Por Javier DG @olduvay22
PRISA bordada de azul.
De verde y naranja el sarmiento.
Sarmiento abrazado por hebras
de un nido de uvas que flota vacío.
Vacío que arde silencioso entre zarzas
y avanza por el atrio del mercado
hasta posarse en la almena presidencial
de un castillo en ruinas,
en las afueras de la capital.
Mientras, por los viñedos de Jumilla
marchan de engolado terciopelo
hacia el Paso de los Vientos
bucaneros, piratas y corsarios.
Acuden a una reunión sin taquígrafos
en la Cofradía de los Hermanos de la Costa,
en la Isla de la Tortuga, allá
donde se apaga el cielo y crece la semilla.
Semilla de un plan urdido
para enterrar la Soberanía de un pueblo
en favor de unintercambio comercial
patrocinado por Maquiavelo,
y regado
sobre suelo yermo y ralo.
Debemos atravesar el miedo
aunque nos lancen
duelos de austeridad vehemente
desde el otro lado de los Pirineos.
Aunque prometan una sartén
virgen de aceite, y tal vez,
quebrantos y un puchero de gachas
con la memoria quebrada.
Debemos atravesar ese miedo
iluminado enla caverna mediática
habitada por capitanes como Roberts,
Kidd, Rackman o Barbanegra,
todos ellos
bajo el susurro de un país pirateado
por el neocolonialismo alemán
en connivencia con esta Europa,
enmascarada,
donde conchas resecas del mar escondí.
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