Bauer consideraba que la revolución de 1918, y que, como bien sabemos, liquidó el Imperio, había quitado sus antiguos privilegios a la burguesía, pero ésta conservaba su “potencia espiritual”, el clericalismo.
Por Eduardo Montagut | 7/10/2024
El destacado socialdemócrata austriaco Otto Bauer, que reemplazó en el liderazgo del Partido a Víctor Adler al terminar la Gran Guerra, alcanzando distintas responsabilidades de Gobierno, y que ha pasado a la Historia como uno de los principales autores del austromarxismo, expresó sus ideas sobre la religión y la Iglesia en el Congreso de Linz, celebrado en noviembre de 1926. Hoy queremos repasarlas, dentro del concepto que sobre esta cuestión defendió siempre el socialismo.
Bauer consideraba que la revolución de 1918, y que, como bien sabemos, liquidó el Imperio, había quitado sus antiguos privilegios a la burguesía, pero ésta conservaba su “potencia espiritual”, el clericalismo. La burguesía no puso al frente de Austria a un director de un Banco, por ejemplo, sino a un prelado, ya que, siempre en su opinión, la burguesía tenía que enmascarar la cara de su “dios”, que no era otro que el capital. Así lo había hecho en tiempos de la guerra cuando afirmaba que se hacía por amor a la patria cuando realmente era por sus intereses materiales. Al terminar la misma había empleado a la Iglesia para reconquistar su poder sobre la clase trabajadora. Así pues, estaríamos ante un argumento que hemos visto ya, y en el propio socialismo español, al considerar la Iglesia como un instrumento del poder capitalista.
Bauer defendía el hecho de que había que combatir la religión, pero de forma científica, y no con críticas ni burlas hacia los creyentes. En el Partido había personas que seguían distintas confesiones, y el socialismo concedía libertad absoluta de culto y de conciencia porque la religión era un asunto privado. El liberalismo había defendido en su tiempo que reconociendo la libertad de conciencia el pueblo se redimiría, pero el socialismo había traído la claridad porque liberando a la clase proletaria de su yugo económico y social se redimiría también espiritualmente, es decir, alcanzaría la emancipación cultural y espiritual. El socialismo, como hemos explicado en el caso español, siempre dio una dimensión social y económica al anticlericalismo, que no se produjo en otros ámbitos del anticlericalismo y el librepensamiento.
Hemos empleado como fuente el número 5551 de El Socialista, del día 19 de noviembre de 1926.
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