Antonio Giráldez: “La colonia alemana, bien integrada en Vigo, no pudo sustraerse a la adhesión al partido nazi que gobernaba su país desde 1933”

Foto Xosé Carlos Gil

Entrevistamos al profesor e historiador Antonio Giráldez, que acaba de presentar la edición ampliada de su libro «Vigo y su colonia alemana durante la Segunda Guerra Mundial».

Por Angelo Nero | 22/09/2024

En “Vigo y su colonia alemana durante la Segunda Guerra Mundial”, el historiador Antonio Giráldez Lomba, recogió, en 2014, un capítulo de la historia de Vigo, muy poco conocida, pero que tuvo su importancia en la primera mitad del siglo XX, la de la presencia germana en la ciudad olivica. Profesor de Geografía e Historia y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses, Giráldez Lomba es autor de numerosos estudios sobre la historia viguesa, como “1598: la peste en Vigo”, “Los tranvías de Vigo en el recuerdo”, “El año del desastre, 1898 en Vigo”, o “Sobrevivir en los años del hambre en Vigo”. Ahora publica una versión ampliada del libro sobre la colonia alemana, actualizada con nuevos datos recopilados en su tarea como investigador de la historia local.

¿Cuál es el origen de la colonia alemana en Vigo, y que impacto tuvo en la sociedad viguesa de la primera mitad del siglo XX?

Desde 1896 y hasta 1905, el “Cable Alemán” operaba exclusivamente a través de los oficiales del “Cable Inglés”, aunque con su propio cable Vigo-Emden. A principios del siglo XX, se confirmó el acuerdo entre el “ETC” (“The Eastern Telegraph Company”) y la “DAT” (“Deutsch-Atlantische Telegraphengesellschaft”) por el que el “Cable Inglés” se hacía cargo de la retransmisión de los cablegramas alemanes en la estación de Vigo siendo a partir de 1905 cuando la empresa germana comenzó a enviar personal propio y a asumir la gestión directa del cable submarino.

Durante la Primera Guerra Mundial, en 1916, Portugal entró en el conflicto del lado de Gran Bretaña, lo que era lo mismo que hacerlo en contra de Alemania. En ese momento, empresarios, singularmente consignatarios, establecidos en Oporto, con su país en guerra contra Portugal, se trasladaron a Vigo, un puerto con un desarrollo económico cada vez más importante y de un país neutral en aquella guerra como España.

La Primera Guerra Mundial acabó mal para Alemania, no solo desde el punto de vista militar sino también económico. Tras la firma del Tratado de Versalles en 1919, Alemania, hipotecada por las deudas de guerra que debía pagar, con una hiperinflación desbocada y con una moneda que había perdido su valor, vio como muchos comerciantes, empresarios, ingenieros, en suma, quienes querían buscar un futuro mejor para ellos y sus familias salían del país. Fue la línea marítima Hamburgo-Vigo la que trajo a nuestra ciudad durante los años 20 del pasado siglo XX a aquellos emprendedores que en 1926 demandaban una institución educativa para sus hijos. La inauguración en 1926 del Colegio Alemán en Vigo era la prueba de que había una colonia alemana en nuestra ciudad que necesitaba escolarizar a sus hijos.

La fortuna de aquellas familias fue también la de nuestra ciudad, los negocios de los alemanes acabaron siendo los negocios de muchas familias viguesas y aquellos vigueses de adopción escribieron una de las páginas más importantes de la historia empresarial de nuestra ciudad.

Seguro que casi todos los vigueses conocen la escultura del obrero metalúrgico en plena faena que luce en la Praza da Industria. La obra, de fines de los años setenta del pasado siglo XX, es de Guillermo Steinbrüggen, sobrino de Francisco Steinbrüggen, durante mucho tiempo propietario de un establecimiento de aparatos de radio próximo a la Colegiata y una de las personas más populares de la colonia alemana de Vigo. Ese obrero de metal de Guillermo Steinbrüggen es una metáfora de la industria a la que alude el nombre de la plaza en la que se encuentra, pero también de la industriosa y emprendedora colonia alemana de Vigo a la que pertenece su autor.

El Cable Alemán, Bruno Schweiger, el cargadero de Coto Wagner, Carmen Kruckenberg, el Colegio Alemán, son algunas de las referencias que la gente de mi generación, los nacidos en los años sesenta y setenta, todavía conservan sobre la presencia germana en Vigo, ¿qué importancia tuvieron cada uno de estos elementos en la historia de la ciudad y de su comarca?

