La masacre y los destrozos constituyen un hecho terrible que fue sepultado en la Historia de Tulsa durante décadas a pesar de ser un verdadero trauma histórico, incómodo para los blancos y que producía miedo entre los negros.
Las autoridades prohibieron la celebración de actos donde se condenase la represión zarista y se expresase la solidaridad con los que estaban luchando contra el absolutismo. Los socialistas madrileños protestaron por esta prohibición.
La lectura de las noticias que llegaban de la guerra producían indignación en Comaposada. En ese momento, a los desastres producidos en los monumentos de Lovaina, de Terlemon y otras ciudades belgas, se unía el incendio de la catedral de Reims.
Las Sociedades de Librepensamiento francesas se dirigían a sus homónimas en Italia y Turquía para que reclamasen en sus respectivos estados la aplicación de los convenios internacionales de La Haya.
Una minoría se había hecho millonaria a costa del arrendatario porque todo se lo llevaba la renta. Los salarios eran fijados por los patronos. Por las mañanas, los obreros se presentaban en la plaza para ser contratados, y allí iban de corro en corro a ver quien les ofrecía más.
La CGT también presentó una batería de reformas sociales. Se pretendía que se luchara contra la especulación, y se reestableciese el librecambio. Había que suprimir la fiscalidad sobre los artículos de consumo, y la generalización del impuesto directo, y sobre el capital.