A pesar de los llamamientos internacionales, la guerra continúa en Etiopía

El recién elegido primer ministro de Etiopía, galardonado con el premio Nobel de la Paz en 2019, Abiy Ahmed, ha decidido continuar con la guerra, iniciando, en la mañana del 11 de octubre,  una nueva ofensiva contra Tigray a gran escala.

Por Angelo Nero

A pesar de las advertencias del presidente de los EEUU, Joe Biden, que hace un mes aprobó una orden para autorizar sanciones contra los que en “obstruyan un alto el fuego o un proceso de paz, participen en actos de corrupción o abusos graves de los Derechos Humanos, bloqueen la entrega o distribución de ayuda, ataquen a civiles, planeen, ordenen o cometan ataques contra personal de Naciones Unidas o la Unión Africana o lleven a cabo acciones o políticas que socaven los procesos y las instituciones democráticas de Etiopía”, señalando claramente a los gobiernos del primer ministro etíope, Abiy Ahmed, y su aliado, el presidente eritreo, Isaias Afwerki.

A pesar de que el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, instara también al gobierno etíope a que “permita el movimiento sin restricciones de combustible, dinero en efectivo, equipos de comunicaciones y suministros humanitarios que se necesitan desesperadamente en todas las regiones con carencias”, señalando que, actualmente, siete millones de personas en las regiones de Tigray, Amhara y Afar necesitan ayuda humanitaria urgente. Pidiendo también a las actuales autoridades etíopes que “nos permitan hacerlo sin obstáculos y que faciliten y habiliten nuestro trabajo con la urgencia que exige esta situación”, protestando enérgicamente ante la expulsión de siete altos funcionarios de agencias humanitarias de Naciones Unidas, entre ellas Unicef, a los que el gobierno de Abiy Ahmed declaró “personas non gratas” y ordenó su expulsión del país en 72 horas.

A pesar de que el Parlamento Europeo baraje la imposición de sanciones a Etiopía, pidiendo el “restablecimiento inmediato del orden constitucional y del mecanismo de supervisión del alto el fuego”, así como “poner fin al bloqueo humanitario, especialmente de materiales de vital importancia, como medicamentos, alimentos y gasolina”, a la vez que señalaba al “Gobierno etíope como responsable de la seguridad y bienestar de los refugiados y los desplazados internos en su territorio”.

A pesar de que se intensifican las tensiones, que han degenerado en varios enfrentamientos armados, en la frontera con Sudán, por el disputado territorio de Al Fashaga, situado entre el estado sudanés de Gadarif y el etíope de Amhara, perteneciente al primero, pero habitado por agricultores etíopes. A pesar del conflicto abierto, y sin visos de una salida negociada, al que mantienen también con Sudan, pero especialmente con Egipto, desde la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope, que reducirá notablemente el caudal del Nilo Azul, con gran perjuicio para estos dos estados.

A pesar de que el hambre se extiende por amplias zonas de Etiopía, donde la ONU estima que ocho de cada diez mujeres embarazadas y lactantes sufren ya malnutrición, y la portavoz del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Marixie Mercado alerta: “A medida que UNICEF llega a zonas de Tigray que eran inaccesibles en meses pasados debido a la inseguridad, se confirman nuestros peores temores sobre la salud y el bienestar de los niños en esa conflictiva región del norte de Etiopía. En muchos sitios no hay suministros de los alimentos terapéuticos necesarios para tratar la malnutrición, ni antibióticos, y los establecimientos de salud no tienen electricidad.”

A pesar de todos estos pesares, el recién elegido primer ministro de Etiopía, galardonado con el premio Nobel de la Paz en 2019, Abiy Ahmed, ha decidido continuar con la guerra, iniciando, en la mañana del 11 de octubre,  una nueva ofensiva contra Tigray a gran escala, con ataques aéreos y bombardeos, concentrando gran cantidad de tropas en las ciudades de Hara, Wergesa y Wegel Tena, próximas a la frontera con Amhara, coordinados con el ejército eritreo y con las fuerzas especiales amharas.

Ante esta nueva agresión del ejército etíope, el portavoz del TPLF (Tigrayan People’s Liberation Front), Getachew Reda, ha denunciado que “la ofensiva con la que amenazó Abiy Ahmed para volver a invadir Tigray ha comenzado oficialmente, decidido a continuar su guerra genocida”, pese a los “llamamientos de la comunidad internacional y del gobierno de Tigray para lograr una solución pacífica.” Incluso la capital de la región rebelde está siendo atacada ahora mismo, “La Fuerza Aérea de Abiy Ahmed ha enviado a sus bombarderos a atacar objetivos civiles dentro y fuera de Mekele. El lunes es día de mercado en Mekele así que sus intenciones están muy claras”, apunta Reda. Según confirman diversas fuentes en el bombardeo han muerto varios civiles tigriños.

El portavoz de la resistencia tigriña hizo un nuevo llamamiento a “la comunidad internacional debe ir más allá de las condenas retóricas y adoptar acciones significativas imponiendo medidas punitivas contra los gobiernos etíope, eritreo y de Amhara para forzarlos a desistir de su proyecto genocida”.

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