Villancicos y mundiales

Se les llena la boca de hispanidad cuando solo son nostálgicos de la Monarquía Hispánica, de cuando en nuestro Imperio no se ponía el sol y todo el mundo nos respetaba. Estos son como los villancicos, se han quedado en el siglo XVI.

Por David Pallol

Con los anglos nos metemos mucho: que si la leyenda negra, que si eran unos piratas, que si unos ladrones, que si mira todo el expolio del Museo Británico, que si los americanos USA dejaron un puñado de nativos en las reservas mientras que lo nuestro fue un festival de fusión y mestizaje, que si la dieta horrorosa (en esto me temo tienen razón, aunque antes del racionamiento de la 2ª GM y de las guarrerías que se vieron obligados a comer, por lo visto los británicos se alimentaban mejor… Y los norteamericanos, bueno, es una cuestión de calorías y de obesidad rampante porque toman mucho azúcar y mucha hamburguesa de siete pisos bañada en Oreos…).

Vale, todo esto en parte es verdad, pero han sabido reinventar los villancicos: Mariah Carey, con su himno navideño que regresa año tras año, “All I want for Christmas is you”, el “Last Christmas” de Wham! (para mí, la mejor canción de navidad), The Pogues & Kirsty McColl con su cuento folk de hadas en Nueva York, Elton John & Ed Sheeran con sus besos bajo el muérdago, Shakin´ Stevens con su festivo “Merry Christmas everyone”… hasta Michael Bublé Y James Last, entre otros artistas, sacaron su disco de empalagosas canciones navideñas, lo que en los países anglos ya es tradición. Nosotros seguimos con los de siempre desde hace mucho tiempo, siglos en algún caso, que vuelven a casa por navidad como esa hija enfermera que emigró (lo más seguro, al Reino Unido, lo que son las cosas), los polvorones y el nacimiento de corcho. Ya saben, “Pero mira cómo beben los peces en el río” (que es del siglo XV o XVI, algunos estudios apuntan a que tiene una influencia árabe muy clara en la tonalidad y la estructura de la composición), “Campana sobre campana” (una canción también vetusta, de origen andaluz), como de origen andaluz es “Ay del chiquirritín”, compuesto en el siglo XV por Juan de la Encina, “Ande, ande, ande la marimorena”, villancico que se remonta a 1702… Todas canciones antiguas que proporcionan a estas fechas entrañables un aire vintage (aunque hayan hecho mil versiones de ellas, incluyendo la mákina, los temas son los que son). En esto llevamos retraso. O atraso, que es otra forma de decirlo. Y si los villancicos son del siglo XVI y no se han renovado, también es secular. A ver si lo del ‘atraso secular’ no va a ser todo leyenda negra y entre unos y otros también tienen su parte de razón.

No me olvido de algunos intentos por cambiar esto: en 1972, el compositor venezolano Hugo Blanco lanzó su burrito sabanero que después grabaron muchos y que se hizo tremendamente popular en toda Sudamérica y hasta en países de Europa como Suiza, pero claro, tiene un aire demasiado guarachero para nosotros, que seguimos siendo muy nuestros y muy hidalgos. Otro que se atrevió a hacer algo fue José Feliciano y su villancico espanglish con esa parte que dice “feliz navidad, feliz navidad, próspero año y felicidad”, que luego versionaron los Boney M pero que parece que no ha cuajado. A nivel popular, ni siquiera una miserable rumbita (lo más cercano, el anuncio de este año de Ecoembes). Y eso que Manolo Escobar grabó varios discos de villancicos tradicionales que aflamencó, pero el repertorio seguía siendo el mismo, sin novedades.

En el fondo no me extraña que lo de José Feliciano no haya cuajado porque despreciamos por defecto todo lo que nos llega de Latinoamérica (perdón, Iberoamérica o, mejor aún, Hispanoamérica, que Lula no es de fiar). Como una crítica reciente a una autora latinoamericana (perdón, hispanoamericana) en Amazon por parte de una española cerril. El título que le puso es ”No poder adentrarme en la historia” y dice así (sic): “Ojalá pudiera reseñar este libro que tantas opiniones positivas tiene, pero gracias a la muestra descargada me he dado cuenta que no podía continuar con la historia.

El único motivo es que está traducido (¿?) al español pero latino o sudamericano y no al castellano por ende personalmente no he podido continuar con la historia. Estoy segura que me hubiera encantado. Escribo esto porque creo que deberían de especificar siempre la traducción (¿?) y no lo hacen.

