Por Francisco Cárdenas
Presidente de APRODEME, Asociación para la Defensa del Menor
El robo de bebés en España entre los años 1940 y 1990, es decir hasta bien entrada la democracia, ha sido una realidad y así lo reconocen incluso los tribunales. Las asociaciones de afectados hablan de 300.000 bebés que en esas fechas eran separados de sus madres y entregados a otras familias. Hoy en día hay miles de hijos que buscan a sus padres biológicos, y de madres y padres que buscan al hijo que les fue arrebatado.
¿Sigue ocurriendo lo mismo en la actualidad? Nuestro marco legal y organizativo ha cambiado considerablemente: cada Comunidad Autónoma tiene las competencias en protección de la infancia, existen leyes que regulan los procesos de adopción, acogimiento, etc. y un entramado de fundaciones y organizaciones varias se encarga de esta misión. Aparentemente la situación ha cambiado y no sería adecuado hablar de “robo de bebés” en la actualidad. Pero como veremos la realidad es bien diferente.
Hoy en día hay miles de familias que han visto como sus hijos son declarados en desamparo, arrebatados (casi siempre por la fuerza) y trasladados a un centro de menores o a otra familia. Esto ocurre cada día. La Administración, que no un juez, lo hace porque considera que ese menor ha de estar en la mejor familia posible, y en la suya no se da este requisito. Y por supuesto es la propia Administración la que define lo de “mejor familia posible”. Los afectados se quejan de falta de ayuda, de presunción de culpabilidad, de que no les escuchan, de que los informes no recogen la realidad, de que no se pueden defender…Los menores pueden estar meses o años sin ver a su familia de origen, con la rotura de vínculos que fácilmente se puede dar a esas edades.
Prepotencia, separaciones familiares demasiado a la ligera, imposición de un estándar de familia, poca transparencia, intereses económicos oscuros… son demasiadas actitudes que recuerdan lo que pasaba con el “robo de bebés”. Los afectados hablan sin tapujos de “secuestro de mis hijos”, de “robo”, y aunque en nuestro marco legal actual no merecieran esta calificación, ese es el sentimiento que tienen muchísimas familias, y cada vez más, en nuestro país.
No hemos avanzado mucho en este ámbito, a pesar de habernos dotado en las últimas décadas de un marco legal que pretende garantizar derechos fundamentales. Y la prueba es que el sistema de protección de la infancia y la adolescencia está más cuestionado que nunca y desde todos los ámbitos.
El afán de búsqueda de sus orígenes que miles de personas tienen enraizado en lo más íntimo de su ser puede ser difícil de entender para personas ajenas a esta realidad. Pero es un derecho inalienable. No conocer una parte importante de la historia personal es algo a lo que nadie debería tener que enfrentarse. Por eso es más injusto que hoy en día sigamos creando personas con graves carencias en su desarrollo porque no conocen una parte importante de su origen, de sus primeros años de vida, de sus primeros pasos, de sus familias biológica, de su historia.
Los abogados que trabajan en ambas realidades (lo que ocurría antes y lo que ocurre ahora) ven muchas similitudes en actitudes, formas, resultados… e incluso usan la expresión de que “lo que pasa ahora es el robo actualizado de bebés”
Las familias víctimas del “robo de bebés” llevan muchísimos años luchando, pero el tiempo juega en contra. Los delitos prescriben (sorprendentemente), o los padres buscados fallecen sin que el reencuentro se haya producido. Es un fracaso colectivo que somos incapaces de corregir. Ahora, cometemos los mismos errores. Los menores arrancados injustamente de sus familias, y las propias familias, se merecen otro presente y otro futuro.
Y volviendo a la pregunta que encabeza este artículo, ¿continúa el robo de bebés en España? Miles de personas diríamos sin dudar que sí. ¿Cómo calificar una situación en la que tienes a tu hija cogida de la mano, te la quitan y ya no la ves más? ¿Cómo definir la experiencia de estar reunido en un despacho mientras te dicen que la policía ha ido al colegio y se ha llevado a tu hijo? ¿O la experiencia de tantas madres a las que les quitan a sus hijos en el momento de parir? Todo eso ocurre, a diario, ahora. Y no son situaciones de extrema gravedad, casos excepcionales en los que haya que intervenir. Son realidades que podrían ser abordadas de otra manera.
Pero para ello necesitamos, de una vez por todas, un nuevo sistema de protección de la infancia y la adolescencia, con cambios radicales aunque muchos pierdan sus privilegios y otros dejen de hacer negocio. Si no, la historia seguirá repitiéndose.
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