Una raza imaginaria

Shlomo Sand señala que el sionismo no es la solución a la judeofobia, sino una respuesta que acabó reproduciendo los mismos mecanismos de exclusión que presuntamente pretendía combatir.

Por Dani Seixo | 10/03/2025

Shlomo Sand es conocido internacionalmente por su enfoque claramente provocador y su capacidad para desmontar relatos históricos asumidos como verdades absoutas. En este «Una raza imaginaria», publicado por la Editorial Akal, nos ofrece de nuevo un ensayo afilado y profundamente incómodo, un análisis que no solo desafía la narrativa tradicional sobre el antisemitismo, sino que también encara sin temores la forma en la que el sionismo ha sido construido como su supuesta respuesta. Sand desentraña el desarrollo de la judeofobia como un fenómeno histórico, no como una fuerza inmutable, planteando en este atrevido camino preguntas que golpean en el centro de los debates políticos contemporáneos.

El libro comienza con una pregunta que resuena como una bofetada: ¿Y si la judeofobia no fuera ese monstruo eterno que siempre estuvo ahí, sino una construcción histórica, una herramienta de poder que se adaptó a las necesidades de quienes mandaban? Sand logra de este modo desestructurar la idea de que el odio a los judíos es algo natural, innato al se humano, situándolo a través de cada página en el terreno de la política y la historia. No es una fuerza imparable, sino un fenómeno que cambió de forma a lo largo de los siglos, evolucionando siempre al servicio de unos intereses concretos.

Uno de los argumentos más llamativos presentes en este título es su inversión de la relación entre judaísmo y cristianismo. Contrariamente a la visión predominante, que sitúa al cristianismo como una ruptura con el judaísmo, Sand sostiene que fue este último el que se configuró bajo la presión del cristianismo en expansión. A medida que la nueva religión consolidaba su poder en el mundo grecorromano, el judaísmo se redefinió en función de los términos impuestos por el cristianismo, adaptándose y asumiendo el juicio de sus adversarios para poder sobrevivir. Esta idea altera la manera en que entendemos la judeofobia, alejándola del esencialismo y situándola claramente en el terreno de la construcción histórica.

La judeofobia no es simplemente un odio irracional que ha acompañado a los judíos a lo largo de los siglos, sino una herramienta política que ha servido para estructurar relaciones de poder. Como en otros procesos históricos la discriminación no surge de la nada, sino que se adapta perfectamente a los intereses de los grupos dominantes en cada época. Sand nos obliga de este modo a preguntarnos hasta qué punto la judeofobia ha sido funcional a diferentes sistemas de dominación y cómo su significado ha cambiado a lo largo del tiempo hasta la actualidad.

Y aquí es donde Sand se adentra en un territorio aún más pantanoso: el sionismo. Para el autor el sionismo no es la solución a la judeofobia, sino una respuesta que acabó reproduciendo los mismos mecanismos de exclusión que presuntamente pretendía combatir. Al adoptar categorías raciales y nacionalistas del siglo XIX el sionismo construyó una identidad judía esencialista, rígida, agresiva y previamente inxistente. La ironía es realmente amarga, un movimiento que nació para proteger a los judíos acabó creando un Estado que los atrapa en una nueva forma de segregación.

Este planteamiento es utilizado a su vez para desarmar una de las discusiones más candentes de la actualidad: la equiparación entre antisionismo y antisemitismo. Sand desmonta esta falacia con precisión, logrando argumentas que el rechazo al sionismo no implica necesariamente un odio hacia los judíos, sino una oposición a un proyecto político específico. En un contexto en el que figuras como Emmanuel Macron o Justin Trudeau intentan establecer una equivalencia entre ambas posturas para deslegitimar cualquier crítica a Israel o al genocidio cometido por el sionismo en Palestina, este análisis resulta más pertinente que nunca.

«Una raza imaginaria, breve historia de la judeofobia», no busca agradar, consolar o dejar indiferente al público que pueda acceder a sus páginas. Es una llamada a la reflexión, un desafío a las certezas que nos rodean. Sand no tiene miedo de incomodar, ni a la derecha sionista ni a ciertos sectores progresistas que prefieren no cuestionar ciertos discursos. Su trabajo es un recordatorio de que la historia no es una línea recta, sino un laberinto de intereses, mentiras y luchas de poder. Hoy resulta vital poder desentrañar estos caminos, hacernos preguntas, debatir incluso aunque no lleguemos a un punto absoluto de concordancia. Resulta vital acceder a discursos que rompan con la verdad impuesta. Este libro ayuda a dar los primeros pasos en esa lucha.

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