En noviembre de 1896 se inauguraron en Vigo las oficinas del “Cable Alemán” y, tres meses después, la compañía germana renunciaba a la continuación del cable submarino hasta Nueva York, centrando sus actividades en la línea “Vigo-Emden, mucho más rentable. Inicialmente, la concesión terminaba en 1904, pero el 28 de mayo de 1899, la concesión para el cable de Vigo, que, como acabamos de decir, había sido transferida por la empresa original alemana. “Felten&Gulleaume” a la nueva titular de los derechos y obligaciones fundada en Colonia, se extendió para un cable entre Alemania, las islas Azores y Norteamérica hasta el 30 de septiembre de 1940 como máximo. En aquel momento, la empresa fundada en Colonia ya aparecía “rebautizada” como “Deutsche-Atlantische-Telegraphengesellschaft”, más conocida y más fácil de nombrar por sus siglas “D.A.T.”. Desde 1896 y hasta 1905, el “Cable Alemán” operaba exclusivamente a través de los oficiales del “Cable Inglés”, aunque con su propio cable Vigo-Emden. A principios del siglo XX, se confirmó el acuerdo entre el “ETC” (“ The Eastern Telegraph Company”) y la “DAT” (“Deutsch-Atlantische Telegraphengesellschaft”) por el que el “Cable Inglés” se hacía cargo de la retransmisión de los cablegramas alemanes en la estación de Vigo siendo a partir de 1905 cuando la empresa germana comenzó a enviar personal propio y a asumir la gestión directa del cable submarino.

La “DAT” abrió una oficina en nuestra ciudad junto a la del “ETC”. El “Cable Alemán” siempre tuvo sus oficinas colindantes con las del “Cable Inglés”. Así, en el número 22 de la calle Velázquez Moreno estaban las oficinas del “Cable Inglés” y en el número 20 de la misma calle, las del “Cable Alemán”. Unía ambas compañías una ventanilla interior por la que intercambiaban despachos en función de que fuesen a ser enviados por un cable o por otro. El supervisor o director durante todos los años que permaneció la empresa germana en Vigo fue Ubbo Emmius Bakker. Junto a él siempre hubo al menos dos empleados. Como parte de aquel personal alemán que comenzó a llegar a Vigo en 1905 figuraba Franz Steinbrüggen. Este fue el primero de una larga lista de empleados. Para los empleados solteros de esta empresa se construyó en 1910 el edificio del número 66 de la calle Pi i Margall que luego, desde 1938, acabó siendo la ubicación del Colegio Alemán.

“Coto Wagner” era el nombre con el que se conocía a un filón riquísimo de hierro situado en El Bierzo (en San Miguel de las Dueñas), muy cerca de Ponferrada, que se comenzó a explotar en 1948, tres años después del final de la Segunda Guerra Mundial. El mineral se exportaba a Europa por el puerto de Vigo y fue esta actividad exportadora de la empresa minero-siderúrgica la que llevó a la construcción del famoso cargadero de Rande del mismo nombre. Al estar el “Coto Wagner” tan cerca de Ponferrada, en una zona entre Ponferrada y Astorga paralela a la línea férrea de Madrid-A Coruña, tenía fácil acceso a la línea de ferrocarril del Norte. En los años cuarenta del pasado siglo XX comenzaron los trabajos de preparación del “coto minero” y en 1954, las labores de extracción. Este cargadero de Rande, que no pudo funcionar, por tanto, en los años de la Segunda Guerra Mundial, fue adquirido posteriormente por “ENSIDESA”.

Bruno Schweiger era un ingeniero alemán que llegó a Marín en 1935 para construir con su hermano un pequeño muelle de hormigón. Después del golpe de Estado de julio de 1936, se le relaciona con las brigadas de falangistas que se destacaron en la represión de los republicanos de Marín, Moaña y Cangas.

El libro no se ha ocupado de Mª del Carmen Kruckenberg sino de su padre, empresario que primero trabajó para la consignataria holandesa “Mulder” y, posteriormente, para la “Hamburguesa Sudamericana”. En su faceta política, se le asocia en un primer momento (en 1933) a la jefatura local de Falange y, en abril de 1937, aparece como “jefe de Propaganda” de este partido. Acabada la guerra civil, no volvió a tener ningún cargo en Falange.

