¿Queremos esta Europa?

Por Breogán Riobóo

En Europa, últimamente vivimos en medio de una nube que cada vez se va haciendo más grande y más oscura. Cuestiones que hace años parecían haber sido erradicadas, reaparecen con una inusitada fortaleza. Aparentemente, volvemos a tiempos pasados, y lo vivido no es precisamente gratificante.

En los últimos años, las instituciones de diferentes países europeos han ido viendo cómo de forma lenta pero sin pausa el neofacismo ha ido adquiriendo mayores cotas de representatividad, e incluso lo que es peor, de poder. Las mismas instituciones europeas no son ajenas a ciertos discursos retrógrados. Ya es famoso el de aquel europarlamentario polaco, Janusz Korwin-Mikke, queriendo justificar que las mujeres cobren menos que los hombres por hacer los mismos trabajos. Curiosamente, el susodicho es de Polonia, vecina de la Alemania que en su día la ocupó (al igual que Israel sigue ocupando Palestina a día de hoy).

Marine Le Pen, del Frente Nacional francés y Geert Wilders, del Partido para la Libertad de Holanda

Por aquel entonces, frente a aquella Alemania nazi, curiosamente, entre otros, Francia. Aquella Francia de la libertad, la igualdad y la fraternidad, que cada vez más se va convirtiendo en la Francia de Le Pen… Países que en su día fueron vanguardia contra el fascismo van sucumbiendo a sus nuevas formas desde dentro, cual caballo de Troya.

Son varios los países europeos que a día de hoy están ya gobernados por la ultraderecha. Esto se produce en un momento en el que Europa recibe constantemente a millones de personas que huyen de las guerras, unas guerras que la propia Europa, junto al tío Sam, ayudó a iniciar… Una perversión de tales proporciones, que genera que las personas que huyen de las armas vendidas por Europa, en su huida, busquen protección de la propia Europa y acaben siendo rechazadas por ésta, para morir a su suerte. Esa “gran suerte” que encuentran en un campo de refugiados en condiciones insalubres, o viviendo en la marginalidad y la clandestinidad evitando cruzarse con algún indeseado. ¡Qué gran suerte toparse con Europa!

Así pues, la Europa de la convivencia y las oportunidades está siendo desenmascarada y emerge la Europa de la xenofobia y la exclusión. Una Europa reaccionaria, tradicional y retrógrada que aplasta la diferencia, mientras uniformiza, inocula y reproduce el discurso dominante al respecto de lo que Europa es, quiere ser o debe ser según unos pocos (mal) iluminados.  Sin embargo, en ese discurso, no cabemos quienes concebimos una Europa de la igualdad respetuosa con las diferencias, una Europa de los pueblos donde los pueblos son escuchados y tenidos en cuenta, la Europa de la corresponsabilidad, de la sostenibilidad, de la convivencia fraterna y sobre todo, la Europa social.

Hoy en día, ésa Europa está más lejos. Somos parte de una Europa que hace negocio de la miseria, somos parte de una Europa que hace negocio de la violencia. Somos parte de la Europa de la vergüenza, la de las vallas en las fronteras, la que paga millones de euros por deshacerse de quien busca una vida, ya no una vida mejor, sino simplemente vivir una vida, la que se le permita.

Sabemos lo que es el fascismo, sabemos lo que supone, y sobre todo, ¡sabemos que se combate!

La realidad es a veces dura, pero más duro es no hacer caso al pasado, no hacer caso de la memoria. La Europa de hoy en día vive sumida en una especie de alzhéimer político-social. Nuestra labor es desenmascarar los intereses que hay en que esto sea así. La careta se cae cada vez más, y transluce a la realidad la peor cara de esta Europa. No podemos quedarnos a mirar cómo se cae, no podemos permitirnos ser meros espectadores en todo este circo. Nos hablan de Venezuela, de hackers rusos, de cientos de cortinas de humo para que veamos la paja en el ojo ajeno, mientras no vemos la viga en nuestro ojo. ¿Realmente queremos una Europa así? ¿Una Europa de turismo y neofascismo?

Si no la queremos, entonces, recurramos a la memoria y unamos a ella nuestros deseos de democracia, de libertad y de igualdad. Construyamos una nueva Europa, para romper con la lógica neoliberal que nos impregna, para romper con los neofacismos que amenazan a la vuelta de la esquina, para ser nosotras, las personas y los pueblos, los protagonistas de nuestro presente y de nuestro futuro, desde la igualdad, con el respeto a la diferencia. En la diversidad está la riqueza, por más que maquillen los viejos argumentos con los mejores cosméticos, sabemos lo que es el fascismo, sabemos lo que supone, y sobre todo, ¡sabemos que se combate! ¡Ni un paso atrás!

Y ahora, cambia Europa por España, ¿cambia algo? Cada una de nosotras tendremos nuestra respuesta, que nos mueve o nos deja quietas frente a lo que vivimos, busca la tuya y decide.

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