Argentina | A 45 años de último golpe militar en Argentina

Las herederas y herederos de la revolución

Por  Paula Albornoz

Hace semanas que vengo pensando qué escribir. Qué decir que aún no se haya dicho, cómo hacer para que mis palabras evoquen la memoria necesaria para que lo sucedido no quede en el olvido. “El 24 de marzo es el Día de la Memoria”, les dije a mis alumnos y alumnas de ocho años en nuestra última clase, “¿por qué es importante la memoria?”, agregué. Pienso firmemente que debemos cultivar esa semilla desde la más tierna edad, porque luego puede ser demasiado tarde. El fascismo y el negacionismo cada vez se cuelan más entre los más jóvenes. “Imaginen que van a una casa por primera vez. Están subiendo la escalera al segundo piso, y como nunca fueron, no sabían que el techo es muy bajo. Entonces se golpean la cabeza muy fuerte y les queda un chichón enorme. La próxima vez que vayan a la casa, ¿se van a volver a golpear?”, les planteé. Sin dudarlo ni un segundo, todas y todos contestaron al unísono: “¡No!”. “¿Y por qué no?”, cuestioné. “Y… porque nos vamos a acordar de la última vez”. Quise contar esta anécdota porque me parecía un ejemplo tan sencillo como ilustrativo de la importancia de un pueblo que recuerda su historia. Si olvidamos, si negamos, si escondemos los hechos nefastos de nuestro último golpe cívico – militar – eclesiástico, corremos el riesgo de que vuelva a suceder. De volver a darnos la cabeza contra la pared, y sangrar. Un pueblo que no recuerda sus errores está condenado a repetir su historia.

          Pensando y pensando cómo volcar todo lo que tengo en el pecho acerca de esta fecha tan importante como dolorosa para mi país – y para toda América Latina, donde los golpes de Estado son contagiosos -, empecé a imaginar cómo hubiese sido si yo viviera en aquella época, o si volviera a suceder hoy. Sin duda, no me estarían leyendo. Sería un rostro más en las pancartas de las madres y abuelas que buscan a sus hijas, hijos, nietas, nietos. Es escalofriante pensarlo. Muchas y muchos de los desaparecidos tenían mi edad, o eran incluso más jóvenes, en edad escolar. El gobierno de facto los arrancó de sus casas, de sus padres y madres, de sus vidas. Los mutilaron, las violaron, los golpearon, los y las asesinaron, todo por el miedo a sus ideales, todo por temor a que lograran mejorar el mundo. Luego de desaparecer a 30.000 personas durante esos años oscuros, los militares podrían haberse considerado triunfadores. Mas si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia.

          Argentina fue el único país latinoamericano en hacer juicio a la Junta Militar. Los golpistas Videla, Massera y Agosti fueron juzgados y arrestados. Es bien conocida la historia de la muerte del genocida Videla, quien murió en el penal de Marcos Paz, sentado sobre el inodoro de su celda. Argentina honró a sus jóvenes revolucionarios y revolucionarias, siendo, hasta hoy, un ejemplo en materia de derechos humanos. Hace 45 años que venimos exigiendo: ¡Nunca Más!

          Las abuelas y madres de Plaza de Mayo siguen siendo la estrella que nos guía en el camino. Nosotras y nosotros, los jóvenes de hoy, las escuchamos atentamente, las respetamos como debieran haberlas respetado siempre, tomamos la posta de su lucha cada vez que una se va al cielo antes de reencontrarse con su sangre robada. Pues a pesar de todo, no lograron vencer. Las herederas y herederos de la revolución estamos en todos lados; en cada rincón del país y del mundo. Recordamos: aprendemos de nuestra historia y nos comprometemos como guardianes de la democracia y de la paz social. Informamos: los medios de comunicación que ya mentían y ocultaban durante la dictadura siguen con ese trabajo sucio hasta el día de hoy. Por eso elegimos contar la verdad en cada espacio que ocupamos, en cada micrófono o medio donde nos dan una voz. Condenamos: los represores siguen caminando entre nosotros, a pesar del tiempo. Los negacionistas se atreven a afirmar en público que “no fueron 30.000”, como si un solo desaparecido o desaparecida no hubiese sido suficientemente horroroso. La derecha minimiza la violencia de esos tiempos y en nombre de la libre expresión no tienen miedo de vomitar por todas partes su odio a los y las pobres, a las mujeres, a los  y las inmigrantes, a los y las jóvenes, a los y las revolucionarias.

          A 45 años del último golpe – y así será, el último, hasta la eternidad -, seguimos exigiendo memoria, verdad y justicia. ¡30.000 compañeros y compañeras desaparecidas presentes, ahora y siempre!

          ¡Justicia por las desaparecidas y los desaparecidos en democracia! ¡Basta de mano dura! ¡Basta de violencia policial y Estatal!

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