Por Paula Albornoz
“Si los hombres pudieran quedarse embarazados, el aborto sería un sacramento”.
Florynce R. Kennedy
“No se trata aborto sí o aborto no. El aborto ya existe. La criminalización lo único que logra es poner en riesgo sus vidas y su salud”.
Mariana Carbajal, periodista
Luego de décadas de lucha de nuestras antepasadas y de nosotras mismas desde aquella batalla perdida el 8 de agosto de 2018, las mujeres de todas las edades, clases sociales y diversidades nos unimos en las calles de toda la Argentina para pedir de una vez por todas el respeto sobre la autonomía de nuestros propios cuerpos. La legalización de la interrupción voluntaria del embarazo es una deuda de la democracia para con las mujeres y niñas de nuestro país, que mueren o sufren secuelas irreparables cada día a causa de abortos clandestinos. Consecuencias, a todas luces, evitables.
Una vez más, como en aquellas maratónicas sesiones en cámaras de diputadxs y senadorxs en 2018, tuvimos que aguantar escuchar “argumentos” tan débiles y repetitivos como “hay vida desde la concepción” y “hay que defender la vida del niño por nacer” (claramente, esta postura no distingue entre vida, cosa que toda célula posee, y persona, pero continuemos). Esta vez, también, se sumaron frases engañosas tales como “esto no es prioridad en un momento como este, en medio de una pandemia, no es momento de discutirlo”. Nosotras preguntamos: ¿cuándo será el momento oportuno, entonces? Cuando se trata de las vidas de las mujeres, desde siempre descartables, nunca parece ser el momento oportuno. Siempre debe posponerse, dejarlo por algo que, según otros, es más importante o urgente. ¿No cree usted señor, señora, que es urgente que deje de obligarse a parir a niñas que quedaron embarazadas fruto de una violación? ¿No creen ustedes que es urgente acabar con estos femicidios en manos del Estado, que llevan a mujeres desesperadas y vulnerables a atentar contra sus propias vidas ante la falta de auxilio, de información, de contención y de oportunidades?
Es por todo esto y mucho más que al fin, nos reencontramos. Volver a una marcha, volver a aquellas calles circundantes al Congreso de la Nación Argentina, tuvo un sabor agridulce. Por un lado, al fin nos volvimos a ver con tantísimas compañeras feministas de todos los rincones de nuestra matria, hermanadas por el deseo y por el hambre de justicia. Por el otro, aún conservamos aquella angustia que sentimos cuando la cámara de senadorxs, dos años atrás, volvió a negarnos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.
Los resultados están a la vista. Cuando la lucha es realmente colectiva, los triunfos son inmensos.
Esta vez, no solo nos encontramos entre pañuelos, cánticos y tambores, sino también entre barbijos, alcohol en gel y mucha más impaciencia. Una larga vigilia volvió a unirnos a todas después de nueve meses sin vernos – desde la marcha del Día de la Mujer del corriente año -, con algo de sueño, de hambre, de cansancio, de ganas, de emoción, de baile, de abrazos y ojos cristalizados. Entre amigas, familiares y desconocidas que se sentían más cercanas que nunca, finalmente a las siete de la mañana pudimos oír que conseguimos ganar esta nueva batalla. Con 133 votos a favor, el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo logró media sanción. Se estima, ahora, que se debatirá en senadorxs a fines de este mes.
Mujeres durmiendo en la calle, mujeres haciendo fila en el baño químico, mujeres cantando himnos feministas y saltando a su son, mujeres abrazándose, mujeres debatiendo, mujeres llorando, mujeres riendo, mujeres celebrando; mujeres. Es en estos espacios donde nos sentimos más libres, más contenidas, y definitivamente, mucho más fuertes. Los resultados están a la vista. Cuando la lucha es realmente colectiva, los triunfos son inmensos.
La legalización del aborto en nuestro país es solo una meta en nuestra extensa agenda feminista. Esperamos que al fin consigamos lo que buscamos hace tanto, tanto tiempo este año. Esperamos, al fin, hacer justicia por todas las que murieron en el intento, y por todas las que nos enfrentamos hacia un futuro incierto en un mundo donde que muramos todos los días, parece ser irrelevante.
Sin embargo, no lograrán socavar nuestras esperanzas. Saldremos a las calles las veces que sean necesarias, hasta que sea ley. Si hay algo que hemos demostrado ser, es inquebrantables. Ahora que despertamos, ya nunca volveremos atrás. Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado, ¡se va a caer, se va a caer! ¡Arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer!
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