Besteiro y el problema de la vivienda en 1919

Besteiro fue directamente al meollo de la cuestión, la especulación urbanística, ya que las supuestas causas expuestas sobre la carestía de las casas no le valían. Se compraban grandes cantidades de terrenos a precios bajos, y no se construía hasta que esos precios no subían por el efecto de los ensanches de las ciudades, es decir, que se revalorizaban al urbanizarse las zonas.

Por Eduardo Montagut

Tradicionalmente, se ha considerado que las reivindicaciones relacionadas con la vivienda en la Historia contemporánea de España tienen que ver con movimientos espontáneos de inquilinos o vinculadas al anarquismo, pero también los socialistas desarrollaron un vivo interés por estos problemas y no sólo fomentando cooperativas de casas, sino también denunciando la falta de viviendas dignas y los alquileres abusivos. En este artículo queremos estudiar qué opinaba uno de los principales líderes de la familia socialista, Julián Besteiro, a la altura de 1919, a través de una conferencia que impartió en el mes de noviembre de ese año en la Casa del Pueblo madrileña, a instancias de la Sociedad de Profesiones y Oficios varios.

Besteiro planteó en el inicio de su conferencia que los principales pensadores del socialismo internacional habían defendido que el problema de la vivienda afectaba directamente al proletariado, pero tenía su repercusión en la clase media.

En ese momento la situación en España era complicada, y prueba de ello es la cantidad de noticias que hemos encontrado en El Socialista sobre protestas de inquilinos por la subida de alquileres en distintos lugares en ese momento histórico de intensa conflictividad social. Besteiro exponía que la clase media estaba reclamando la reforma de los contratos de inquilinato (alquiler), y la imposición de una tasa para los alquileres, aludiendo a que estas protestas habían sido provocadas por lo actitud de los caseros, expulsando de sus casas a muchos inquilinos, y subiendo los alquileres. A su juicio, las reivindicaciones eran justas.

El problema era una enfermedad, pero no se arreglaría con “cataplasmas”. La cuestión de la tasa era, siempre según su opinión, algo muy complicado de aplicar como se había visto en el tema de las subsistencias. Besteiro quería llegar a la raíz del problema, citando a Marx y Engels, partiendo del régimen económico. Así pues, se preguntaba por qué las viviendas eran tan caras. Los propietarios opinaban que las causas estaban en la elevación de los precios de los materiales y de los salarios, mientras que los obreros respondían que en esos años de crisis no se había construido como antes.

Besteiro fue directamente al meollo de la cuestión, la especulación urbanística, ya que las supuestas causas expuestas sobre la carestía de las casas no le valían. Se compraban grandes cantidades de terrenos a precios bajos, y no se construía hasta que esos precios no subían por el efecto de los ensanches de las ciudades, es decir, que se revalorizaban al urbanizarse las zonas. Aludía, también a cómo los especuladores tenían concejales en los Ayuntamientos dedicados a fomentar la urbanización por las zonas que interesaban a aquellos, es decir, el orador estaba explicando cómo funcionaba la corrupción urbanística ya en 1919.

Por otro lado, la multiplicación de leyes, como en caso madrileño, provocaba un encarecimiento de las urbanizaciones de las afueras. Esas leyes iban en beneficio de los caseros, aumentando de forma escandalosa sus beneficios. Besteiro sabía de lo que hablaba porque había sido concejal.

Se había aducido la necesidad de establecer impuestos sobre los terrenos no edificados y/o sobre los beneficios, pero al conferenciante no le parecían soluciones definitivas, porque creía que había medios para que los dueños buscasen compensaciones por los tributos pagados. Las soluciones ya se habían practicado en el extranjero, y nunca se habían aplicado en España. En primer lugar, defendía una planificación previa a la concentración de población, pero, fundamentalmente consideraba que el Municipio debía hacer las viviendas para alquilar las casas, es decir, se apostaba por la intervención pública en este asunto. No era cierto que los Ayuntamientos fueran malos administradores. La municipalización de los servicios, un objetivo siempre defendido por los socialistas, provocaba que los ciudadanos se interesasen por los asuntos públicos, que terminaban, en consecuencia, por sanearse. Y ponía el ejemplo alemán que conocía directamente.

Por fin, hizo un llamamiento para que la clase media se asociase a la clase trabajadora para que ambas buscasen soluciones radicales.

Hemos trabajado como fuente con el número 3743 de El Socialista.

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