Se dice que la economía es un asunto demasiado importante o serio para dejarlo en manos de economistas. Algo de verdad hay en esta afirmación. Lo cierto es que algunos de los economistas más grandes de la historia eran además sociólogos, filósofos o politólogos, como es el caso de Adam Smith o de Karl Marx. No pretendo con esto desprestigiar la profesión de economista (flaco favor me haría a mi mismo), sino señalar que los problemas de la economía, que en última instancia están relacionados con los principales problemas de la humanidad, hay que abordarlos desde diferentes perspectivas y enfoques, y no solo desde la perspectiva económica o economicista. Los economistas se han caracterizado por formular teorías o modelos que intentan explicar los problemas de la sociedad de una manera global mediante la formulación de bases o premisas que son parciales o están sesgadas. Es obvio que un enfoque basado en la parcialidad o en perspectivas parciales no pueden dar una explicación global de los problemas. La locución latina ceteris paribus (que significa que todo lo demás permanece constante) tan utilizada por los economistas, imposibilita que un modelo económico pueda explicar toda la realidad. De hecho, un modelo (económico o el que sea), no es más que una simplificación de la realidad. Los economistas no podemos seguir mirándonos el ombligo y pensar que todo se explica a través de la economía. Hay que crear modelos holísticos e integrados basados en diferentes perspectivas y enfoques.
Por este motivo, muchas de las afirmaciones de la economía, que son aceptadas por muchos como acto de fe, no son ciertas. Sucede así con la afirmación de que el mercado funciona a través de la ley de la oferta y la demanda (la famosa mano invisible del mercado de Adam Smith que nunca ha sido real por las asimetrías informativas y la especulación de los mercados), con la afirmación de que un aumento en el beneficio económico de las empresas aumentará la inversión y el empleo (que durante muchos años ha justificado las políticas de incentivos fiscales y exenciones en la tributación sobre los beneficios de las grandes empresas sin dar los resultados esperados), con la afirmación de que una inyección de liquidez de dinero en el sistema incrementará el volumen de créditos a la economía privada (política que ha seguido el Banco Central Europeo durante la actual crisis financiera sin éxito alguno) o con la afirmación de que un aumento de la productividad de las empresas aumentará los salarios (utilizada para justificar los bajos salarios que ha caracterizado a las empresas españolas, por ejemplo). Como hemos podido comprobar en la práctica, son premisas que como mínimo no se cumplen siempre, por no decir casi nunca.
Quisiera centrarme en la última de las afirmaciones, el aumento de la productividad del trabajo aumenta los salarios, por cuanto es una de las premisas que más se está utilizando para explicar la falta de competitividad de las empresas españolas y la dificultad para cambiar el modelo económico y productivo actual. No podemos seguir entendiendo la economía desde una visión ortodoxa si queremos cambiar realmente nuestro sistema económico y productivo. Y buena falta que nos hace ese cambio. Es cierto que la productividad del trabajo en España es una de las más bajas de Europa y que ese hecho hace que las empresas españolas pierdan competitividad respecto al resto de países. Pero es importante analizar porqué la productividad en España es tan baja y a partir de ese diagnóstico proponer medidas adecuadas para incrementarla. Hay quien lo atribuye a unos salarios altos y a una falta de flexibilidad del mercado de trabajo, lo que justifica proponer medidas como el abaratamiento del despido o la congelación salarial; medidas que se han venido aplicando durante varias décadas sin efecto positivo alguno, lo que demuestra que se equivocan en su diagnóstico y en las medidas propuestas. Sin embargo, las verdaderas causas de la baja productividad de las empresas está principalmente en la mala gestión, debida en gran parte a una baja profesionalización de sus gerentes, y en la insatisfacción de los trabajadores y el mal ambiente laboral, debido en gran medida a empleos precarios y bajos salarios. Por tanto, decir que al aumentar la productividad se producirá un aumento de los salarios significa no entender cuál es el verdadero problema de las empresas. Hay que cambiar el orden de la premisa: si aumentan los salarios y en general mejoran las condiciones laborales, habrá un aumento de la productividad. China es uno de los países con mayores niveles de productividad del mundo y sin embargo sus salarios han sido históricamente bajos; su alta competitividad está basada en precios bajos por la reducción de sus costes de producción (principalmente los costes laborales), es decir, siguiendo una estrategia de liderazgo en costes. Durante la última década, los países en los que más ha aumentado la productividad son China, Corea, Vietnam, Polonia e Irlanda. Por lo tanto, ni la productividad se aumenta necesariamente con estrategias de diferenciación a través de la innovación, el diseño y el valor añadido, ni tampoco un aumento de la productividad se traduce siempre en un incremento de los salarios de los trabajadores o almenos no de una manera automática. Tenemos que eliminar estas premisas tan equivocadas de nuestras mentes; hay que repensar la economía si de verdad queremos cambiar el modelo económico.
