Esta reunión destacó por la aprobación de una resolución fundamental en la en la que se pedía la creación de un Comité Internacional de Mujeres, formado por representantes de las organizaciones femeninas, cuya misión sería ayudar a la Ejecutiva de la Internacional y organizar Conferencias bianuales.
Por Eduardo Montagut
Los años veinte fueron fundamentales en la historia del feminismo socialista. El Congreso Internacional Socialista de Mujeres, paralelo al Congreso de la Internacional de Marsella de agosto de 1925, es un momento clave, estimulando a las organizaciones femeninas socialistas europeas en la lucha por la emancipación de la mujer. Esta reunión se vio precedida en ese mismo año por una serie de reuniones de mujeres socialistas de distintos países: Suiza, Polonia, Gran Bretaña y Holanda.
En dicho Congreso estuvieron presentes un centenar de delegadas, destacando la presencia de la diputada alemana Tony Sender, y M.P. Spack, senadora belga. Nutridas fueron las representaciones alemana y austriaca. Esta reunión destacó por la aprobación de una resolución fundamental en la en la que se pedía la creación de un Comité Internacional de Mujeres, formado por representantes de las organizaciones femeninas, cuya misión sería ayudar a la Ejecutiva de la Internacional y organizar Conferencias bianuales. Ese Comité debía estar constituido de la misma forma que el Comité Internacional Ejecutivo de la Internacional Obrera y Socialista, y debía reunirse, al menos, una vez al año. El trabajo administrativo de organización de las mujeres socialistas se aseguraría por el Secretariado Internacional de la Internacional Obrera y Socialista.
Pero la creación de ese Comité se encontraba al final de una resolución que comenzaba instando a los Partidos Socialistas a apoyar la organización de las mujeres en el movimiento obrero porque la realización del socialismo solamente se podía hacer con la cooperación de las masas para la reorganización de la sociedad, y esas masas estaban constituidas por hombres, pero también por mujeres. Los partidos socialistas debían considerar que la emancipación de las mujeres tenía que ser una de sus tareas fundamentales. Y eso pasaba por luchar porque los hombres y las mujeres tuvieran los mismos derechos políticos, especialmente el derecho al sufragio, tanto activo como pasivo. Pero también los partidos socialistas debían luchar por la igualdad jurídica, en el matrimonio, y por conseguir que no hubiera discriminación en relación con los hijos naturales. Otras tareas fundamentales pasaban por la libertad de la mujer en la actividad profesional y por la igualdad laboral y salarial.
El movimiento socialista debía tener en consideración en su política las necesidades de las mujeres, tanto como las de los hombres, por eso los partidos debían pedir a las organizaciones femeninas que trabajasen por estos objetivos porque el capitalismo había puesto a las mujeres en una posición de dependencia social y cultural, además de que su posición económica y política era más débil que la del hombre. La maternidad exigía una protección especial, debiéndose exigir todas las medidas necesarias para asegurar el bienestar de las madres y los niños.
Hemos consultado los números siguientes de El Socialista del año 1925: 5135, 5164, 5165 y 5170.
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