Por Xavier Tarazona
En un artículo anterior (Dónde estamos, dónde nos quieren, qué queremos) hablaba de economía sin poner ningún número, hablaba de economía desde la filosofía, desde la historia, desde la política, como ciencia social que es, pero en economía también es importante ver los números para corroborar la plasmación en el espacio temporal y terrenal lo qué está sucediendo o, para decirlo de una forma directa, lo qué nos están implantando. A estas alturas nadie discute que el capitalismo financiero y su minoría dirigente es quien maneja el mundo y la doctrina neoconservadora es su fachada ideológica que esconde, con una arquitectura teórica que nunca se corresponde con la realidad, los verdaderos objetivos de los oligopolios (el uno por ciento, las grandes fortunas, los poderes en la sombra…, cada cual puede poner el nombre que le acople) que nos mandan, la subyugación del mundo a sus intereses.
En los países del primer mundo venimos de una época, a partir de la II Guerra Mundial, donde se realizó un pacto entre el poder económico y el poder político, empujado por la fuerza reivindicativa de las trabajadoras y trabajadores, para crear y mantener un estado del bienestar que redistribuía la renta para la mayoría de la población, en España este pacto no entró hasta el final oficial del franquismo, con 40 años de retardo respecto al resto, con la transición (in)modélica. Este estado del bienestar, por mínimo que sea como es nuestro caso, siempre ha desagradado a los que mandan, su codicia es inmensurable y desde el primer momento han estado mirando de cargárselo, pero el miedo a la población organizada y guardiana de las conquistas conseguidas ha mantenido la situación durante más de 60 años. Durante estos años ha habido experimentaciones fracasadas del modelo neoconservador, en los años 70 se realizó el mayor experimento en el Chile de Pinochet con un fracaso en toda regla, puesto que consiguieron llevar el país a la ruina con gran dolor para la población y solo fue posible hacerlo con una brutal represión. En los años 80 en Inglaterra y EE. UU. consiguieron cargarse una buena parte de las conquistas sociales con los gobiernos de Thatcher y Reagan aplicando esta doctrina, sobre todo intentando romper la fuerza obrera que empujaba hacia más redistribución, pero aunque hicieron mucho camino, no lo consiguieron del todo.
El objetivo inicial de este artículo era demostrar con números que la situación económica real de España nos indicaba (nos indica) que la tan publicitada recuperación económica es pura mentira, abonando mi tesis de que estamos sirviendo de campo de experimentación de la aplicación extrema del modelo neoconservador, donde testarán los resultados para después implantarlo al resto de países de la UE, pero mi compañero en esta revista Roberto Santos se me ha avanzado para sacar los datos reales de recuperación en su artículo ¿Recuperación? Lo que el PP no nos cuenta, que animo a leer. Por lo tanto voy a intentar centrarme en una parte de la ecuación que es crucial para la implantación del modelo: la desmovilización social.
En el Imperio Romano cuando el poder husmeaba revueltas, aplicaba inmediatamente la fórmula de “panem et circenses” (pan y circo) para aplacar y distraer a la población. Los ideólogos neocons han conseguido establecer el circo permanente en los medios de comunicación de masas con lo cual ya tienen desmovilizada a la mitad de la población. A estas alturas en España está funcionando el circo continuamente, pero, en este caso, sin ser completado por el pan, son tan avaros que ni tan solo quieren aflojarse el bolsillo en la caridad.
La conciencia de clase que durante los años 80 y 90 se consiguió en nuestro país a través de las organizaciones sindicales, más avances sociales de los que habrían y habríamos previsto, fue el primer objetivo a cargarse por parte de los oligopolios y sus títeres en los gobiernos, ya tenían los resultados de la Inglaterra de Thatcher, donde se consiguió crear una ficción de clase media que apartaba a las trabajadoras y trabajadores tanto de los sindicatos como de los partidos obreros y, sobre todo, de la concienciación de lucha para conseguir unas condiciones laborales y de vida más justas. Los muy pagados ideólogos de los oligopolios trazaron el camino a seguir para desmovilizar y desideologizar a las personas, tanto a los de aquellos momentos como las generaciones futuras. Ellos sí que saben como hacerlo y tienen todo el presupuesto económico y el poder político para hacerlo. Fundamentalmente las actuaciones más importantes para conseguir el objetivo se centran en dos patas: El control de los medios de comunicación y la conducción de la educación pública hacia un modelo desideologizado. Como de estos puntos concretos ya publiqué un artículo en Nueva Revolución en el mes mayo de este año, no voy a ser redundante, lo podéis consultar en esta revista (La parálisis social).