El cambio del modelo productivo exige un cambio de actitud estratégica y de mentalidad por parte de las empresas y los empresarios. Las empresas han de asumir su responsabilidad con la sociedad y crear valor social, además de valor económico. Es lo que algunos autores del management denominan “Valor Compartido”. El valor compartido consiste en compatibilizar el beneficio económico de las empresas, necesario para crear riqueza y empleo, con el valor social, es decir, con el valor que las empresas han de repartir entre sus clientes, empleados y la sociedad en general. Acciones sociales y medioambientales han de ser también relevantes en el funcionamiento de las empresas. Las empresas que no comparten sus beneficios económicos con la sociedad estan condenadas al fracaso a largo plazo. Si queremos un modelo productivo sostenible, hemos de conseguir que las empresas busquen la intersección entre lo económico, lo social y lo ecológico y eso solo es posible generando valor compartido. Pero, ¿están las empresas preparadas para dar ese salto?, ¿somos los economistas capaces de diseñar modelos económicos que contemplen esta otra forma de entender el comportamiento económico? y ¿estan dispuestos los políticos a legislar en favor de dicho cambio?. Algunos señalan que proponer este cambio significa apostar por un modelo económico intervencionista que pone en peligro la supervivencia de las empresas; de ahí las críticas a modelos como el de la Economía del Bien Común, que yo mismo analizo en otro artículo. Keynes ha sido uno de los grandes economistas de la historia, atacado por los neoliberales que veían en su Teoría de la ocupación, el interés y el dinero una forma de intervención del Estado sobre el mercado y las empresas; pero defendido por socialdemócratas, que veían en Keynes la salida a las crisis económicas precisamente a través de la intervención del Estado. El modelo económico en el que vivimos en la mayoría de los países occidentales no es un modelo capitalista puro (por fortuna, dirán algunos), sino que es un modelo de economía de mercado mixto donde el papel del Estado es crucial para asegurar la redistribución de la renta y la equidad e igualdad económica y social. Sin la intervención del Estado viviríamos en la selva de un mercado dominado sin contemplaciones por las grandes corporaciones y grupos financieros. No creo que ese sea el modelo que queremos la mayoría. Por lo tanto, la intervención del Estado es una condición necesaria para un cambio de modelo económico que asegure la sostenibilidad del sistema. Y las empresas no van a desaparecer por destinar una parte de sus beneficios económicos a las acciones de responsabilidad social; muchas ya lo hacen e incluso es algo que les está beneficiando, no perjudicando. Las consumidores cada vez más buscan empresas comprometidas con el medio ambiente y con la sociedad en general.