Habría mucho que hablar sobre el Colegio Alemán. Le dedico un capítulo entero en el libro. Estuvo abierto en Vigo entre 1926 y el final de la Segunda Guerra Mundial. Terminada la Segunda Guerra Mundial, la enseñanza en el “Colegio Alemán” de Vigo fue suspendida. El 8 de mayo de 1945 Alemania había capitulado y en España comenzaba el largo proceso de incautación de los bienes de las potencias derrotadas. Prácticamente todas las sedes diplomáticas, colegios, instituciones y empresas alemanas ubicadas en España fueron registrados por los servicios de seguridad de Estados Unidos (casi siempre por los agentes del “Federal Bureau of Investigation”, el célebre “FBI”) y Gran Bretaña. A pesar de que cuando los americanos, británicos y franceses iniciaron a finales de 1945 las negociaciones sobre las propiedades alemanas en España los colegios alemanes ocupaban un lugar secundario, en el marco de las medidas aliadas contra las propiedades germanas en nuestro país (programa “Safehaven”) sus edificios debían ser requisados y precintados. Lo sustancial del proceso de incautaciones de bienes alemanes y el “ajuste de cuentas” con el derrotado régimen nazi era el desmantelamiento de la red de empresas alemanas, la expropiación de las fortunas privadas y la repatriación de los ex-nazis. Sin embargo, la mayoría de los colegios alemanes eran instituciones semi-estatales, los edificios y el terreno sobre el que habían sido construidos pertenecía, por regla general, a las asociaciones de padres, así que no podían ser expropiados fácilmente siguiendo los procedimientos jurídicos establecidos. Los aliados intentaron entonces convencer a las Juntas directivas de que cedieran sus derechos sobre los colegios a la “Comisión de Control Aliada”, pero no fue antes de abril de 1948 cuando los aliados se pusieron de acuerdo con el gobierno español sobre el futuro de los colegios alemanes en nuestro país. El 10 de mayo de aquel año, el Estado español suscribía un convenio con las potencias aliadas por el que nuestro país se hacía con los derechos y obligaciones inherentes al patrimonio escolar germano en su suelo. La expropiación del terreno y el edificio del “Colegio Alemán” de Vigo por el Estado español tuvo lugar en mayo de 1949 (con validez del 25 de octubre de 1948).

Lo que sí seguía siendo cierto era el miedo visceral, sobre todo de los norteamericanos, al renacimiento de tendencias nacionalsocialistas, por lo que España se tuvo que comprometer con los aliados a que estas instituciones educativas no volvieran a pasar a manos alemanas, además de desaparecer de sus aulas y de la dirección de los centros las personas políticamente comprometidas con el régimen nazi. No nos debe extrañar, por ello, que cuando, por iniciativa del futuro cónsul Hans Esser, el “Colegio Alemán” de Vigo, en el verano de 1951, fue de los primeros en sumarse a la ola de refundaciones oficiales de estos colegios que en los años 50 se extendió por toda España, tuvo que hacerlo denominándose “Colegio Cisneros”, nombre que no hacía referencia al país germano. Para entonces, se había constituido la República Federal Alemana y España reanudaba las relaciones diplomáticas con aquel país.

Después vendría el regreso al edificio de la calle Pi i Margall en 1959 y con él la recuperación del verdadero nombre de la institución.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue notable la presencia de miembros del NSDAP, el Partido Nazi, en Vigo, que incluso tuvo una sede de su partido en la ciudad (en la calle Pablo Morillo, nº 4), y una notable influencia en el Hogar y el Colegio Alemán, ¿cuál era su relación con las autoridades de la ciudad y como les afectó el triunfo de los aliados?

La colonia alemana, bien integrada en Vigo, no pudo sustraerse a la adhesión al partido que gobernaba su país desde 1933, el partido nazi. Al cónsul alemán en nuestra ciudad, Richard Kindling, no le quedó más remedio, como representante que era del Estado alemán, que organizar una sección local de las “Juventudes Hitlerianas” en el “Colegio Alemán” de Vigo y el propio director de este colegio no se libró de vestir el uniforme nazi y de estimular a sus alumnos a que hicieran correctamente el saludo nazi, alumnos que no eran culpables de vestir como se vestían ni de saludar como saludaban. Los niños son niños y se visten y usan los símbolos que les ofrecemos los adultos.