Espero que esta opinión pueda servir de ayuda a quien le pase como a mí”.

Luego, servicial ella y como aviso a navegantes, valora con una estrella. Ella es así de inconsciente y bruta: se trata de otra personita muy rancia que luego tiene el cuajo de hablarte de Hispanidad cuando sistemáticamente desprecia todo lo que viene de allí. El mensaje subliminal: la Hispanidad está bien si Españita vuelve a ser el centro de ella. Se les llena la boca de hispanidad (como bloque cultural y geoestratégico que podría hacer frente al todavía hegemónico bloque anglo, que ya sabemos todos que es mayoritariamente hereje y bastante masónico, o al todavía emergente bloque chino) cuando solo son nostálgicos de la Monarquía Hispánica, de cuando en nuestro Imperio no se ponía el sol y todo el mundo nos respetaba (no como ahora, que solo nos piden cervezas y preguntan en recepción: “¿Hay una discoteca por aquí?”). Estos son como los villancicos, se han quedado en el siglo XVI. No se dan cuenta de que los tiempos han cambiado. Tenemos una influencia cultural, eso es innegable, pero somos una minoría, una bolsa insignificante en todo este conjunto y cada día más envejecida, incapaces de reconocer que el futuro, la cantera, la reserva, las nuevas formas y expresiones, el nuevo escenario, está allí, al otro lado del charco. Nadie quiere rey, gracias, están muy bien con sus repúblicas, por mucho que en su día mangonearan británicos y holandeses (pretendiendo, sobre todo, que la hermética España se abriera al libre comercio, ese que tanto defienden).

Lo malo es cuando alguno de ellos les baila el agua, como Marcelo Gullo, que de todo hay en la viña del Señor (porque estos pirados tienen su público al otro lado del charco, como ha demostrado la reciente visita de la Olona a Panamá, aunque esto daría para otra nota, que es como llaman en Argentina a un artículo).

Youtube, por ejemplo, hace tiempo que está revolucionado con esto de los doblajes. Hay toda una guerra entre los que prefieren el español latino al ibérico y viceversa. Hay gente que, de hecho, no ve la película si está doblada en latino, esa versión para ellos grotesca del español como Dios manda. Y al revés: hay personas que se niegan a ver su película doblada al ibérico o peninsular, ese español tan rudo. Yo esta polémica neta que no la entiendo; ya la expuse y denuncié en los últimos tiempos de mi blog. Con el mundial también ha sido un poco vergonzoso. Y no lo digo por todo el racismo que ha aflorado en nuestros enfrentamientos con Marruecos (todos estos niñatos patriotas están muy malacostumbrados; puede que no les falte calle, no te digo que no, pero les falta buscarse la vida por esos mundos de Dior; España ha sido tradicionalmente tierra emisora de emigrantes hasta hace bien poco, que parece que con esta prosperidad se nos olvida todo, y nada dura eternamente −la prosperidad tampoco− y son cosas que hay que recordar siempre). Ese episodio fue ya bastante bochornoso, pero se alcanzaron cotas nunca vistas de desvergüenza. Lo digo por Argentina, donde jugaba Messi, que venía del Barça, lo cual superaba a los madridistas irredentos que preferían apoyar a Mbappé (del que hace dos días renegaban) antes que a él; en fin, todo muy de locos.

“Como buena europea, apoyo a Croacia…” Disfrazaban de europeísmo su fobia anti Messi que, por extensión, era fobia anti Argentina. Luego preferían apoyar a Francia, haciendo de tripas corazón, un trago desagradable y anatema para todos estos patriotas españoles, pero bueno, ellos son así: el comunista que se compra iPhone no es el único que tiene contradicciones, supongo. Todo este teatro con tal de no bancar a Messi y por en consecuencia, a Argentina; alguno y alguna, ante esta disyuntiva, era capaz de hacerse antes el harakiri; habría que mirar bien en muchos hogares merengues, sobre todo de los que vivían solos.

Este conflicto lo arregló finalmente el gurú de Cristian Campos poniendo en un inspirado tuit: “Sexto mundial para el imperio español. Deshacemos por fin el empate con el imperio portugués”. Ojiplático me quedé cuando leí esto. No sé si en el siglo XVI, donde moran ellos, tenían este dicho, pero yo lo digo por si acaso: El que no se consuela es porque no quiere.

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