Brithday Girl, pesadilla en vacaciones en el mar

La película descubre una cara amarga e invisibilizada de los cruceros, sólo en Estados Unidos, desde 2016, se han denunciado más de doscientas violaciones.

Por Angelo Nero

Si en nuestra anterior reseña cinematográfica hablábamos de “How to Have Sex”, de la directora británica Molly Manning Walker, en la que ponía el foco en el turismo juvenil de borrachera, en la masculinidad tóxica y en los peligrosos ritos de iniciación sexual, en esta ocasión hablaremos de una película que tiene una vinculación evidente, “Brithday Girl”, en la que el danés Michael Noer, también pone a dos jóvenes (interpretadas por Flora Ofelia Hofman Lindahl como Cille y Maja Ida Thiele) en un crucero como regalo de cumpleaños para Cille, al que, además, acompaña su madre, Nanna, a la que da vida la conocida diva del cine danés Trine Dyrholm -en cuya filmografía hay peliculas tan brillantes como “Celebración” o “La comuna”, de Thomas Vinterberg; “En un mundo mejor”, de Susanne Bier; “Pequeña soldado” o “Skytten” de Annette K. Olesen-.

Nanna es una madre divorciada, resulta a convertirse en la mejor amiga de su hija, a la que regala, por su 18 aniversario, un crucero de lujo, aunque Cille, desde el principio, muestra la brecha, no solo generacional, que la separa de su madre, sino el rencor acumulado por la ruptura de sus padres, y el explosivo cóctel emocional de la adolescencia, todo ello bien agitado por las aguas en las que viaja el gran transatlántico rumbo a una tormenta con epicentro en su destino, Bahamas. Mientras se fragua esa tormenta, y el capitán tiene que decidir el rumbo, las relaciones entre madre e hija corren el riesgo de naufragar, a pesar de todos los intentos de Nanna, aunque pronto descubriremos que este no es el drama que Michael Noer, nos quiere presentar, ya que en medio de una fiesta nocturna, donde corre el alcohol a raudales -con la complicidad de la madre, que llega a cambiar su pulsera con la menor-, Cille sufre una agresión sexual, que da un vuelco dramático a la historia.

La película descubre una cara amarga e invisibilizada de los cruceros, sólo en Estados Unidos, desde 2016, se han denunciado más de doscientas violaciones, ya que los delincuentes sexuales se amparan en la indefensión de las víctimas, ya que no hay policía a bordo, y las compañías suelen llegar a un acuerdo económico para comprar su silencio. En “Brithday Girl”, Nanna, una suerte de madre coraje, no está dispuesta a que la agresión que sufre Cille quede impune, e intentará remover todos los resortes necesarios para ello. Todo ello rodado como un angustioso thriller claustrofóbico en un espacio tan propicio para ello como un crucero, donde puedes disfrutar de una fiesta continuada, en la que todo está al servicio de tu diversión, pero donde nadie te asistirá si te conviertes en la presa de un violador.

Todo ello aderezado con la culpa y la venganza, con la impotencia y la vergüenza, con un sistema que protege más a las agresores que a sus víctimas, de alguna (poca) buena gente que quiere ayudar, y de mucha que mira para otro lado, por miedo a perder su puesto de trabajo, o que, simplemente, quiere seguir disfrutando de su crucero, en medio de un temporal o de una violación, que siga la fiesta hasta el final. Y el final, precisamente, será uno de los aciertos de la película -además de la excelente interpretación de Trine Dyrholm- en los que encontraremos una cierta justicia poética, aunque sea accidental…

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