Azerbaiyán, el socio crucial de la Unión Europea, sigue matando en Artsakh

Lobo con piel de cordero, Aliyev se presenta como un hombre de paz, asegurando que está trabajando por la «normalización de las relaciones con Armenia y el respeto mutuo a las fronteras de ambos países», sin embargo la realidad es bien distinta

Por Angelo Nero

«Espero que podamos firmar un tratado de paz en un año. Después de eso, la paz y la estabilidad llegarán al Cáucaso. Azerbaiyán ya ha dado los pasos necesarios en esta dirección», aseguraba hace un mes el sátrapa de Azerbaiyán Ilham Aliyev, en el IX Foro Global de Bakú, celebrado en la capital del estado caucásico que gobierna con puño de hierro, bajo el lema «Los Desafíos al orden global». Según el portal de noticias azerí Azertac, el foro planteaba diversas cuestiones como: «¿Qué enfoques pueden silenciar las bombas y abrir el camino a la paz?», «¿Cómo podemos asegurarnos, al terminar la guerra con un acuerdo de paz, de que los responsables serán procesados?», «¿Cómo se pueden identificar los nuevos métodos de guerra híbrida, incluidos los ciberataques?», «¿Es necesario mejorar las sanciones económicas en el frente?», claro que estas preguntas no iban dirigidas hacia la responsabilidad del ataque azerí iniciado el 27 de septiembre de 2022 a la República de Artsakh, una agresión que continúa a día de hoy, pese al silencio de la comunidad internacional, si no a la guerra de Ucrania, ya que Aliev, fiel discípulo de Erdoğan, espera quitar provecho del conflicto que enfrenta a Rusia con la EEUU y sus súbditos de la OTAN, en el territorio ucraniano.

Lobo con piel de cordero, Aliyev se presenta como un hombre de paz, asegurando que está trabajando por la «normalización de las relaciones con Armenia y el respeto mutuo a las fronteras de ambos países», sin embargo la realidad es bien distinta, desde el acuerdo de alto el fuego del 10 de noviembre de 2020, bajo el patrocinio de Rusia, y con este país como garante, con tropas sobre el terreno, de su cumplimiento, han sido constantes los ataques más allá de las líneas del frente delimitadas tras la guerra, en Artsakh, pero también a lo largo de la línea fronteriza con la República de Armenia, causando numerosas víctimas, tanto civiles como militares. Las tropas de paz rusa no han tenido, o no han querido, mostrarse como una fuerza disuasoria efectiva para que los azerís dejen de hostigar a las poblaciones de Arsakh, e incluso se ha llegado a correr el rumor de que, con la intensificación del conflicto en Ucrania, estas tropas podrían abandonar su compromiso adquirido en Nagorno Karabakh. Extremo que, hasta ahora, no se ha confirmado.

A pesar de la diplomacia rusa, que busca contentar a Armenia y a Azerbaiyán, hay otros actores interesados en sacar tajada del conflicto, el Alto Representante de la Unión Europea (UE) para Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell, ha señalado que «La UE está totalmente comprometida en su apoyo a un Cáucaso Sur pacífico, seguro y próspero. La normalización y la reconciliación sólo pueden lograrse a través de un diálogo directo». Según informaba el diario El País, el 18 de julio pasado: “la Unión Europea y Azerbaiyán han firmado este lunes un acuerdo para duplicar el suministro de gas natural hasta los 20.000 millones de metros cúbicos anuales en 2027, desde los 8.100 millones de metros cúbicos suministrados en 2021 a través del corredor del sur de gas, que conecta el país con el mercado comunitario a través de Turquía, un proyecto conjunto entre Bruselas y Bakú inaugurado en 2018, que se nutre fundamentalmente de yacimientos del mar Caspio y conecta con Europa.” Pese al historial de vulneración de los derechos humanos de Azerbaiyán, parece que, en este caso, la Unión Europea cerrará los ojos ante los desmanes azerís en esa materia, para aliviar su dependencia energética de Rusia, a pesar de que el régimen de Aliev es un firme aliado comercial, y también militar, del país gobernado por Vladimir Putin. Aquí todos juegan con varias barajas, Rusia, Azerbaiyán, la Unión Europea, pero lo que está claro es que buscan dejar a Armenia fuera del juego.

