El Código de 1649 y la servidumbre en Rusia

La condición de siervo no sólo se aplicaba a los campesinos, también había siervos artesanos o pequeños comerciantes dentro de las propiedades señoriales. El zar, por lo tanto, afianzaba el poder económico de la nobleza, a cambio de su fidelidad.

Por Eduardo Montagut | 20/10/2024

Mientras en Europa occidental la servidumbre fue decayendo a lo largo de la época moderna, en la Oriental, con el Elba como frontera, fue aumentando y consolidándose. En 1649 de promulgó un Código en Rusia que consagraba este hecho, y que aquí intentaremos estudiar.

La cuestión de la servidumbre debe entenderse en el contexto de las relaciones del poder del zar y la nobleza desde la Baja Edad Media.

La inestabilidad de esta última etapa medieval, con invasiones tártaras y de los mongoles, originó frecuentes migraciones de los campesinos huyendo de las mismas, pero cuando se fue consolidando el poder del Principado de Moscú en el siglo XV, especialmente con la figura de Iván III, la situación comenzó a cambiar, y lo hizo no sólo porque dicho poder pudo estabilizar amplios territorios, sino también en relación con la nobleza y los campesinos. El objetivo era asegurar el trabajo agrícola y el valor de las grandes extensiones de la nobleza, y para ello la solución pasaba por fijar a los campesinos a la tierra. En 1497 se estableció que los campesinos debían permanecer en la tierra donde trabajaban casi todo el año. Y se establecieron medidas coercitivas para impedir que migraran. Esta tendencia se fue reforzando en el siglo siguiente, y especialmente con Borís Godunov. Efectivamente, en 1587 dictó un decreto que prohibía a los campesinos romper su relación, ya claramente de servidumbre, con su señor para pasar a una nueva relación de dependencia con otro. La sujeción a la tierra era ya un hecho total. De ese modo, se consolidaba la relación entre el zar y la nobleza, que se aseguraba la mano de obra, y ésta iba aceptando el poder de aquel.

El culmen de este proceso llegaría, efectivamente, con el Código de 1649, promulgado por el Zemski Sobor (especie de parlamento de tipo feudal o estamental, formado por la nobleza, los boyardos, la jerarquía eclesiástica y representantes de los comerciantes y habitantes de las ciudades) durante el reinado del zar Alejo I, y que sustituía a lo que había establecido Iván III. La servidumbre se extendió por casi todo el Imperio ruso, sujetando a los campesinos a sus señores, pero esta sujeción, además, sería hereditaria. Si los señores vendían las tierras, en ellas iban incluidos los siervos, aunque también se podían vender siervos de forma separada. Los nobles no podían matar a un siervo, y se le reconocía al mismo ciertas propiedades individuales en relación con enseres y objetos, y podía venderlos a otros siervos y quedándose con el producto de dicha venta. Pero se era tajante en relación con los movimientos. Tenían prohibido taxativamente salir fuera de los confines de las fincas de los terratenientes. La vinculación era absoluta, pero también es cierto que, como en todas las relaciones de dependencia personal, el poderoso tenía que ofrecer contraprestaciones. Los amos debían proporcionar semillas en los tiempos en los que se perdían las cosechas, de auxiliar a los siervos cuando se produjeran hambrunas, y no podían tratarles de forma cruel. El problema siempre fue el frecuente incumplimiento de estas prestaciones.

La condición de siervo no sólo se aplicaba a los campesinos, también había siervos artesanos o pequeños comerciantes dentro de las propiedades señoriales. El zar, por lo tanto, afianzaba el poder económico de la nobleza, a cambio de su fidelidad.

La situación de los siervos se fue completando posteriormente, endureciendo los castigos por huidas. A comienzos del siglo XVIII el 80% de la población rusa estaba bajo el régimen de la servidumbre, ya fuera de los nobles, de la Iglesia, pero también del Estado, y que solían proceder de la confiscación de propiedades de nobles levantiscos, o de la expansión por Siberia.

Sigue siendo muy interesante la consulta del clásico de Perry Anderson, El Estado Absolutista, en la parte en la parte de Europa del Este al ofrecernos muchas claves de las razones por las que se sujetó al campesino a la tierra, en las relaciones entre los zares y los nobles.

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