Por lo tanto, aquí está la clave del cambio del modelo productivo: crear una estructura empresarial con base en la sostenibilidad donde lo económico, lo social y lo ecológico se apoyen mutuamente. Necesitamos empresas comprometidas con el medio ambiente, empresas capaces de entender que el trabajador que necesitan es el trabajador comprometido y seguro de sí mismo y éste solo se puede conseguir con contratos estables, salarios altos y empleos de calidad, y empresas bien gestionadas y viables desde el punto de vista económico. Sé que decir esto me va a suponer muchas críticas: ingenuidad, romanticismo, vivir fuera de la realidad, … Pero lo que planteo no es ni una quimera ni una utopía, es algo que ya existe y se llama Empresa Social (no Economía Social, no confundamos, aunque también). Las Empresas Sociales son la base del cambio de modelo productivo. Pero hemos de abandonar la ortodoxia de la economía y las premisas falsas y equivocadas. La Economía es un asunto muy serio que tenemos que resolver entre economistas y no economistas.
Estoy de acuerdo con el articulista, que hay que dar nuevas bases para la economia. Y ese ha sido precisamente en lo que me especializado en la ultima decada.
Primero, lo felicito por aceptar que los economistas de carrera necesitan ayuda, pero se queda corto en la confesión de pecados, el monetarismo de Adam Smith ha sido la excusa para una corrupcion rampante en todos los gobiernos del mundo, mas una gigantesca deuda nacional, totalmente impagable. Karl Marx, un profeta que fracaso en todas sus predicciones economicas menos una, y que solo sirve para lavarle el cerebro a ciudadanos incautos en paises sub desarrolados, vendiendoles un paraiso que nunca llega. Podemos decir, que estos dos personajes, debido a sus locuras economicas sin fundamento matematico y cientifico han sido los actores intelectuales de innumerables masacres.
Y no soy el unico que dice eso, mi amigo el profesor de economia Steve Keen, autor de Debunking Economics, y uno de los pocos economistas en predecir la crisis del 2008, agrega mas a este problema: https://www.casadellibro.com/libro-la-economia-desenmascarada/9788494381690/2618352.
La verdad, es que la economia, no tiene bases matematicas, ni cientificas, es simplemente un invento mental. De hecho los dos errores fatales de los economistas son: 1- no colocar a los bancos en su modelo economico, por desconocer totalmente que es el dinero. Para perplejo de todos !! 2- creer en crecimiento infinito.
Por eso, lo primero que tuve que hacer para desarrollar las bases de la economía, fue darle un carácter científico, y escribí las dos leyes fundamentales de la economía: https://bienestarmutuo.org/las-leyes-fundamentales-de-la-economia/
El profesor steve keen, ademas soluciono el problema de la falta de la inclusión de los bancos con el software de modelaje económico Minsky. https://sourceforge.net/projects/minsky/
Aunque mis dos leyes fundamentales de la economia parecen simples, y obvias, no son fáciles de entender. La aplicación de estas leyes, nos permite poder evaluar si existe un «Mercado» o no, desapareciendo totalmente la mano invisible que tanto daño nos ha hecho.
Teniendo estas leyes como fundamento, se construye un verdadero mercado, y podemos hacer las siguientes definiciones básicas: propósito de la sociedad, las empresas, el trabajo, la seguridad social. https://bienestarmutuo.org/proposito-nueva-sociedad-definiciones/
Ahora las cosas toman forma, se ponen claras y simples, sin intervencionismo, sin exageración de leyes, ni micro-gerencia. Armados con esta claridad, nos toca entender un tema verdaderamente económico y mas profundo, que lo explico por primera vez en 1.924 C.H. Douglas, no existe el dinero para comprar todos los productos debido a que solo existen los sueldos, no lo voy a explicar, ya que es un tema duro, recomiendo leer a Douglas (no voy a reinventar la rueda si ya existe).
Y aquí viene la solución: un ingreso mínimo y un sueldo básico asegurado.
https://bienestarmutuo.org/ingreso-minimo-sueldo-basico-universal/
De esta forma tenemos:
1- eliminamos la pobreza y el endeudamiento obligado de gobierno, empresas y ciudadanos.