Por otra parte, y antes del comienzo de la guerra mundial, el hermanamiento político entre dos regímenes afines políticamente como eran el español y el alemán llevaba a que las organizaciones juveniles de “Falange” y las “Juventudes Hitlerianas” compartieran desfiles e hicieran excursiones conjuntas a las Islas Cíes, a que la Sección Femenina de Falange estuviera en contacto con su homónima alemana, a que la prensa se hiciera eco de las fiestas de los niños de la colonia alemana, la cartelera del “Teatro García Barbón” proyectara películas con títulos como “El triunfo nazi en Alemania”, a que se formaran colas para ver de cerca los acorazados alemanes que visitaban nuestro puerto ovacionando a los marinos cuando estos paseaban por las calles viguesas, o a que, en plena guerra civil, los miembros de esta colonia celebraran también las victorias del “bando nacional” uniéndose con sus emblemas a las manifestaciones patrióticas que tenían lugar en Vigo.

El triunfo aliado supuso el desmantelamiento del Colegio Alemán y la desnazificación de la colonia alemana. En el libro se explica este proceso y los miembros de la colonia alemana a los que se señaló con mayor responsabilidad en el período anterior.

También Vigo, por su estratégica ubicación, fue visitado por numerosos buques y submarinos alemanes durante el conflicto europeo, ¿era considerado el Puerto vigués como una base segura para la flota alemana?

Aquí hay bulos, confusiones y realidades. Antes de la Segunda Guerra Mundial, visitaron Vigo algunos acorazados alemanes (llegando en algún caso a jugar su tripulación un partido de fútbol contra el Celta, el Schleswig Holstein, en 1938) y su tripulación se hacía notar en las calles de Vigo. Otra cosa es lo que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Las “visitas” de submarinos no consistían, como se ha dicho, en que las tripulaciones de submarinos pasearan en plena Segunda Guerra Mundial por las calles de Vigo. Salvo el submarino U 760, que llegó remolcado a nuestra ciudad por una pareja de barcos de pesca de Bouzas en septiembre de 1943 y que estuvo abarloado al crucero español Navarra y, por ello, inmovilizado, del que poco después de su llegada sólo quedó un pequeño retén de la tripulación en Vigo al ser desplazados el resto a Ferrol, los submarinos sólo paraban el tiempo necesario para repostar combustible y hacerse con víveres y agua limpia. Sabemos que hubo ocho repostajes de submarinos alemanes entre 1940 y 1942, repostajes que no permitían bajar a tierra a sus tripulaciones, y que eran denunciados por el consulado británico de la ciudad. Lo que sí es cierto es que, sobre todo al principio de la guerra, cuando el estallido de la misma sorprendió en aguas extranjeras a buques mercantes alemanes, el 10% de aquellos buques que se encontraban fuera de las aguas de su país tomaron abrigo en la ría de Vigo y sus tripulaciones sí que bajaban a tierra.

El Colegio Alemán cerró en 1976, el Coto Wagner cesó su actividad en 1974, ¿qué huella queda actualmente de aquella pujante colonia en la comarca viguesa?

En el libro se destaca esa huella económica asociada a nombres y empresas con apellidos de todos conocidos como Kindling, Meyer, Vorkauf, Künne… Muchos de aquellos alemanes emprendedores acabaron formando familias mixtas y sus apellidos no siempre se han conservado. El cierre del Colegio Alemán en 1976 cuando la matrícula de los naturales de Alemania no superaba el 10% habla de otra realidad, desde los años 50 del siglo XX era más habitual el movimiento de salida de Vigo, Galicia y, en general, de España hacia Alemania que a la inversa, lo que va a explicar que la llegada de trabajadores de Alemania sea algo puntual relacionada, en muchos casos, con ingenieros que llegan a trabajar en la industria naval.

El Puerto también fue una vía de escape, primero, para los judíos europeos que huían de la barbarie nazi, y después, tras el hundimiento del Tercer Reich ¿fue utilizado por las redes que llevaron a criminales nazis a refugios seguros en Sudamérica?

Respecto al papel del puerto de Vigo en la salida de judíos, se incluyen datos, nombres y fechas y alguna historia emblemática en el libro. El otro aspecto, la evasión de nazis tanto de Alemania como de aquellos países ocupados por Alemania durante la guerra merece investigaciones posteriores pero, evidentemente, las líneas marítimas que llevaban del puerto de Vigo a América debieron de servir para este fin.

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