La manifestación fue pacífica y en silencio, pero los granaderos de la 1ª Legión hicieron fuego contra ellos, produciendo ochos heridos mortales. Eso prendió la mecha, y los obreros salieron de sus casas armados formando barricadas en las calles.
Por Eduardo Montagut | 10/05/2025
“Morir combatiendo o vivir trabajando”.
En la historia del movimiento obrero francés la insurrección de Lyon de octubre y noviembre de 1831 constituye un hito fundamental, influyendo en socialistas y en la propia organización obrera posterior. Estalló justo al año siguiente de la Revolución de 1830 que terminó con el absolutismo de Carlos X, el último Borbón, e instauró la Monarquía constitucional en la persona de Luis Felipe de Orleáns. En realidad, la insurrección de la primera ciudad industrial de Francia tiene mucho que ver con aquella Revolución, o más bien, con la desilusión por la misma, porque la situación de los trabajadores no había mejorado en nada con el cambio político, que solamente había beneficiado a la burguesía. La crisis económica desencadenó el conflicto.
En este artículo estudiaremos este hecho, empleando como fuente principal un texto no muy conocido que se publicó en el número 158 de El Socialista, dedicado casi en exclusiva a la Comuna de París. Los socialistas españoles siempre dedicaron mucha atención a la Comuna hasta muy entrado el siglo XX con homenajes en cada mes de marzo, y llenando de artículos y crónicas el periódico obrero sobre aquel primer momento de gobierno obrero en la Historia. Pues bien, en el número del año 1889 la atención a la Comuna fue especialmente grande, y en ese contexto se trató de la insurrección de Lyon (en la Croix-Rousse, la colina de Lyon y su barrio donde se concentraba la industria de la seda).
La situación de los canuts, es decir, los trabajadores de la seda de Lyon era aún peor que antes de la Revolución de 1830. La miseria cundía entre los tejedores con unos ingresos muy bajos (15 sueldos) para jornadas de 12 o 14 horas. Pero la situación estaba peor por el gran número de trabajadores parados. En consecuencia, apareció el hambre. Al parecer, sabemos que Alejandro Dumas en sus Memorias llegó a relatar la penuria de la situación de estos trabajadores y sus familias. También sabemos que los tejedores ya habían comenzado a organizarse desde mediados de los años veinte. Entre 1825 y 1826 se había organizado la Devoir Mutuel, una sociedad clandestina de tejedores, ya que seguía en vigor la legislación contraria al asociacionismo obrero, la famosa ley Le Chapelier de la época de la Revolución francesa.
El problema económico tenía que ver con la cuestión de la tarifa. Los comerciantes afectados por la crisis económica disminuyeron los precios un 60% para los artesanos.
Por esta situación de miseria los tejedores y sus familiares salieron a la calle el 25 de octubre. Al parecer, después de una agresión de los guardias nacionales a un grupo de obreros, éstos decidieron manifestarse para protestar. El ambiente era, por lo tanto, muy tenso. La manifestación fue pacífica y en silencio, pero los granaderos de la 1ª Legión hicieron fuego contra ellos, produciendo ochos heridos mortales. Eso prendió la mecha, y los obreros salieron de sus casas armados formando barricadas en las calles. El enfrentamiento fue duro, pero los trabajadores consiguieron vencer a las tropas que tuvieron que capitular y huir; eran las jornadas del 21 y 22 de noviembre. Al parecer, algunos partidos o políticos intentaron dirigir o encauzar el movimiento, pero los trabajadores estaban decididos a no aceptar dicha intromisión. Este relato de nuestra fuente es un poco rápido o confuso, porque sabemos que ante la manifestación del 25 una parte de los comerciantes, presionados también por el prefecto, decidieron negociar, pero París no aceptó estas negociaciones, ni tampoco la mayoría de los negociantes, y por eso se había empleado a la Guardia Nacional.
Es importante observar que la fuente que hemos empleado tiene un marcado carácter socialista por la interpretación que se hace del fracaso de la insurrección. En primer lugar, esa interpretación aparece cuando el texto se pregunta qué podían hacer aquellos trabajadores que desconocían la causa de su miseria, es decir, que no tenían aún conciencia de clase. Por consiguiente, habían sido derrotados.
Así pues, a los pocos días los obreros regresaron a sus casas, abandonando sus posiciones conquistadas y el mariscal Soult entraba en la ciudad mandado por el rey. El orden se restableció y la miseria continuó. Sabemos que esto ocurría el 3 de diciembre, y también que se destituyó al prefecto por considerarse que había sido demasiado complaciente.
Según nuestra fuente la Monarquía de Luis Felipe se alegró de que no había habido un carácter político en la revuelta, pero también se afirma que no fue consciente de que aquella violenta entrada del proletariado en escena había inaugurado la era de las revueltas obreras.
Y más socialismo en la interpretación: la insurrección de Lyon fue vencida por falta de programa, pero el número de luchadores había ido en aumento. Así pues, el Partido Socialista era consciente que a todas las victorias de la burguesía seguiría el triunfo definitivo de la Revolución social.
Hemos consultado el número 158 de El Socialista. Recomendamos la consulta en la red de Selección de Texto: La insurrección de los Tejedores de Lyon en 1831 de Orto. Revista cultural de ideas ácratas (noviembre de 2016), y el trabajo de Juan C. Cisnero, La insurrección de Lyon: tejiendo la historia del movimiento obrero.
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