Carlos Prestes, el caballero de la esperanza comunista

La Columna Prestes recorrió trece estados de Brasil, sumando 1500 hombres a sus filas en una larga marcha, tomando varias ciudades y manteniendo feroces combates con las tropas gubernamentales.

Por Angelo Nero

Hace ahora 124 años, un tres de enero de 1898, nacía, en la ciudad brasileña de Porto Alegre, en el estado de Rio Grande do Sul, Luís Carlos Prestes, que con el tiempo se convertiría en uno de los grandes revolucionarios de su país, siendo secretario general del Partido Comunista Brasileiro (PCB), desde 1943 a 1980. Cursó la carrera de ingeniería en la Escuela Militar de Realengo, en Río de Janeiro, en 1919, y al completar sus estudios estuvo destinado como ingeniero ferroviario en la Compañía Ferroviaria de Deodoro, y posteriormente fue trasladado a Río Grande do Sul.

En 1924 se produce la Revolución Paulista, Comandada por el general Isidoro Dias Lopes, y secundada por numerosos tenientes, que desafían con las armas al régimen del presidente Artur da Silva Bernardes, denominado régimen “de café com leite” (en la que se alternaban en el poder los políticos de São Paulo y Minas Gerais), y fracasada la rebelión, los rebeldes se dirigieron al sur, donde Carlos Prestes, que ya era capitán, comandaba a los oficiales gaúchos que se oponían a la oligarquía brasileña, en la región misionera de Santo Ângelo, en Río Grande do Sul, para formar la Columna Prestes.

Unificadas sus fuerzas con los sublevados paulistas, en Foz do Iguaçu, en Estado de Paraná, la Columna Prestes, recorrió trece estados de Brasil, sumando 1500 hombras a sus filas, en una larga marcha en la que recorrieron 25.000 kilómetros, durante dos años y cinco meses, tomando varias ciudades y manteniendo feroces combates con las tropas gubernamentales. La Columna Prestes trató de fomentar un gran levantamiento armado contra la República Velha, especialmente entre el campesinado, pero al no lograr que la llama de la revolución prendiera en las masas campesinas, Carlos Prestes y sus seguidores se exiliaron en Bolivia, mientras otra parte de la Columna, al mando del jefe tenentista Siqueira Campos, buscó refugio en Paraguay.

El “Cavaleiro da Esperança”, como lo habían bautizado sus seguidores, se estableció después en Argentina, donde estudió marxismo y estrechó los lazos con el Partido Comunista Argentino a través de su ex secretario general, Rodolfo José Ghioldi, que había dirigido ese partido entre 1918 y 1924, y que entonces era el Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista.

En 1930 regresa a Brasil, a Porto Alegre, donde toma contacto con los instigadores de la Revolución de 1930, incluso se le ofrece el liderazgo militar de esta, y se reúne con Getúlio Vargas, que alcanzaría la presidencia con el triunfo de esta, pero no llega a apoyarla porque Vargas rechaza el plan de Prestes para caminar hacia una revolución socialista.

Convidado por la Internacional Comunista, al año siguiente, viaja a la Unión Soviética, donde profundiza en sus estudios marxistas, y es designado como miembro del Comité Ejecutivo del Komintern, que lo envía otra vez, de forma clandestina a Brasil, y allí dónde comienza a militar en el Partido Comunista Brasileiro (PCB), del que sería elegido secretario general en 1943.

En ese viaje de regreso a Brasil Prestes es acompañado por una comunista alemana, Olga Benario, diez años más joven que él, que había nacido en Múnich en 1908, y que ya en 1923 militaba en la Liga Juvenil Comunista de Alemania, destacándose en las luchas callejeras contra los nazis, y había participado en el asalto a la prisión de Moabit para liberar a su compañero Otto Braun, con el que había huido a la Unión Soviética.

En Brasil, Carlos Prestes, con la ayuda de Olga Benario, que pronto se convirtió también en su pareja, conspira contra el Estado Novo de Getúlio Vargas, y es nombrado presidente de honor de la una formación antifascista y anti-imperialista, la Aliança Nacional Libertadora (ANL), lo que motiva que esta organización, de la que formaban parte comunistas, socialistas y militares desafectos al nuevo régimen, fuera ilegalizada. Esto no impidió que en 1935 la ANL llamara a una Insurrección Comunista, en cuya organización participaron, junto con Olga Benario y Carlos Prestes, otros miembros de la Internacional Comunista, como el argentino Rodolfo Ghioldi y el alemán Arthur Ewert. Entre el 23 y el 27 de noviembre la insurrección prendió en varias guarniciones militares de Natal, Recife y Rio de Janeiro, pero tras fracasar el régimen del Estado Novo desató una feroz represión anti comunista,  obligó a Prestes y a su familia a pasar a la clandestinidad. Pese a ello, fueron detenidos en 1936, y Olga Benario, a pesar de estar embarazada, fue deportada a la Alemania nazi.

Olga, tal como cuenta Ruth Werner, en la biografía “Olga, una roja inolvidable”, publicada por Txalaparta en 1985, fue encarcela por la Gestapo en la prisión de Barnimstrasse, donde nació su hija Anita Leocádia Prestes, que a los 14 meses pudo ser reclamada por su abuela Leocádia, después de una intensa campaña internacional, librándose así de seguir el destino de su madre. Olga Benario, roja y judía, vivió el infierno de los campos de concentración de Lichtenburg, Ravensbruck y Bernburg, donde finalmente fue asesinada en una cámara de gas, a poco de cumplir los 34 años de edad, el 23 de abril de 1943.

Carlos Prestes, por su parte, fue condenado a treinta años de prisión, aunque finalmente cumplió sólo nueve, ya que fue amnistiado con el fin del Estado Novo, en 1945, momento en el que asumió la dirección del PCB, aunque al año siguiente el partido sería de nuevo ilegalizado y Prestes volvería a pasar a la clandestinidad.

Tras el golpe de estado de Castelo Branco, en 1964, que derrocó al gobierno de João Goulart, Prestes fue condenado a arresto domiciliario por un periodo de diez años, pero seis años más tarde tomó otra vez el camino del exilio hacia la Unión Sovietica, de la que no regresaría hasta la amnistía de 1979. Pero a su regreso tuvo que lidiar contra la fracción maoísta del PCB, que defendía la lucha armada, y con las tesis próximas al eurocomunismo de otra parte del partido, por lo que abandonó la secretaria general, en 1980, y dos años más tarde también abandonaría el partido.

No dejó de apoyar las causas en las que creía, como el movimiento contra el pago de la deuda externa, o la campaña a la presidencia del socialista Leonel Brizola en 1989, del Partido Democrático Laborista (PDT), al cual estuvo afiliada Dilma Rousseff. Murió un año más tarde, en Rio de Janeiro.

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