2- promovemos que el que trabaje mas gane mas, el trabajo como «aporte social».
3- liberamos a las empresas de ser agencias de empleo, y liberamos a las personas del miedo a perder el empleo.
4- eliminamos todas las trabas al desarrollo humano y tecnológico. cero preocupación por despidos masivos, cero intervencionismo del gobierno, cero ayudas a empresas, cero sometimiento a la banca.
Y si me preguntan, y ¿cómo queda el problema de la sustentabilidad y ecologia?
un problema educativo no se resuelve con una solución económica, se solventa con una solución educativa: https://bienestarmutuo.org/diez-principios-de-la-nueva-educacion/
entonces ¿el modelo de la economía del bien común no es necesario?, si aplicamos la solución educativa, que no se puede saltar, entonces la economía del bien común, para que no sea intervencionista, se deja en manos de los ciudadanos a través de una etiqueta con la valoración obtenida por el balance del bien común. Que sea cada ciudadano, el que juzgue si debe o no comprar un producto y una marca, y no una nueva capa burocrática que decida por él.
Asi, todo queda, bien, bonito, positivo para todos, dando inicio a Era Dorada del Conocimiento. Y nos dedicaremos unas pocas horas a trabajar y el resto, a nuestro crecimiento espiritual.
https://bienestarmutuo.org/la-evolucion-biologica/
https://bienestarmutuo.org/espiritualidad-en-el-siglo-xxi/
http://sbmlibre.com/
Resulta esperanzador leer un artículo con un enfoque no endogámico de la Economía. Si entendiéramos esta ciencia como la de la administración respetuosa de los recursos naturales, su aprovechamiento eficiente y sostenible y su reparto equitativo, teniendo en cuenta éstos como la parte de un Todo que nos es común y que nos da sentido como ente, como engranaje ínfimo pero determinante e íntimamente interdependiente en la biomasa global, otro gallo nos cantaría el futuro.
Nuestra dependencia del entorno no se puede concebir a escala humana, esa es nuestra perdición. Tomar consciencia del ínfimo «accidente» que somos evitaría el irreparable daño que nuestra arrogancia de especie superior está produciendo. El maltrato asesino que estamos infringiendo entre los de nuestra propia especie y el abusivo desprecio con que utilizamos al resto de especies en pos del crecimiento, del falaz progreso, nos aleja cada vez más de la consideración humanista que tuvimos o tenemos de nosotros mismos.
Homo homini lupus, es el más vil de los seres -dotado supuestamente, según decimos, de intelecto- con el medio que le acoge. Desde el mínimo gramo de carbono cúbico cristalizado por el que mata por un valor absurdo, especulativo, que le atribuye. Pasando por el desprecio utilitarista con que domina, doblega y transforma a plantas y animales de los que obtiene su alimento, su energía, a costa de su sufrimiento, ignorando inmoralmente su entidad de seres vivos. Y llegando por último, a romper irremediablemente el ciclo regenerador que clima, agua, tierra y descomposición de la vida extinta engarzan como eslabón de todo lo demás.
Una tierra y biosfera contaminadas y estériles, unos animales y plantas transformados al punto de no ser mas que artefactos biológicos al servicio de nuestro «crecimiento y prosperidad». Una sobre-explotación suicida de los recursos finitos del subsuelo (a la que llamamos por ejemplo «producción» de petroleo), y una llamada cultura que adorna, recaracteriza, pervierte semántica, eufemísticamente toda esa atrocidad, dejando a los Nadie por el camino, redondea el colapso perfecto de nuestra moderna y optimista ceguera de seres superiores.
Con el avance técnico y científico en todos los ámbitos, con el conocimiento amplio, global, cósmico y microcósmico alcanzado, parece inconcebible que no hayamos incorporado una consciencia consonante, una visión moral y reactiva de la des-armonía que subyace. Parece inconcebible, pero es real.