Tampoco es fruto de la casualidad que el 15% de las mujeres mayores de 65 años no pueda permitirse mantener una temperatura adecuada en sus hogares, esta situación se debe a una serie de decisiones que se toman para mejorar los beneficios de unos pocos a costa de la calidad de vida de una parte importante de la población. Si estas mujeres hubieran tenido empleo estable y de calidad con salarios dignos, si hubieran accedidos a viviendas de calidad y no viviendas precarias y mal aisladas, si estas mujeres no tuvieran que pagar los beneficios desorbitados de las compañías de energía, si no vivieran en ciudades sin árboles no vivirían pasando frio y pasando calor en sus propios hogares.
2.475.419 afiliaciones más con contrato indefinido a jornada completa, esa es la diferencia entre las políticas de recortes de la derecha y las políticas de protección del empleo actuales.
La reforma laboral del 21 ha supuesto un fuerte impulso para el empleo indefinido a jornada completa, las cifras son contundentes y más aún si las comparamos con los datos de 2014 en pleno apogeo de las políticas de recortes.
Desde que está en marcha la reforma laboral el incremento de la afiliación con contrato indefinido a jornada completa roza las 900.000 afiliaciones de las cuales un 30% son de jóvenes menores de 30 años.
Y esta creación de empleo estable se produce en un momento de incertidumbre internacional por la confluencia de distintas crisis.
Es importante fijarse en los datos que nos cuentan la realidad porque además estos datos y esta realidad no son fruto de la casualidad ni del destino, son el resultado de actuaciones cargadas de ideología en las que el diálogo social ha tenido un papel importante y que han puesto en el centro la protección del empleo, la protección de las empresas y la mejora de la calidad de vida.
No da igual quien gobierna y no da igual quien toma las decisiones, el poder económico y el poder de las élites ha de ser contrarrestado, de lo contrario las desigualdades seguirán creciendo.
La pobreza la carencia material o la precariedad laboral solo existen porque hay un reparto desigual e injusto de los recursos disponibles, solo existen porque hay elites que acumulan riqueza y rentas, existen porque estas elites promueven la sobreexplotación de los recursos para seguir manteniendo y mejorando su situación privilegiada.
Poner en marcha políticas expansivas y de protección del empleo como las de los últimos dos años es dar un paso en la redistribución de los recursos.
Tampoco es fruto de la casualidad que el 15% de las mujeres mayores de 65 años no pueda permitirse mantener una temperatura adecuada en sus hogares, esta situación se debe a una serie de decisiones que se toman para mejorar los beneficios de unos pocos a costa de la calidad de vida de una parte importante de la población.
Si estas mujeres hubieran tenido empleo estable y de calidad con salarios dignos, si hubieran accedidos a viviendas de calidad y no viviendas precarias y mal aisladas, si estas mujeres no tuvieran que pagar los beneficios desorbitados de las compañías de energía, si no vivieran en ciudades sin árboles no vivirían pasando frio y pasando calor en sus propios hogares.
Cuando hablamos de pobreza energética también es importante que analicemos aspectos como la construcción y el urbanismo. La Comisión Europea ha presentado como uno de los buques insignia del Pacto Verde Europeo el programa de rehabilitación de edificios que entre otros fines persigue la reducción del consumo de energía. Este programa no solo es un programa que genera empleo, también mejora las condiciones de vida de la ciudadanía y su factura energética.
Y también se actúa contra el estrés térmico desde el urbanismo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha publicado un manual de enfriamiento sostenible para las ciudades, plantar árboles o pintar techos de blanco son medidas que ayudan a enfriar los edificios.
Existen ámbitos muy diversos desde los que se puede actuar para mejorar la calidad de vida, solo hace falta voluntad política para hacerlo y los recursos vendrán de quienes los acaparan de forma injusta y del ahorro y el descenso del consumo que implican estas medidas.
Toda una cadena de decisiones que venden como progreso el aumento de los beneficios monetarios de las empresas, de decisiones que lo último que tienen en cuenta es la calidad de vida o la sostenibilidad son las que han generado las situaciones de precariedad en las que transcurren millones de vidas.
Y con esta precariedad hay quien sale ganando, hay familias que se perpetúan como parte de la élite a lo largo de los siglos gracias a la explotación de personas y de recursos y como no quieren perder sus privilegios parte de su tarea es engañar a la ciudadanía para convencerles de cuestiones como que bajar los impuestos y aumentar los beneficios empresariales benefician de alguna manera a las mayorías sociales.
También se empeñan en deteriorar los servicios públicos, la educación pública de calidad es enemiga de los privilegios de las elites, lo último que quieren es competencia y gente capacitada.
Las elites del poder construyen hegemonía para mantener privilegios, la ciudadanía se adhiere a lo que parece la única forma de hacer las cosas o de organizar los recursos, eso de toda la vida, la tradición, lo de siempre y para mantener esta hegemonía cuanto menos se piense, cuanto menos pensamiento crítico, cuanta menos transparencia en las actuaciones, cuanta más gente agotada por la precariedad mejor.
Sobre el concepto de hegemonía cultural según Gramsci escribe Javier F. Ferrero en un artículo que se puede leer aquí.
No han sido pocas las voces que anunciaban grandes catástrofes económicas ante las subidas de SMI, la revalorización de las pensiones o la reforma laboral, voces interesadas en mantener esa hegemonía que perpetúa el poder en pocas manos.
A la vista de los datos esas alarmas eran simple resistencia a la cesión de poder o de recursos.
El futuro no está escrito y no hay una única manera de transitarlo por eso es importante cómo se toman las decisiones y la ideología que hay tras estas decisiones.
Desde Economistas sin Fronteras trabajan para generar cambios que permitan alcanzar unas estructuras económicas y sociales justas y solidarias, este verano han publicado el Dossier “Desafiando la educación preuniversitaria: Otras prácticas de enseñanza para otra economía” como un instrumento para introducir la economía crítica en las aulas.
Cambiar hegemonías no es fácil y en muchas ocasiones tiene coste personal en forma de acoso o procesos judiciales construidos para destruir carreras políticas, pero no es imposible, se pueden construir estructuras justas y solidarias y está en nuestras manos.
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