Por Susana Gómez Nuño
Concepción del tiempo y el poder
La concepción del tiempo a principios del Alta Edad Media fue recogida en la obra de San Agustín de Hipona, La ciudad de Dios, donde se considera que el tiempo tiene un inicio, un recorrido y un final, es decir: es lineal, limitado y se caracteriza por una serie de hechos únicos e irrepetibles; a diferencia del tiempo primordial, el eterno retorno y los hechos trascendentes propios del discurso mítico.
Cómo sucede con todos los monoteísmos, se cree que el tiempo nace con la misma creación y se considera a esta como una realidad independiente y diferente de Dios. Podríamos afirmar que es un tiempo histórico, entendido como una secuencia de hechos no casuales, ocurridos bajo un designio divino. Es en esta característica donde radica la diferencia entre los monoteísmos y el discurso lógico, en el cual, los acontecimientos singulares adquieren valor por ellos mismos y se producen sin intervención divina o trascendente.
San Agustín elaboró dos doctrinas que se vieron influenciadas mútuamente: la doctrina de la ciudad celeste, donde viven los que glorifican a Dios y se rigen por los preceptos evangélicos, y la doctrina de la ciudad terrenal que engloba a quienes buscan la gloria de los hombres. Ambas doctrinas consideran que el hombre tiene el libre albedrío para hacer el bien o el mal, y ponen en práctica su moral. Esta libertad de acción es un factor que otorga historicidad y singularidad a los hechos profanos, típicas del discurso monoteísta.
A medida que nos adentramos en la Alta Edad Media, la concepción del tiempo va cambiando volviéndose cada vez más arquetípica y sincrónica, y va perdiendo su parte más factual, lineal e histórica. Es decir, el discurso monoteísta predominante deja paso a una concepción del tiempo más cercana al discurso mítico de los antiguos egipcios y mesopotámicos. Esto es observable, también, en el género épico que surge en esta época, donde la epopeya y la canción de gesta desprenden de su historicidad los elementos históricos y los dotan de arquetipos.
Ideología de los tres órdenes
Debido a la instauración del régimen feudal, la monarquía empieza a decaer y pierde poder. En estas circunstancias, la trifuncionalidad indoeuropea vuelve con la doctrina de los tres órdenes, de marcado carácter religioso y enunciada por los obispos franceses Adalberó y Gerard de Cambray. Esta ideología erige al rey como figura sagrada, encargada de mantener los tres órdenes en funcionamiento. Así pues, encontramos el grupo de los oradores, compuesto por obispos y clérigos; el grupo de los guerreros que combaten, y el grupo de los labriegos formado por los trabajadores de la tierra.
Con el transcurso del tiempo la ideología de los tres órdenes desaparece y deja paso a un nuevo orden feudal y monacal donde los señores feudales actúan como soberanos de sus tierras y el movimiento monacal establece un modelo que divide la población en dos colectivos: los perfectos (monjes, clérigos y obispos) y los perfectibles (laicos) que, además, se dividen en dos subgrupos: los guerreros, encargados de mantener la paz y la orden, y los trabajadores.
A partir del año 1173 la ideología de los tres órdenes vuelve a aparecer con una diferencia notable: la figura del rey de la época anterior es sustituida por un señor feudal o príncipe, que está por encima de las tres funciones, sin estar integrado en ellas como pasaba antaño, y es el encargado de mantener el equilibrio y la justicia. Los tres órdenes quedan definidos, en este periodo, por la caballería, los clérigos y el pueblo trabajador.
Ideología de las cruzadas
En su origen, el cristianismo se oponía firmemente a cualquier tipo de violencia y a la guerra, incluso cuando las persecuciones de los cristianos finalizaron, este pacifismo continuaba latente. Con el tiempo, el Imperio Romano fue cada vez más favorable a la fe cristiana y los cristianos se vieron obligados a hacer uso de la violencia en algunas situaciones justificadas. Se empezó a forjar la idea de la guerra santa cuando San Agustín justificó la guerra si era para defender a la iglesia, puesto que los clérigos no podían defenderse por ellos mismos. De este modo, los defensores adquirían un aspecto moral y santo.
En la sociedad medieval culmina el proceso de la guerra santa bajo el llamamiento del Papa Urbano II para liberar Jerusalén y las comunidades cristianas sometidas a la ocupación de los musulmanes. Para conseguir su objetivo, el pontífice esgrimió diferentes argumentos, como el peligro que corrían los cristianos de Oriente masacrados por los turcos o los peregrinos que iban a Jerusalén. Todos aquellos que iban a las cruzadas movidos por motivos piadosos y honrados para liberar cristianos y territorios del yugo musulmán, eran considerados libres de pecado.
La posterior unión de los poderes monárquicos y eclesiásticos dotó de consistencia y difusión a la guerra santa y las cruzadas. Esta asociación ya había sucedido también en los orígenes de la religión musulmana con algunas diferencias. La yihad se había orientado, desde sus inicios, hacia la conquista de territorios, en cambio la guerra santa fue, en un principio, una guerra de reconquista, a pesar de que posteriormente se reconvirtió en una guerra ofensiva.
Otra diferencia destacada fue que la yihad consiguió rápidamente recuperar los lugares santos de La Meca, que, de hecho, no habían sido nunca amenazados y, aún así, no cesaron en las luchas y conquistas; en cambio el hecho de defender y reconquistar los territorios santos de los cristianos tuvo un papel muy importante en la formación de la guerra santa en Occidente y también en su sacralización.
La guerra santa no dejó de ser una transformación de la ideología cristiana que después de miles de años de historia y conflictos condujo a la iglesia cristiana, defensora de la paz y totalmente opuesta a la violencia en sus orígenes, a las cruzadas, aproximándola a la doctrina de la yihad mediante algunos puntos en común, que la propia iglesia había reprochado durante tanto de tiempo a la religión musulmana.
Ns lo quitaron todo cn violencia para revendernoslo mas caro cada vez
desp d explotarnos cada vez mas
para cn ello prostituir a las mujeres
Viven d nº desgracia y enerfermedad creads deliberada y masivamentemente
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el concordato es lo unico privatizable qe se no quiere ,
salvo Up, privatizar, como está en Alemania
Cn el concordato financiamos lujos d pederastas y teles fascistas, como 13TV
Ese dinero qe deberia ir a caritas y qe solo el 20% va
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La curia siempre eesta cn ls ricos :
impone a ls pobres el mistico masoquismo sumiso mientras a ls ricos les adoctrina en el sadomaterialismo.
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Y no contentos cn el concordato , cn todo lo qe tiene y no enseña ni usa,
la curia, encima inscriben a su propiedad edificios publicos
y no devuelven lo qe se qedaron dsd hace un siglo , con apoyo d fascistas dictadores
como Primo d Rivera y Franco y aznar
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por demas son violentos fascistas violadores asesinos ladrones , trata d bebes,
qieren controlar todo en nª vida y si no qeremos le llaman ideologia d genero a nº afan d libertad y ser lo qe sentimos cuando lo suyo es teologia d genero machista ademas