En medio de una crisis económica, derivada también por las sanciones impuestas por la UE y EEUU a Rusia, la República de Armenia está padeciendo una crisis política que ha puesto contra las cuerdas al gobierno de Nikol Pashinián, muy cuestionado por las negociaciones de paz con Azerbaiyán, que muchos ven como una capitulación, y una renuncia al territorio de Nagorno Karabakh. Hace dos meses, una manifestación, encabezada por el vicepresidente del parlamento armenio, el opositor Ishjan Saghatelián, frente a la residencia del primer ministro, derivó en un enfrentamiento con la policía, en la que hubo medio centenar de heridos. Los bloqueos de edificios gubernamentales han sido continuos, en una estrategia de desgaste por parte de la oposición, que busca, sin éxito hasta ahora, la renuncia de Pashinián, que llegó al poder en 2018, liderando también una protesta popular contra el gobierno de Serzh Sargsián, bautizada como “la revolución de terciopelo”. Artsakh sigue siendo una cuestión crucial para los armenios, y como muestra el gesto que tuvo el mismo Pashinián, cuando recién nombrado primer ministro, viajó a Stepanakert, capital de la República de Artsakh, en su primer acto oficial, para celebrar el aniversario de la toma de Shushi, la segunda ciudad de Nagorno Karabakh, conquistada por el ejército azerí, en la invasión de 2020.

El listado de rupturas del alto el fuego por parte de Azerbaiyán es constante, y se ha intensificado desde que el mundo fija su mirada en Ucrania. El penúltimo incidente, denunciado por el gobierno armenio, se produjo el pasado 28 de julio, cuando “unidades de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán han abierto fuego con rifles de diferentes calibres contra las posiciones militares armenias ubicadas en la parte oriental de la frontera entre Armenia y Azerbaiyán”. Pero, sin duda, ha sido este miércoles 3 de agosto, en el que se han intensificado las hostilidades azerís, con un ataque con con drones de combate, morteros, lanzagranadas y armas de fuego, en Artsakh, en el que han muerto dos soldados del Ejército de Defensa de Artsakh y diecinueve han sido heridos, dos de ellos de gravedad, ante lo que el presidente de la República de Artsakh, Araik Arutiunián, ha anunciando una movilización militar parcial.

Según el reporte de la corresponsal de Diario Armenia y Radio Gomidas, Betty Arslanian, quien se encuentra en Artsakh, “Azerbaiyán está tratando de apoderarse del corredor Berdzor (Lachin), la ruta que conecta Artsakh con Armenia. Intentan tomar posiciones en el terreno elevado adyacente, utilizando morteros y drones. Según información oficial, el corredor no está cerrado y funciona”. El corredor de Lachin es el cordón umbilical que une a Nagorno Karabakh con Armenia, y a pesar de estar bajo la supervisión de las tropas de paz rusas

También el Diario Armenia se hace eco de la respuesta del Ministerio de Defensa de Rusia, que responsabiliza, sin reservas, al régimen de Aliyev de los ataques: “Se registra agravamiento de la situación en la zona de responsabilidad del contingente de paz. Las fuerzas armadas de Azerbaiyán violaron el régimen de alto el fuego en la zona de la colina de Saribaba. El mando de la fuerza de mantenimiento de la paz rusa, junto con los representantes de las partes azerbaiyana y armenia, están tomando medidas para estabilizar la situación”.

En una sesión de Gobierno de Armenia, realizada el 4 de agosto, para analizar los últimos ataques azerís, el primer ministro Nikol Pashinyan declaró: “Armenia cumplió con todas las obligaciones que asumimos y Azerbaiyán debe cumplir con sus tres obligaciones. Primero, aceptar la existencia de la entidad de Nagorno Karabakh firmada por el presidente de Azerbaiyán, respetar la existencia de la línea de contacto en Nagorno Karabakh y respetar la existencia del Corredor de Lachin, que es la institución más importante que asegura la conexión de Nagorno Karabakh con Armenia”.

Por otra parte, tal y como informa Betty Arslanian, para Diario Armenia: “Las autoridades de Artsakh anunciaron a la población de Aghavno, en la región de Berdzor (Lachin), que deberán abandonar sus hogares para entregar ese territorio a Azerbaiyán”. Aghavno es el primer pueblo armenio que te encuentras al entrar en el corredor de Lachin, y desde la última ofensiva azerí, en 2020, se encuentra rodeado de fuerzas hostiles, aunque sus habitantes están dispuestos a resistir. “Las autoridades de Artsakh nos presentaron un programa de evacuación, nos dijo quién irá a dónde. Pero nadie quiere irse. Si entregan armas a los residentes, nos quedaremos y lucharemos”, declaró Andranik Chavushyan, el líder de la aldea.

Mientras tanto, la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, escribía hace una semana en su cuenta de Twitter: “Azerbaiyán será un socio crucial para nuestra seguridad de suministro y en nuestro camino hacia la neutralidad climática.”

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