Premio Nobel al SMI, premio Nobel a la desvergüenza

Moralmente es difícil aguantar que desde una atalaya privilegiada y neoliberal, alguien que cobra solo en complementos más que el SMI, se permita “criminalizar” una decisión que va a beneficiar a unas quinientas mil personas.

Pedro Labrado

Algún medio de comunicación titulaba hace unos días “Premio Nobel al Salario Mínimo” tras conocerse en quién había recaído el premio Nobel de Economía 2021.

El titular presidía la información sobre los tres premiados, el canadiense David Card, el estadounidense Joshua Angrist y el holandés Guido Imbens, tres economistas que con un innovador sistema de investigación utilizando experimentos naturales han llegado entre otras a la tan poca ortodoxa conclusión de que las subidas en el salario mínimo no afectan necesariamente en el nivel de empleo.

Estas conclusiones premiadas por el Nobel entran en contradicción con las declaraciones del gobernador del Banco de España, Sr. Hernández de Cos, en su presentación del informe elaborado por su institución tras la subida del SMI en 2019 y de este mismo septiembre cuando ante el seguro acuerdo del Consejo de Ministros de subir el SMI quince euros, decía ante profesores y alumnos del IESE Business School de Barcelona que estas subidas del SMI retraían la creación de empleo sobre todo en los sectores más retrasados en la recuperación tras la pandemia.

Tanto en una ocasión como en la otra, los medios de comunicación liberales y ultraliberales que dominan el panorama informativo nacional titulaban y advertían apoyándose en las manifestaciones del sr. Hernández de Cos, de los “males” inducidos en la economía nacional por las decisiones de un gobierno filo comunista bolivariano que tenía la osadía de proponer una subida del SMI en la “gigantesca” cantidad de 15 € mensuales.

Y en este punto de hablar de 15 euros más o menos, tengo que apuntar, a riesgo de que alguien me tilde de demagogo, cuáles son las retribuciones de quien hace esas afirmaciones en contra de las subidas del SMI, y que son:

Moralmente es muy difícil aguantar que desde una atalaya privilegiada y desde un espacio recalcitrantemente neoliberal alguien que cobra solo en complementos más que el que cobra el SMI se permita con sus declaraciones “criminalizar” una decisión que va a beneficiar directamente, se estima, a unas quinientas mil personas, precisamente las que peor lo tienen en cuanto a sus condiciones laborales. Indirectamente las beneficiarias son varios millones. ¿Es verdaderamente necesario que el gobernador del Banco de España se ocupe de ser tan “quisquilloso” con los que menos cobran?

Siendo el Banco de España el órgano regulador y de control como supervisor del sistema bancario español, ¿se pone igualmente quisquilloso con las prácticas bancarias en relación por ejemplo a las 44 comisiones y gastos que cobran las entidades financieras a sus clientes? 44 comisiones y gastos que describe como vigentes el propio Banco de España en su sitio web. Siendo esta una materia más enmarcada en las funciones reguladoras del Banco de España, el sr. Hernández de Cos debiera encargar a su servicio de estudios uno sobre el impacto de la generalizada subida de todas estas comisiones, producida en los últimos tiempos, en la economía de las familias, en su capacidad de consumo y por tanto también en el mercado laboral. Podría haber sorpresas, algunas subidas de comisiones mensuales son mayores que la subida del SMI del pasado septiembre. No me imagino al gobernador dando una conferencia sobre los efectos perniciosos de las comisiones bancarias en el mercado laboral, en las cuentas de resultados de PYMES y autónomos y autónomas en un auditorio de pensamiento neoliberal y sus correlativos titulares periodísticos: “Según el Banco de España, la subida generalizada de comisiones bancarias, lastra la economía española, especialmente a los sectores más banco-dependientes”, por ejemplo, no, no lo veo.

Un dato: Los cinco bancos españoles que cotizan en el IBEX-35 han incrementado sus ingresos por comisiones en los tres primeros trimestres de 2021 un 11% de media, Bankinter un 23%, el BBVA un 19,2% (estos datos se pueden cotejar en sus webs respectivas). En sus informes tratan de justificarlo por un incremento en el negocio para no admitir que han subido de forma generalizada sus comisiones a sus clientes, les han cobrado la friolera de 1.541 millones de euros más que en 2020, tacita a tacita.

Estos economistas que presiden y dirigen en los últimos tiempos los grandes organismos económicos como el Banco de España son de uno de los tipos de economista que definía el tristemente desaparecido José Luis Sampedro cuando decía: “Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres”. Estos pertenecen a la primera categoría que señalaba Sampedro.

Nos movemos habitualmente entre una serie de afirmaciones sobre “verdades económicas” que solo sirven para justificar las decisiones que llevan a perpetuar que las personas que siempre han estado en la parte de arriba de la escala social lo sigan estando y que los que están en la parte de abajo no suban. El llamado ascensor social al que los poderosos invitan a subirse a los menesterosos esforzándose, sacrificándose, formándose, esclavizándose, simplemente no existe. Así lo afirmó el premio Nobel de 2001 Joseph Stiglitz al constatar que el 90% de las personas que nacen pobres mueren pobres y el 90% de las que nacen ricas mueren ricas sin que influyan ni los méritos ni los esfuerzos de unas y otras.

Este trabajo sobre el salario mínimo y los resultados obtenidos, reconocidos con el Nobel de Economía, lleva a preguntarse si todos esos mantras, todas esas verdades aparentemente inamovibles, absolutas, todas esas afirmaciones que recogen supuestas obviedades en el mundo de la política económica que nos tiran a la cara los economistas liberales y ultraliberales, ¿serán tan ciertas como afirman?

¿Es insostenible el sistema público de pensiones?

¿Subir impuestos de forma progresiva a las rentas y patrimonios mayores contrae la inversión?

¿Regular el mercado laboral y proteger los derechos de trabajadores y trabajadoras desincentiva la creación de empleo?

¿La gestión privada de los servicios públicos es más eficiente y económica que la gestión pública de los mismos?

Y así podríamos preguntarnos sobre una infinidad de afirmaciones que oímos y leemos habitualmente y que pasan por verdades absolutas y no dejan de ser opiniones contaminadas por la ideología neoliberal y los intereses económicos de pequeños grupos de privilegiados y que pueden pagar voceros que las difundan con vehemencia categórica y así perpetuar ese “ascensor social” con sólo dos puertas, la de arriba y la de abajo, independientes e incomunicadas. Sistema viciado de partida y que exige su superación.

En esta línea de desmontar esos mantras neoliberales se ha publicado recientemente el libro de Juan Torres López, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, ECONOFAKES. Las 10 grandes mentiras económicas de nuestro tiempo y como condicionan nuestra vida. Desmonta esas verdades absolutas que aparecen con naturalidad en manuales de economía, recomendaciones de organismos públicos y prensa especializada. En sus palabras en una reciente entrevista:

“Es un análisis de una rama del conocimiento, la Economía, que en muchas ocasiones se pone al servicio de intereses económicos y políticos desvirtuando la realidad”.

Nos acusaron de vivir por encima de nuestras posibilidades, pero lo que realmente ocurre es que buena parte de los trabajadores y trabajadoras cobran por debajo de lo necesario para cubrir sus necesidades básicas, no como el gobernador del Banco de España que cobra por encima de su talla moral (recordar cuadro anterior), dieciséis salarios mínimos interprofesionales. Cualquier día le dan el Nobel a la Desvergüenza.

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