatemala – 1954), la invasión de Bahía Cochinos en Cuba (1961), el golpe de estado contra Juan Bosh (República Dominicana – 1963) y su posterior invasión en 1965. Como sus hijas, la Voz de América crea Radio Martí (1985) y Televisión Martí (1990), para transmitir propaganda enfocada en fortalecer la campaña permanente contra la Revolución Cubana.
En escena, las redes sociales
En 2010 la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), clandestinamente crea ZunZuneo, una red social para usuarios en Cuba. La BBC News (3 abril 2014), indicaba que
“…según una investigación realizada por la agencia de noticias Associated Press (AP), ZunZuneo fue un proyecto diseñado de manera oculta por EE.UU. con una clara intención política: fomentar disturbios en la isla y quizás provocar una versión caribeña de la “primavera árabe””.
Los cubanos hicieron un documental denominado La dictadura del algoritmo en donde se muestra a las claras cómo cada nueva tecnología crea un ambiente humano. En Cuba la red Internet entró lentamente para coadyuvar en muchas tareas de orden científico, académico y social, pero el torticero imperialismo reorientó el sentido hacia las redes para hacer que la revolución, tan afectada por su bloqueo, lograra ser ubicada en la mente de muchos jóvenes como la causante del mal económico y social que el país viene sufriendo a cuentagotas, reafirmando lo dicho por Marx: “no solo se produce un objeto para el sujeto, sino que se crea un tipo de sujeto para ese objeto”.
El imperialismo y sus adláteres ya lo habían definido previamente tal como lo dijo Raúl Capote, un exagente cubano: “Fracasó la política de mano dura; ahora se impone la seducción, la guerra cultural, formando nuevos líderes blogueros, hijos de revolucionarios, con becas atractivas y después con financiamiento, etc.”; es decir, se impuso la máxima gramsciana: “La conquista del poder cultural es previa a la del poder político”.
A través de los nuevos tipos de herramientas tecnológicas se provocan respuestas inconscientes y emocionales, producto de manipulaciones mediáticas y falsas verdades. Lo cierto es que la realidad, para millones de hombres y mujeres de este planeta, solo existe en la vida digital. Cuba, como muchos países, también sufre esa embestida dirigida en firme por el enemigo que se encuentra a 90 millas de sus costas.
Cuba sin el bloqueo puede llegar a ser una potencia mundial científica y económica…, entre otros beneficios, su desarrollo social la proyecta como una nación con sentimientos humanitarios y éticos.