Por Daniel Seixo
“Tenemos empleos que odiamos para comprar cosas que no necesitamos.”
“No me arrepiento, debí darle más fuerte" Eric Cantona
He vuelto, pero antes de sentarme ante una silla para analizar los nuevos rifirrafes entre Unidas Podemos y PSOE, los descarados coqueteos de Partido Popular con Ciudadanos o el desastre absoluto al que nos abocan los nuevos tiempos del gansterismo geopolítico de Estados Unidos, me gustaría pararme por un segundo para reflexionar con ustedes, para marcarnos si acaso, un punto de partida antes de sumergirnos de nuevo en la locura, en ese siempre presente estado de shock en el que se han convertido las supuestas democracias occidentales desde la llamada crisis económica de 2008.
El pasado agosto en Biarritz, localidad del País Vasco francés, los líderes del todopoderoso G7, Angela Merkel, Justin Trudeau, Donald Trump, Giuseppe Conte, Shinzō Abe, Boris Johnson, Donald Tusk y Emmanuel Macron, hicieron uso de todo el boato posible para reunirse bajo enormes medidas de seguridad de cara a analizar el contexto político, económico y social actual del mundo, con la evidente intención de dejar las cosas como están: entre el aturdimiento de la clase obrera occidental y el pálpito de una gran crisis moral y política en la cada vez más vieja Europa. La amenaza del fascismo vuelve a estar sobre la mesa, sin que una vez más, a nadie parezca importarle demasiado.
Pero hoy no quiero hablar de las desgracias de la Unión Europa, ni de la locura Trumpiana en su experimento con la primera potencia mundial o los delirios populistas que amenazan la ya de por sí débil democracia de su antaño metrópoli Inglaterra. No quiero hoy poner por el foco en los mandamases del mundo, porque me preocupa especialmente la reacción de la izquierda de a pie tras la detención de más de 70 compañeres durante la cumbre del G7. Y lo que ha sucedido, es que cada vez sucede menos. Cada vez nos importa menos que unxs soñadorxs se jueguen el pellejo en alguna localidad occidental para mostrar su rechazo a un sistema que poco a poco se está cargando nuestras vidas, nuestras esperanzas, nuestros sueños… Nuestro planeta.
Lejos quedan ya las movilizaciones antiglobalización que identificaban claramente que el fin de la historia prometido no tenía nada que ver con lo que estaba por llegar tras la caída del muro, los sueños zapatistas, las guerrillas o los movimientos de liberación presentes en gran parte del mundo. Ni siquiera nos acordamos nítidamente de las palabras de Fidel Castro, Ernesto Che Guevara o incluso Hugo Chávez, hemos perdido nuestra identidad y en la época de las nuevas tecnologías o el máxivo acceso a la información, el planeta se entretiene con pseudocultura artistica o meros productos comerciales disfrazados de cultura como Rosalía.
No sabemos nada de la heroica resistencia del pueblo vietnamita, más allá de los breves momentos en los que coincidieron con Rambo, Alien o cualquier otro aliado del relato norteamericano. Gracias a nuestros informativos hemos olvidado que en Palestina, Cuba, Siria, Yemen o el Donbass siguen resistiendo hoy muchos militantes anticapitalistas. Nos bombardean con Venezuela o Rusia, nos incitan a amar al represor en otros escenarios y cuando el discurso ha calado definitivamente en nosotros, lo ponen en práctica con nuestros propios compañeros. Con aquellos que entre nosotros todavía siguen dando la cara para cambiar las cosas.
Hoy vuelvo a ponerme ante el teclado con la firme esperanza de encontrar entre ustedes cada día a nuevos compañeros, nuevos lectores. Les invito a seguir a Nueva Revolución un curso político más, pero también a que sigan a otres compañeres en otros medios de comunicación alternativos o éticos. A cambio, les prometo seguir contando las cosas desde una óptica de clase. Les puedo prometer y prometo que pese a la represión creciente, pese al estado de shock permanente y a lo tortuoso de un camino en el periodismo desde la firme convicción de perseguir la verdad, este compañero que les habla seguirá en su trinchera. Bienvenidos a nuestro particular Vietnam.
Se el primero en comentar