Por Víctor Arrogante
«Something is rotten in the state of Denmark». La frase aparece en Hamlet, el drama trágico de William Shakespeare en 1601, referido a la política del Estado de Dinamarca a la actitud de sus políticos. Mencionar Dinamarca, junto con el, fruto de la podredumbre, es una metáfora sobre la corrupción de Estado. El autor pretendía criticar la falta de valores de los que en aquel momento gobernaban su país. Hoy la frase se usa coloquialmente para decir que algo raro está pasando. Shakespeare vino a decir que en la vida política, las cosas que no marchan bien en un país, es por causa de la corrupción.
Y a que viene esto: pues por todos los acontecimientos que afloran día a día sobre corrupción política y económica, cuyos protagonistas esparcen sus miserias por todos los rincones del Estado español y que pocos estamentos se salvan: partidos políticos, responsables institucionales de ayuntamientos, comunidades y hasta a la Jefatura del Estado, que hoy es protagonista por su llamada al presidente del Consejo del Poder Judicial, y mostrar su desacuerdo por no haber podido estar en Barcelona en el acto de entrega de despachos de los nuevos jueces. Al día de hoy, nadie ha rendido cuentas sobre el viaje y la ausencia real; ni el Gobierno ni la Casa Real.
Se ha dado el pistoletazo de salida por los autodenominados constitucionalistas, para salvar la monarquía y hasta al Estado; practican un golpismo permanente contra el actual Gobierno. La derecha y la extrema derecha, han salido en tromba a defender a la monarquía; hasta los empresarios lo han hecho. Entienden que hay un ataque sin precedentes contra el rey y la institución que representa. El PP pide al Gobierno promover la presencia de símbolos nacionales para fomentar el patriotismo y la unidad de España. Los populares subrayan la importancia de la bandera, el escudo y el himno como muestra de la lealtad de los españoles al sistema democrático, con el objetivo de atajar el problema de unidad y patriotismo que, a su juicio, padece España y también para ayudar a afrontar desde la unión el impacto que está suponiendo la crisis del Covid-19. Aprovecho para decir que mi patria es una República democrática federal y mis símbolos: la bandera tricolor y el himno de Riego; que en nada se parece a la patria franquista defendida por Pablo Casado; y autoconfinamiento para evitar los contagios.
No pretendo mezclar las situaciones, sino esclarecerlas. Esta es la España de hoy: ataques continuos a la presencia de Unidas Podemos en el Gobierno; el Rey se salta la Constitución opinando; los jueces del CGPJ en funciones renovándose para perpetuar a la derecha en la institución (Según Pérez Royo, el ministro de Justicia, mediante decreto ley aprobado en Consejo de Ministros, puede impedir el nombramiento de magistrados por el CCPJ actual); el PP y VOX no reconocen al Gobierno legítimo y democrático; y la presidenta de la Comunidad de Madrid, junto con Génova 13 insumisos, provocando políticamente, exponiendo a la ciudadanía a un peligro real.
El artículo 56 de la Constitución dice que el rey es inviolable, porque sus actos siempre están refrendados por el Gobierno. Que Felipe VI llame a Lesmes (en funciones hace dos años) sin refrendo, le pone fuera de la Constitución y puede considerarse como un golpe institucional. Si la llamada del rey a Lesmes no tenía (como sostiene Zarzuela) consideraciones institucionales, el presidente del CGPJ no debería haberla mencionado, salvo que se pretenda usar a la Corona contra el poder ejecutivo. Lo cierto es que Felipe de Borbón quería reunirse con los Jueces, cuando su padre huye de ellos. Y hasta aquí el estado de la monarquía. El rey se la ha jugado. En una democracia parlamentaria como la nuestra, el Rey es un mero símbolo, no es nada, nada puede y de nada es responsable.