Solo me queda hacer algunas observaciones e impresiones sobre la situación actual, donde se han precipitado algunos acontecimientos larvados durante años que desenmascaran a muchos actores de la política. Aunque antes también hay que resaltar que la teórica parte más ideológica de la población, los sindicatos de clase, están en caída libre y no están dando respuestas ni alternativas (ni se les ve, ni se les oye) a la grave situación económica actual, tampoco gozan del favor popular, en parte por la campaña de descrédito continuada que han sufrido desde el poder económico y mediático, en parte por la deficiente adaptación de las estructuras y personas de los sindicatos a los nuevos tiempos económicos y sociales, en parte por las hipotecas adquiridas con el poder político y por el aprovechamiento por parte de algunos individuos de los sindicatos de prebendas y dinero público.
La situación de Catalunya, sin entrar en ninguna valoración política, está revelando, ya sin mascara, la verdadera cara de los partidos de la derecha española, herederos directos de los prebostes de la dictadura franquista. Ya no se esconden de nada, aprovechando la ocasión están dando un giro dictatorial (me atrevería a decir un golpe de estado, pero mejor guardarlo para ver como evoluciona) tanto a la política como a las instituciones, de aplicación no solo para Catalunya sino para todo el Estado. Antes ya se habían procurado el envoltorio con leyes represivas (Ley Mordaza), con políticas económicas de austeridad recortando servicios básicos públicos y privatizando lo que era más rentable para los amigos, con una manipulación hasta la grosería del poder judicial, poniendo delante de todas las instituciones jurídicas a personas afines al conservadurismo para embestir como punta de lanza contra la población y sus representantes, reinterpretando a favor de parte los artículos constitucionales que les interesan, obturando todos los procesos que acusan de corrupción al PP. Las respuestas a nivel de calle están empezando, más mayoritarias en Catalunya, más moderadas en el resto del Estado, pero a pesar de que serán más numerosas a medida que avanzamos, la gran mayoría de la población no está en esta guerra.
Mientras tanto a nivel de calle (no hemos de olvidar que el 77 % de la población se informa a través de la Tv y la radio, en manos la gran mayoría de la banca) se escucha hablar de la emisión del día de los programas basura, del desarrollo de la liga de fútbol, de la alegría y conformación por la contratación temporal y parcial en una gran superficie, de usar las redes sociales para intercambiar sandeces en grupo, del lo “hijos de putas” que son los catalanes en concordancia con los más retrógrados tertulianos, de quejarse de las exigencias de aparatos tecnológicos más avanzados de las hijas e hijos, del próximo botellón del fin de semana, así sucesivamente, puedes estar mucho tiempo sin escuchar a nadie, salvo honrosas y minoritarias excepciones, poner el dedo en la realidad económica y social más primaria y cercana para la mayoría de la población: la inmensa desigualdad, la precariedad laboral, la creciente pobreza estructural, el aumento exponencial de las fortunas de los más ricos, el paro en cifras constantes por encima de dos dígitos durante todo el tiempo, el negro presente y futuro de las generaciones jóvenes.
En el Imperio Romano cuando el poder husmeaba revueltas, aplicaba inmediatamente la fórmula de “panem et circenses” (pan y circo) para aplacar y distraer a la población. Los ideólogos neocons han conseguido establecer el circo permanente en los medios de comunicación de masas con lo cual ya tienen desmovilizada a la mitad de la población. A estas alturas en España está funcionando el circo continuamente, pero, en este caso, sin ser completado por el pan, son tan avaros que ni tan solo quieren aflojarse el bolsillo en la caridad. Ya veremos hasta dónde aguanta la población, este será el punto de inflexión hacia un lado u otro. El experimento está en marcha.
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