El ministro Salvador Illa insta a la presidente Díaz Ayuso a revisar sus medidas contra la pandemia, ante el riesgo sanitario de la ciudadanía madrileña y de las comunidades limítrofes. Para Illa es hora de tomar el control de la situación epidemiológica en Madrid. El PP ve en la posición de Illa una cortina de humo para perjudicar a Ayuso y tapar la polémica del rey. En la Puerta del Sol quieren comprobar si las restricciones aprobadas surten efecto antes de estudiar otras iniciativas. La presidenta de la Comunidad de Madrid, aceptaría cerrar todas las poblaciones de la autonomía con más de 500 contagios por cada 100.000 habitantes si se sigue el mismo criterio en toda España y se hacen PCR en Barajas, Ave y Renfe.
Escribía el ministro Alberto Garzón en Twitter: «La posición de una monarquía hereditaria que maniobra contra el Gobierno democráticamente elegido, incumpliendo de ese modo la Constitución que impone su neutralidad, mientras es aplaudida por la extrema derecha es sencillamente insostenible«. Pablo Casado, ha comparecido vía streaming, exigiendo el cese inmediato del ministro. Igualmente anunció que le PP llevará a las Cortes Generales la reprobación del vicepresidente Pablo Iglesias por sus ataques a la jefatura del Estado. Iglesias pidió en redes sociales neutralidad al rey por comunicar al CGPJ que le hubiera gustado acompañarles en la entrega de despachos a los nuevos jueces. En su particular matraca del por dios, por la patria y el rey, el líder popular ha señalado que la monarquía «hace más de 40 años España supo hacer una transición política ejemplar» que ahora se está viendo debilitada por un Gobierno que fomenta «intencionadamente las fracturas, los radicalismos y las discordias».
En su ofensiva para proteger a la monarquía, Casado no acierta o miente cuando dice que «hace 40 años votamos que la Monarquía Parlamentaria fuera la forma política del Estado. Y hace 6, a través de los representantes en las Cortes que D. Felipe VI fuese nuestro Rey. Adolfo Suárez no sometió a referéndum la monarquía porque las encuestas le dijeron que perdería. Cuando la mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros pedían un referéndum sobre monarquía o república…, «hacíamos encuestas y perdíamos», admitió el expresidente en marzo de 2014. La solución para que esta consulta no se realizara fue meter «la palabra rey y la palabra monarquía en la ley» de la Reforma Política de 1977. De esta manera, «dije que había sido sometido a referéndum ya»; poniendo monarquía en la ley, se aseguró la permanencia de la institución.
Quiero reafirmar que cuando la indecencia política se encarnizó lo hizo entre la Casa Real de Felipe de Borbón (al que nadie ha votado) y en el Poder Judicial de Lesmes (en funciones desde hace dos años), por atacar e intentar desprestigiar al Gobierno legítimo democrático de España. La ultraderecha ya intentó el golpe de Estado enmascarándolo con un gobierno de concentración. Ahora, Casado prohíbe que sus autonomías pidan el estado de alarma porque daría impulso a Sánchez, haciendo politiqueo con la vida de la gente. Ayuso y Casado son tan miserables que esperan a que el Gobierno de España intervenga Madrid para decir que es un golpe a la Autonomía. Los populares son un peligro para el Estado.
Se puede ser monárquico o republicano y ser demócrata. Lo que no se puede es defender que un monarca esté por encima de un Gobierno elegido democráticamente ni, mucho menos, que un rey puede vivir al margen de la legalidad democrática y ser demócrata. Y en eso estamos.
Siniestro Total cantó en 1988 Algo huele mal en Dinamarca: «Esa es la cuestión heredero sajón / porque la leyenda no tiene enmienda / ser o no ser. ¿Qué es lo que está bien? ¿Qué es lo que está mal?». Mientras todo ocurre, la ciudadanía muere en las residencias y en las camas de hospital y parece que poco les importa a los contendientes en la batalla política. Algo huele a podrido en España.
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